El incidente cerca de las islas Spratly agrava la disputa marítima; Manila anuncia una protesta diplomática y denuncia “acciones agresivas” de Pekín
Una nueva colisión entre un buque de Filipinas y un patrullero chino ha reavivado la tensión en el mar de China Meridional, una de las zonas más conflictivas del planeta. El domingo 12 de octubre, los guardacostas filipinos acusaron a una embarcación china de haber “deliberadamente embestido” a un patrullero del Bureau de Pesca filipino, tras disparar contra él con cañones de agua cerca de la isla Thitu, en el archipiélago de las Spratly, una región que ambos países reclaman como propia.
El incidente, según informó Manila, ocurrió en torno a las 9:00 de la mañana, cuando el BRP Datu Pagbuaya, perteneciente al Ministerio de Agricultura, fue interceptado por un patrullero de la Guardia Costera de China. “Apenas tres minutos después del ataque con agua a presión, el buque chino colisionó intencionadamente con la popa de nuestra embarcación, causando daños menores pero sin heridos”, indicó un comunicado de las autoridades filipinas, recogido por la agencia AFP.
Manila denuncia hostigamiento y promete una acción diplomática
El Consejo Nacional Marítimo de Filipinas, organismo encargado de coordinar la política oceánica del país, condenó enérgicamente el incidente, calificándolo de “acto de hostigamiento agresivo e ilegal” y anunció que presentará una protesta diplomática formal ante Pekín.
La portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores filipino, Angelica Escalona, confirmó que el Gobierno “expresará su más firme rechazo” a lo que considera una “violación del derecho internacional y de la soberanía filipina”.
Las autoridades de Manila publicaron además imágenes y vídeos que muestran un guardacostas chino persiguiendo al navío filipino mientras dispara su cañón de agua, una maniobra que ya se ha repetido en incidentes anteriores. “Pese a las tácticas de intimidación y las acciones agresivas, no nos dejaremos intimidar ni expulsar de nuestras aguas”, declararon los guardacostas filipinos en un comunicado.
Pekín culpa a Filipinas: “toda la responsabilidad es suya”
Desde el lado chino, la respuesta fue inmediata. El portavoz de la Guardia Costera de China, Liu Dejun, responsabilizó completamente a Filipinas del choque, ocurrido —según la versión de Pekín— cerca del banco de arena Sandy Cay, también dentro de las Spratly.
“El barco del gobierno filipino ignoró reiteradas advertencias de nuestra parte y se acercó de forma peligrosa al guardacostas chino 21559”, afirmó Liu. “Toda la responsabilidad recae en la parte filipina”, añadió.
China sostiene que sus acciones fueron “medidas defensivas necesarias” para proteger lo que considera su territorio soberano. Sin embargo, Filipinas y otras naciones del Sudeste Asiático, respaldadas por el fallo del Tribunal Permanente de Arbitraje de La Haya de 2016, rechazan las reclamaciones chinas sobre casi toda la extensión del mar de China Meridional.
Escalada de incidentes en aguas disputadas
El suceso se suma a una serie de enfrentamientos recientes en la región. En septiembre, un marinero filipino resultó herido cuando un cañón de agua chino rompió la ventana del puente de mando de otro patrullero filipino cerca de un banco de arena disputado. Un mes antes, en agosto, un buque de la marina china colisionó con otro de sus propios guardacostas mientras perseguía a un navío filipino cerca del banco de Scarborough, otro enclave en disputa.
Los analistas temen que esta escalada de incidentes pueda derivar en un choque diplomático mayor entre Manila y Pekín, justo cuando ambos países intentaban reanudar canales de comunicación en materia de seguridad marítima.
La isla Thitu, donde ocurrió el último episodio, está bajo control filipino, aunque China reclama su soberanía junto con casi el 90 % del mar de China Meridional, una zona estratégica por la que circula un tercio del comercio marítimo mundial.
Mientras tanto, la comunidad internacional observa con creciente inquietud este nuevo incidente entre dos países que, más allá de sus diferencias políticas, mantienen fuertes vínculos económicos y comerciales, pero cuyo enfrentamiento marítimo amenaza con convertirse nuevamente en un punto de fricción geopolítica clave en Asia-Pacífico.
