El capitán denunció «amenazas» por parte de 12 de los 16 tripulantes que faenaban en aguas asturianas y el barco tuvo que ser escoltado hasta el puerto de El Musel
Escoltado por una patrullera de la Guardia Civil y prácticamente con toda la tripulación amotinada. Así arribó el sábado por la tarde un pesquero pasaitarra a El Musel, el puerto de Gijón, tras vivir momentos de tensión en alta mar. Era un día tranquilo de faena, todo transcurría con normalidad. Una jornada de buena mar en plena temporada de bonito en el Cantábrico. Pero todo comenzó a torcerse a primera hora de la tarde. Y no por una tormenta, por oleaje fuerte o una avería, sino por la propia tripulación.
A eso de las 15.00 horas, los servicios de emergencia recibieron una llamada de alerta desde una embarcación que se encontraba faenando a unas 12 millas al norte de Ribadesella (Asturias). Al otro lado estaba el capitán, que para sorpresa del personal de seguridad reportaba estar ante un motín en su propio navío. Denunció haber recibido «amenazas» por parte de 12 de los 16 tripulantes del barco, de origen senegalés. Según detallan fuentes de la Guardia Civil, el patrón del pesquero puso rumbo al puerto de El Musel «ante el temor de que pudieran causar algún daño al barco».
Ante esta llamada, los servicios de emergencia activaron la patrullera ‘Río Tormes’ del Servicio Marítimo Provincial de Asturias, que salió al encuentro del pesquero guipuzcoano antes de que llegara al muelle para escoltarlo hasta aguas portuarias. Desde el instituto armado recalcan que, tras establecer contacto visual y hablar con el capitán, observaron que «la situación se encontraba normalizada», descartando cualquier tipo de intervención en el mar.
No obstante, parece que los ánimos a bordo del pesquero estaban bastante caldeados. El armador del navío, quien es guipuzcoano, relató que la situación a bordo llegó a descontrolarse durante algunos instantes. «Les llamé la atención hasta cinco veces porque se negaron a trabajar, uno de ellos me agredió y casi caigo al agua». Así narraba, en declaraciones al medio La Nueva España, algunos de los hechos más angustiosos que se vivieron, refrendados por el propio capitán del pesquero. «Hubo agresiones al armador en el puente; uno de ellos lo cogió por la cintura y lo levantó para tirarlo al agua, pero yo le cogí por los hombros, por dos veces, para que no pudiera lanzarlo».
«Agitaron a los más jóvenes»
El armador, que también está enrolado con funciones de técnico de pesca, aseguró que «uno de ellos me zarandeó encima de la cinta y amenazó al capitán». Ambos apuntan que tres de los tripulantes del pesquero supuestamente profirieron amenazas. Además, dos de ellos supuestamente agredieron al armador, al que llegaron a colocar en la cubierta sobre la cinta que transporta las capturas del pescado a la bodega del barco.
Según señala el propietario de la embarcación con amarre en el puerto de Pasaia –anteriormente tuvo su sede en Orio–, «doce de los trece tripulantes de origen senegalés se insubordinaron, negándose a cumplir las órdenes». En su relato de los hechos responsabiliza en buena medida a dos de ellos, «que en vez de llamar a la calma agitaron a los más jóvenes». La situación estuvo a punto de llegar a mayores, ya que tanto el patrón como el armador tuvieron que encerrarse en el puente de mando. Este último se refugió «en el catre» mientras algunos miembros de la tripulación supuestamente amenazaban al propio capitán al otro lado de las puertas del puente.
En vista de la gravedad de los acontecimientos, el patrón del pesquero contactó con otras embarcaciones que le aconsejaron poner rumbo a tierra. También avisó a una persona en tierra para que alertara a la Guardia Civil, «que activó el protocolo de amotinamiento a bordo». Una vez la patrullera del instituto armado y el pesquero pasaitarra establecieron contacto, los doce tripulantes que supuestamente se negaron a cumplir las órdenes cambiaron de actitud, y no fue necesario que los agentes subieran a bordo.
Investigación en marcha
La embarcación fue guiada hasta su atraque en el Espigón II del puerto de El Musel sobre las 16.30 horas del sábado, donde esperaban efectivos de la Guardia Civil. El instituto armado mantiene abierta la investigación para esclarecer los hechos. Previsiblemente, el incidente va a ser judicializado y el armador ya ha solicitado el apoyo de la cofradía a la que pertenece para poner también el asunto en manos de abogados. Está previsto que un letrado viaje hoy a Gijón.
Después de atracar en el muelle gijonés y completar las primeras diligencias, el barco pasó al Muelle de Rendiello, donde descargó los alrededor de 900 kilos de bonito para proceder a su subasta en la lonja de El Musel, una de las canchas en las que este pesquero suele subastar durante la costera del bonito. Se prevé que el pesquero vuelva a echarse a la mar esta semana, una vez resuelto el incidente y con la tripulación necesaria para seguir faenando.
Varios pescadores consultados subrayan a este periódico que estas situaciones «no son comunes» hoy en día en nuestros puertos. «No es muy frecuente ver motines en las tripulaciones de los barcos, y menos en nuestras aguas, pero puede pasar». Por el momento, las partes implicadas en el incidente tratarán de aclarar los hechos para poder concluir la temporada de bonito con normalidad.
