El conflicto entre el sector pesquero comercial de Alaska y grupos ambientalistas ha vuelto a encenderse tras un nuevo intento por incluir al salmón Chinook (o rey) en la lista de especies protegidas por la Ley de Especies en Peligro de Extinción (ESA) de Estados Unidos. La medida, impulsada por la organización conservacionista Wild Fish Conservancy, podría tener consecuencias significativas para una de las pesquerías más emblemáticas y económicamente relevantes del estado.
Un recurso bajo presión
El salmón Chinook, conocido por su gran tamaño y valor comercial, ha registrado descensos sostenidos en su población en los últimos años, lo que motivó a Wild Fish Conservancy a presentar, en 2023, una petición formal ante la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) para su protección bajo la ESA. En una revisión preliminar, la agencia concluyó que los argumentos presentados justificaban una evaluación completa, pero el proceso ha quedado estancado sin resolución, superando el plazo legal de 12 meses para emitir una determinación.
Frustrada por la inacción federal, la organización ecologista presentó el pasado 8 de mayo una demanda contra NOAA, alegando incumplimiento de los plazos establecidos por la ley.
“No debería hacer falta demandar al gobierno para que cumpla con su responsabilidad legal, pero con la crisis del Chinook en Alaska, se nos han acabado el tiempo y las opciones”, declaró Emma Helverson, directora ejecutiva de Wild Fish Conservancy. “NOAA no solo está rompiendo la ley, sino que está perpetuando el colapso del salmón y poniendo en peligro ecosistemas y comunidades enteras”.
El sector pesquero, en pie de guerra
La posible inclusión del Chinook en la lista de especies en peligro ha encendido las alarmas en el sector pesquero comercial de Alaska, que teme una cascada de restricciones si la protección se aprueba. Para los pescadores, no solo está en juego la viabilidad económica de sus operaciones, sino también una forma de vida profundamente arraigada en las comunidades costeras.
Organizaciones del sector acusan a Wild Fish Conservancy de promover una agenda que ignora los avances en gestión sostenible de las pesquerías y que, en la práctica, podría conducir al cierre de zonas de pesca y a la pérdida de empleos.
“No negamos que el Chinook enfrenta desafíos, pero esta no es la manera. Hay mejores vías que una designación radical que pone en jaque toda la cadena productiva”, han afirmado representantes del sector.
Un historial de tensiones
No es la primera vez que Wild Fish Conservancy apunta a las pesquerías de salmón de Alaska. En 2019, la organización demandó a NOAA por no evaluar adecuadamente el impacto de la pesca comercial sobre las orcas en peligro en el Pacífico noroccidental. Aunque no logró el cierre completo de la pesquería, la demanda forzó una reescritura de informes biológicos oficiales y generó incertidumbre durante meses.
Una decisión pendiente con consecuencias amplias
Mientras la justicia analiza la nueva demanda, crece la presión sobre NOAA para emitir una decisión definitiva. La inclusión del Chinook bajo la ESA podría desencadenar nuevas restricciones, revisiones de licencias, y cambios profundos en la regulación de la pesca en todo el noroeste del Pacífico.
Este caso plantea un dilema complejo: cómo equilibrar la conservación de especies amenazadas con la protección de comunidades que dependen de ellas. Y una vez más, la delgada línea entre sostenibilidad y subsistencia vuelve a estar en el centro del debate.
