La Unión Europea se enfrenta a una encrucijada crítica en materia de política climática. En medio de crecientes presiones políticas internas y retrocesos legislativos, el objetivo climático para 2040 —que será presentado el próximo 2 de julio por el comisario europeo de Clima, Wopke Hoekstra— corre el riesgo de ser debilitado o postergado, justo en un momento clave antes de la COP30 que se celebrará en Belém, Brasil.
El Consejo Asesor Científico Europeo sobre el Cambio Climático (ESABCC) advirtió esta semana que una reducción neta de entre el 90% y el 95% de emisiones de gases de efecto invernadero para 2040, respecto a los niveles de 1990, es la única vía creíble para alcanzar la neutralidad climática en 2050, el compromiso que la UE adoptó en el marco del Pacto Verde.
“Apuntar más bajo pondría en riesgo no solo los avances hacia la neutralidad, sino también la sostenibilidad, competitividad y seguridad energética de la Unión en un mundo cada vez más incierto”, indicaron los expertos del ESABCC. Unos días antes, 150 grandes empresas y grupos inversores —incluidos EDF, Ikea, Unilever y Leroy Merlin— hicieron un llamado similar: pidieron a las instituciones europeas que mantuvieran un nivel alto de ambición. “El 90% debe ser el suelo, no el techo”, afirmaron en una carta pública.
Tensiones políticas y presiones económicas
Sin embargo, la propuesta inicial de la Comisión Europea —una reducción del 90% presentada en febrero de 2024— no ha conseguido aún traducirse en legislación, ante la falta de consenso entre los 27 Estados miembros. El auge de la extrema derecha, con posiciones euroescépticas y hostiles al Pacto Verde, ha complicado aún más el panorama. Mientras países como Finlandia, Países Bajos y Dinamarca apoyan el objetivo climático, otros como Italia, Polonia o República Checa se oponen abiertamente.
Para desbloquear la situación, el comisario Hoekstra trabaja en una fórmula de compromiso que incluiría mecanismos de flexibilidad, como el uso de créditos internacionales de carbono, una propuesta impulsada por Francia y Alemania. No obstante, los expertos del ESABCC han desaconsejado recurrir a esos mecanismos, ya que solo un 16% de los créditos han resultado en reducciones reales de emisiones.
Retrocesos legislativos y caída de inversiones
Durante el segundo mandato de Ursula von der Leyen, la Comisión ha dado pasos atrás en varios frentes ambientales: regulaciones sobre deforestación, emisiones del sector automotor, diligencia debida empresarial o transparencia corporativa. Además, las inversiones climáticas europeas solo aumentaron un 1,5% en 2023, y los primeros datos de 2024 apuntan a una posible disminución, según un estudio del instituto I4CE. Sectores clave como la energía eólica, la renovación de edificios o los vehículos eléctricos muestran signos de estancamiento.
El retraso en la definición del objetivo para 2040 también ha pospuesto la presentación del objetivo intermedio para 2035, que debía estar listo en febrero. Esta demora mina la credibilidad internacional de la UE justo cuando el mundo se prepara para la COP30, que podría marcar un punto de inflexión en la lucha climática global.
“Cada día que pasa sin una decisión clara, se vuelve más difícil explicar por qué Europa se está demorando”, advierte Linda Kalcher, directora del centro de análisis Strategic Perspectives. Para Ana Toni, presidenta de la COP30, un objetivo ambicioso de la UE es un símbolo de estabilidad en la diplomacia climática internacional.
El riesgo, señalan los expertos, es que la falta de decisión de Bruselas se convierta en una coartada para que otros países también posterguen sus compromisos. Y eso podría tener consecuencias globales
