Cada año, miles de millones de dólares se pierden en el mar a causa de la pesca ilegal, no declarada y no regulada. Este fenómeno no solo compromete la sostenibilidad de los ecosistemas marinos, sino que también erosiona la confianza de los consumidores en los productos que llegan a sus mesas. En este escenario, la trazabilidad de los productos pesqueros se ha convertido en un arma clave para garantizar transparencia y credibilidad a lo largo de toda la cadena de suministro.
El Diálogo Global sobre la Trazabilidad de los Productos Pesqueros (GDST), impulsado desde 2017 por el WWF y el Global Food Traceability Center, trabaja para estandarizar un lenguaje común en la recolección y el intercambio de datos. Su objetivo es claro: asegurar que la información sobre capturas, procesado y distribución pueda ser verificada en cualquier parte del mundo.
En 2020 se publicó el primer estándar internacional y, cinco años después, Indonesia se convierte en el primer país en adaptar su sistema nacional de trazabilidad, Stelina, a los criterios del GDST. Este alineamiento no es un gesto simbólico: implica un control digital de datos críticos sobre las capturas, la transformación y la exportación, limitando las oportunidades para la pesca ilegal y reforzando la integridad de las cadenas de suministro.
La decisión indonesia marca un punto de inflexión. La trazabilidad deja de ser un ámbito reservado a la normativa europea o estadounidense: con la incorporación de un gran exportador asiático, el proceso de armonización internacional avanza con mayor rapidez. Tanto la Unión Europea, a través de su Reglamento de Control de la Pesca, como países como Estados Unidos, Chile o Japón, ya están implementando sistemas de seguimiento digital cada vez más estrictos.
Un modelo replicable
El caso indonesio demuestra que adaptarse a estándares globales no solo es viable, sino también beneficioso. Las empresas locales encuentran herramientas escalables que les permiten acceder a mercados internacionales más exigentes, mientras que los consumidores reciben productos más seguros y confiables.
En un sector tan interconectado como el pesquero, la cooperación internacional aparece como la única vía para proteger los recursos marinos y a las comunidades costeras.
Hacia una nueva era
La trazabilidad de los productos del mar deja de ser un concepto abstracto y se posiciona como un factor estratégico que redefine tanto la competitividad como la sostenibilidad. La apuesta de Indonesia abre la puerta a que otros países sigan el mismo camino, consolidando un movimiento global que busca un futuro en el que la ilegalidad y la opacidad ya no tengan espacio en los océanos.
Con la adopción de los estándares GDST, Indonesia no solo refuerza la lucha contra la pesca ilegal, sino que sienta las bases de un comercio internacional más transparente, seguro y competitivo.
