El Pelagic Advisory Council insta a los Estados ribereños a alcanzar un acuerdo justo y a aplicar un plan de recuperación urgente tras el desplome del stock
El Consejo Consultivo de Pesquerías Pelágicas (Pelagic Advisory Council, PelAC) ha adoptado una de sus recomendaciones más difíciles desde su creación: apoyar un drástico recorte de capturas de caballa en el Atlántico nororiental, de acuerdo con el último dictamen científico del Consejo Internacional para la Exploración del Mar (CIEM).
El organismo, que reúne a representantes del sector pesquero, la industria transformadora y organizaciones ecologistas de toda Europa, reconoció que la situación de la especie es “alarmante” y que se encuentra en un punto crítico tras años de sobreexplotación y ausencia de un acuerdo internacional de reparto entre los principales países costeros.
Según el dictamen científico del CIEM, la biomasa de caballa ha descendido de forma sostenida desde 2020 y, para evitar un colapso del stock, sería científicamente responsable limitar las capturas a 174.357 toneladas en 2026. Esta cifra supondría una reducción cercana al 70 % respecto al TAC actual.
El PelAC subraya que la decisión no ha sido fácil, pues implicará graves consecuencias socioeconómicas. “Las repercusiones serán devastadoras para toda la cadena de valor de la pesca —desde las flotas hasta los puertos y plantas de procesado— y para muchas comunidades costeras europeas”, advierte el comunicado adoptado en su última sesión plenaria.
Aun así, los miembros del Consejo —que agrupa a pescadores, armadores, cooperativas, industrias y ONG ambientales— acordaron mantener una posición común basada en la responsabilidad científica y la sostenibilidad. En palabras del documento, “solo hay una prioridad: ejercer toda la presión posible para obtener finalmente un acuerdo justo entre los Estados ribereños sobre las claves de distribución y avanzar hacia un plan de recuperación efectivo”.
La posición del PelAC llega en un contexto de crisis de gobernanza pesquera en el Atlántico norte. Desde la salida del Reino Unido de la Unión Europea, los acuerdos multilaterales que regían la gestión de la caballa se han desmoronado. Países como Islandia, Noruega y las Islas Feroe han fijado unilateralmente cuotas muy por encima de las recomendaciones científicas, lo que ha provocado que la suma total de capturas supere en torno a un 40 % los límites establecidos por el CIEM.
El PelAC lamenta que esta situación haya generado una sobrepesca estructural y que la falta de coordinación ponga en riesgo la recuperación de un recurso clave para el equilibrio del ecosistema y la economía de los países atlánticos. En su declaración, el Consejo pidió a la Comisión Europea que mantenga una posición firme en las próximas negociaciones con los Estados costeros no pertenecientes a la UE, previstas para mediados de octubre.
“Las flotas europeas han demostrado su compromiso con la sostenibilidad y el respeto a la ciencia”, recordó el Consejo, “pero su esfuerzo resulta inútil si otros actores continúan aplicando cuotas infladas e incompatibles con la conservación del stock”.
El PelAC también defendió el papel de las organizaciones no gubernamentales, que han contribuido a reforzar el consenso interno en torno a la necesidad de actuar con responsabilidad, incluso cuando ello suponga sacrificios inmediatos. “Una vez más, pescadores y ONG han demostrado su capacidad de trabajar juntos para ofrecer una voz común en la fijación de TAC y cuotas”, señaló el documento.
En un mensaje dirigido a la opinión pública, el Consejo insistió en que la complejidad de la situación “no debe dar lugar a interpretaciones simplistas” ni a señalar injustamente a las flotas europeas como responsables del deterioro del recurso. “La realidad es mucho más compleja: la sobrepesca es resultado de la falta de gobernanza y de decisiones políticas que han permitido un exceso acumulado año tras año”, puntualizó.
De cara a 2026, el Pelagic Advisory Council reclama que los Estados ribereños —UE, Noruega, Islandia, Reino Unido, Islas Feroe y Groenlandia— avancen hacia un nuevo acuerdo de reparto basado en criterios científicos y económicos transparentes, acompañado de un plan de recuperación plurianual que permita restablecer la biomasa a niveles sostenibles.
El organismo concluyó reafirmando su compromiso con la gestión responsable y recordando que su misión principal es “defender recomendaciones difíciles, pero necesarias, al servicio de la sostenibilidad de las pesquerías y de las comunidades que dependen de ellas”.
La decisión del PelAC, aunque dolorosa, refleja un consenso sin precedentes entre el sector pesquero y las organizaciones ambientales: sin un reparto justo y una reducción inmediata del esfuerzo pesquero, la caballa del Atlántico nororiental podría entrar en una fase de colapso biológico irreversible.
