Las constantes descargas de los últimos días de grandes ejemplares de atún, algunos de ellos gigantes, pescados por arrastreros franceses y descargados en Pasaia, ha despertado los recelos de parte de la flota guipuzcoana. Los arrantzales de Gipuzkoa, enfrascados en las campañas de verdel y anchoa, están sorprendidos por el gran tamaño de las capturas del túnido, las últimas ayer con más de 53 piezas, muchas de enorme tamaño, y no ocultan su inquietud por la poca presencia de atún de baja talla.
El presidente de la Cofradía de pescadores de Getaria, Emeterio Urresti, fue el más crítico y denunció lo que considera «la ausencia de control sobre la flota de arrastre pelágico con el atún descargado». Urresti se muestra convencido de que «las piezas de menor tamaño» que son atrapadas en las redes, «son devueltas muertas al mar», lo que a su juicio «daña el recurso» y a la especie.
Más templado, aunque también sorprendido, se mostraba el presidente de la Federación de Cofradías de Gipuzkoa, Eugenio Elduayen. En conversación con este periódico explicaba que «es el tercer año en el que el atún se descarga en una época fuera de las campañas habituales de verano. Pienso que habrá que estudiar los motivos de su aparición en esta época, aunque nos imaginamos que estará motivada porque persiguen al verdel, uno de sus alimentos». Elduayen no se atreve a decir que las capturas de los vascofranceses sean ilegales, aunque sí dice que le «sorprende que no se ve mucho atún pequeño. Son intuiciones que hacemos», decía Elduayen. Los arrantzales vascos, que capturan los túnidos con caña pieza a pieza y no con red, explican que «el atún de arrastre es una especie que nosotros no llegamos a pescar».
Malestar en los mayoristas
La flota vasca lleva varios años vendiendo sus cuotas de atún a los barcos galos, que capturan esta especie muchas veces para empresas del Mediterráneo para su engorde y venta en Japón, donde se pagan cifras muy altas. Ante ello, los mayoristas de pescado de Gipuzkoa también se muestran molestos y solicitan a los arrantzales que «no vendan su cuota y salgan a la mar a por su captura. Para nosotros ha sido una pérdida importante la ausencia de esta oferta de atún capturado a caña», apunta el presidente de los detallistas guipuzcoanos, Enrique Legarda. Lo que ocurre es que, ante los altos costes que tiene para el arrantzale armar una campaña de atún, les resulta más rentable vender la cuota al Mediterráneo que pescarla.
La descarga de ayer constó de 53 piezas de atún con un tamaño de 70 a 230 kilos, que obtuvieron un precio de 10,90 a 11 euros kilo en lonja. No obstante, buena parte de la especie descargada en Pasaia fue vendida posteriormente en Madrid y Barcelona para su distribución a restaurantes de lujo. En días precedentes ha habido desembarcos similares de grandes piezas, entre ellos uno el martes de un ejemplar de 367 kilos, récord esta campaña en Gipuzkoa, por delante de otro de 316 del día 13. Unos tamaños no habituales por estas latitudes.
«Un toro en la red»
«Este atún dadas sus dimensiones es como un toro dentro de la red de arrastre y tras su descarga y muerte tiene unos altos costes de transformación y manipulación, lo que unido a las tasas, impuestos y transportes le convierte en una especie de lujo con un alto precio. No podemos olvidar que tras su corte el atún merma en un 30% también y eso repercute en el precio final», explica el mayorista Legarda. Así, el atún de engorde adquirido por empresas de Japón a firmas del Mediterráneo, donde también se usa para sushi, por ejemplo, alcanza un precio de entre 34,95 a 69,90 euros kilo.