El sector alerta de que no podrá cumplir con la obligación de implantar sistemas digitales de trazabilidad para enero de 2026, al no estar definidas aún las normas comunes.
El sector pesquero europeo, considerado uno de los más controlados del mundo, vuelve a levantar la voz contra lo que califica de “burocracia sin sentido”. A partir del 10 de enero de 2026, toda la flota y la industria pesquera de la Unión Europea estarán obligadas a garantizar la trazabilidad digital del pescado en toda la cadena de valor, desde la captura en el mar hasta el punto de venta al detalle.
La medida, impulsada por la Comisión Europea, busca reforzar la transparencia, la seguridad alimentaria y la confianza de los consumidores. Sin embargo, para el sector danés se trata de un proyecto mal diseñado y precipitado, ya que a pocos meses de su entrada en vigor no existen todavía estándares técnicos comunes que permitan a las empresas prepararse.
Según Poul Melgaard, director de la Danish Seafood Association, expresó su frustración:
“El problema es que cada compañía –incluidas las más pequeñas– debe tener listos sus sistemas digitales, pero seguimos sin saber qué estándares se usarán en toda la UE para que puedan comunicarse entre sí”.
Un calendario inamovible
La situación se complica porque, pese a la retirada de las primeras normas técnicas tras una oleada de críticas, tanto la Comisión Europea como el ministro de Pesca danés, Jacob Jensen (V), mantienen el calendario de aplicación. En respuesta a las quejas del sector, el Ministerio ha confirmado que la fecha de enero no se moverá, lo que obliga a las empresas a invertir en sistemas digitales sin conocer las reglas definitivas.
“Es imposible que todas las compañías puedan comprar, instalar y probar los nuevos sistemas antes de enero”, advirtió Melgaard.
Un sector ya saturado de controles
La queja de fondo del sector es que la pesca danesa ya soporta una de las cargas de control más intensas a nivel mundial: cámaras a bordo, diarios electrónicos obligatorios, inspecciones en puerto y en el mar, y la presencia constante de buques de control. Para los armadores, añadir otra capa digital sin haber solucionado los problemas técnicos no supone más valor, sino simplemente “control por el control”.
Incertidumbre hasta el último momento
La Comisión Europea, consciente de la polémica, ha encargado a un consultor externo un estudio exprés para evaluar las consecuencias y recoger testimonios de empresas en Dinamarca y Groenlandia. Sin embargo, el sector considera que esta iniciativa, emprendida tan tarde, genera más incertidumbre que claridad.
El procedimiento legislativo deja todavía dos meses al Parlamento Europeo y al Consejo para formular objeciones, pero incluso en ese escenario la obligación de implantar la trazabilidad digital entraría en vigor en la fecha prevista.
Una pausa para evitar el “ruleteo normativo”
Desde la Danish Seafood Association se insiste en que el problema no es la trazabilidad en sí, puesto que ya existen mecanismos avanzados de control en toda la cadena, sino la improvisación regulatoria que puede llevar a errores costosos y a un colapso administrativo en pequeñas y medianas empresas.
La organización reclama una moratoria en la aplicación de la norma, hasta que Bruselas publique criterios claros y unificados. “No se trata de frenar la innovación, sino de evitar que la normativa se convierta en un lastre inútil que asfixie a un sector estratégico”, sostienen.
Por ahora, todo apunta a que la UE presionará para cumplir los plazos fijados. Mientras tanto, la pesca danesa advierte de que el sobrecoste burocrático puede poner en riesgo la competitividad de sus empresas y aumentar la brecha entre grandes grupos pesqueros y pequeñas compañías familiares, pilares históricos de su modelo productivo.
