Cepesca, la gran patronal española de sector, cambia el «cierto alivio» con el que recibió el pacto del divorcio por «preocupación» ante el «grave perjuicio a corto plazo y la incertidumbre» a partir del 2026. Cinco años y medio de período transitorio hacia un acuerdo definitivo en los que esa organización pronostica «pérdidas de más de 54,3 millones de euros para la flota española, con una pérdida de 4.318 toneladas en las principales especies».
Estas son on parte de las conclusiones del análisis de Cepesca, que acaba de transmitirlas a través de un comunicado en el que Javier Garat, su secretario general, concreta que los pesqueros españoles que operan en el caladero británico y en Svalbard arrancan el 2021 «con unas 3.455 toneladas menos que en 2020 de especies como merluza, gallo, rape o bacalao, lo que supondrá unas pérdidas estimadas de en torno a 9,36 millones de euros este año». Según Cepesca, esas cifras «podrían aumentar si el TAC de varias de esas especies, ahora provisional, sufre alguna reducción en la próxima negociación entre el Reino Unido y la UE». Superará los 54 millones de euros porque el acuerdo del brexit prevé que las posibilidades de pesca de la flota europea se irán reduciendo progresivamente.
Garat justifica la nueva valoración negativa porque la positiva inicial la hicieron «tomando como referencia los porcentajes de reducción basados en la estabilidad relativa de capturas que fueron aportados por el Gobierno». Sin embargo, «a medida que vamos traduciendo esa nomenclatura política a cifras reales del día a día, constatamos un grave perjuicio». Perder 54 millones de euros en cinco años supone, añade Garat, «un impacto importante para las familias de los armadores, tripulantes, trabajadores en tierra y para los empleos indirectos que se generan por parte de los 88 buques del censo de NEAFC y los 4 bacaladeros que pescan en Svalbard y que tienen puerto base en Galicia, Cantabria y el País Vasco».
Cepesca calcula las pérdidas basándose solo en las reducciones de toneladas de las especies de alto valor económico, como la merluza, el gallo o el rape, con recortes que, respectivamente, sitúa «en un 3,5%, 8,4% y 6,6% en la zona 7», oeste de Irlanda y Porcupine. En la 6, el oeste de Escocia, se rebajará «un 18,9% de gallo y un 19,8% de rape». A esas suma las de otras especies que captura la flota española, como el bacalao en Svalbard, «un 15 % menos». Todas estas cifras, añade el comunicado de la gran patronal española del sector, «podrán subir o bajar cada año en función del TAC que se vaya fijando de las diferentes especies».
Además, llama la atención sobre las consecuencias a medio y largo plazo, ya que el período transitorio «solo durará cinco años y medio y, a partir de ese momento, la Comisión Europea, en nombre de los Estados miembros, tendrá que negociar cada año con el Reino Unido, tanto el acceso a las aguas como las cuotas». Y a partir de este año, prosigue, negociarán los de los 119 stocks compartidos. Para Cepesca, además de la «preocupación» por esa gestión conjunta, la situación «genera una incertidumbre enorme en las empresas por no saber con qué cuotas podrán contar a partir de 2026 y si todos los buques podrán tener acceso a las aguas del Reino Unido».
A Cepesca también le inquieta «desconocer el impacto» en la Política Pesquera Común, así como en los intercambios de cuotas entre los diez países que pescan en Reino Unido pues a partir del 2021 contarán con menos posibilidades de pesca para posibles intercambios. En ese escenario, Garat cree que «los gobiernos de la UE y la Comisión Europea deberían estar a la altura de las circunstancias y defender a la industria pesquera europea» porque, en su opinión, «es la única fórmula para generar confianza en las instituciones y evitar que se multiplique el número de euroescépticos en el sector pesquero».
«Dañará la pesca española»
El presidente de Europeche, Javier Garat, ha calificado como «desastroso» el acuerdo entre la UE y el Reino Unido pero «mejor de lo esperado» para España aunque los recortes aplicados dañarán la pesca de altura de España
También el secretario general de Cepesca hace un recorrido sobre cuando el Reino Unido decidió salirse de la Unión Europea hace cuatro años y medio, el mundo pesquero recordó rápidamente las negociaciones para la adhesión de España a la entonces Comunidad Económica Europea. «Al igual que ahora, en aquella ocasión, corría el año 1985, la pesca fue el último asunto sobre el que se llegó a un acuerdo y el sector salió mal parado, ya que fuimos utilizados como moneda de cambio. En definitiva, entramos a formar parte de lo que hoy es la UE con menos posibilidades de pesca de las que deberíamos haber tenido si se hubiesen tenido en cuenta nuestras capturas históricas», decía Garat, en un artículo de opinión..
Mirándolo en su globalidad, desde el punto de vista europeo, para Garat «el resultado lo calificaría como desastroso». Centrándonos en España, el resultado ha sido «mejor de lo esperado a corto plazo, pero sigue siendo muy problemático para nuestros armadores». Teniendo en cuenta que el acuerdo se aplica durante un período transitorio de cinco años y medio y que, a partir de ese momento ambas partes tendrán que negociar anualmente las cuotas y el acceso a sus aguas, la sensación «es de preocupación e incertidumbre» sobre el futuro que nos espera, explicaba el responsable de la patronal de la pesca española.
Repercusiones pesca española
En efecto, la sensación para Garat es que «a corto plazo en España es que podíamos haber salido peor parados, pero aún así, se han producido una serie de recortes que van a hacer daño a nuestras empresas.» Si bien los porcentajes de reducción, desde el punto de vista de lo que se conoce como estabilidad relativa (mecanismo de reparto de las cuotas de pesca por especie y zona entre los distintos países comunitarios) son inferiores al 5%; lo cierto es que, desde el punto de vista de toneladas, de aquí a cinco años los pescadores españoles sufrirán recortes de sus capturas en diecisiete especies y en una horquilla que va desde el 19,8% en el caso del rape de la zona 6 (oeste de Escocia), al 3,5% de merluza en la zona 7 (Mar de Irlanda, oeste de Irlanda y Porcupine). «La cesión de la Unión Europea al Reino Unido no es lineal y varía en función de las especies y de las zonas de pesca, por lo que otros países de la UE, como Dinamarca, Irlanda, Holanda o Francia, han salido bastante peor parados que nosotros, recibiendo un duro golpe debido a su alta dependencia de la zona de pesca británica».
«Arrancamos una nueva etapa muy complicada en la que los gobiernos de la UE deberían estar a la altura de las circunstancias, defendiendo a su industria pesquera»
Si pensamos en las consecuencias a medio y largo plazo, el resultado, tanto en el ámbito español como europeo, «puede ser considerado de muy preocupante por múltiples razones», dice Garat. En primer lugar, porque afirma » se inicia un período transitorio que solo durará cinco años y medio y a partir de ese momento, la Comisión Europea, en nombre de los Estados miembros de la UE, tendrá que negociar con el Reino Unido, año a año, las cuotas y el acceso a las aguas».
Para Garat, «esta situación genera una incertidumbre tremenda entre las empresas de los diferentes países, que tendrán pocos incentivos para realizar inversiones. Tampoco sabemos qué consecuencias tendrá en la Política Pesquera Común ni tampoco cómo afectará a los intercambios de cuotas entre los diferentes países, ya que a partir de ahora todos los países que pescan en el RU tendrán menos cuotas que ofrecer», señala. Junto a ello preocupa, también, «las consecuencias en la gestión sostenible de las 119 poblaciones de peces, labor que debe realizarse de manera conjunta».
Con recuerdo colectivo, Garat señala que «el sector era consciente de que ahora tendríamos que trabajar duro para que la historia no se repitiera». Por ello, las organizaciones pesqueras de los nueve países más afectados por el proceso del Brexit por su actividad en las aguas del Reino Unido, crearon una alianza, la European Union Fisheries Alliance (EUFA, por sus siglas en inglés), para defender nuestros intereses. «Lamentablemente, en el ámbito europeo el peor de los sueños se ha hecho realidad. La pesca, una vez más, ha sido uno de los últimos asuntos abordados para llegar a un acuerdo, manteniéndose al sector en vilo hasta el último momento».
Como conclusión, el responsable de los armadores españoles habla que » arrancamos una nueva etapa muy complicada en la que los gobiernos de la UE deberían estar a la altura de las circunstancias, defendiendo a su industria pesquera y generando confianza en las instituciones. De lo contrario, el número de euroescépticos en el sector pesquero se multiplicará considerablemente».