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domingo, noviembre 24, 2024
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¿Cómo cambiará la situación de los pescadores si no hay acuerdo de Brexit?

Tras la entrada de Reino Unido en la Unión Europea, la repartición de las aguas fue casi total entre los británicos y sus vecinos europeos, una situación que puede dar un giro si Londres y Bruselas no alcanzan un acuerdo de Brexit.

«Si no hay un acuerdo, cada uno tendrá que conformarse con lo suyo», asegura el Comité Nacional de Pescadores Marinos y Cultivos Marinos (CNPMEM), que representa a los pescadores franceses.

Reino Unido posee, como el resto de países, una zona económica exclusiva (ZEE), que es de 200 millas a lo largo de sus costas, excepto cuando dos Estados están separados por una distancia menor como sucede entre Reino Unido y Francia en el canal de la Mancha, donde las aguas están delimitadas por el derecho internacional y varios criterios en función de la zona.

En la ZEE, ampliada a 200 millas desde la convención de Montego Bay, «se reconoce al Estado el derecho de reglamentar algunas actividades, entre ellas la pesca, y de limitarlas», según el CNPEM.

Cuando un país forma parte de la UE, estas ZEE deben ser compartidas con el resto de Estados miembros y administradas de manera conjunta. En esto consiste la política pesquera europea común, que las autoridades británicas aceptaron tras su entrada en el bloque.

En estas reglas existe, sin embargo, una sutilidad que afecta una zona de 6-12 millas marinas a lo largo del litoral en la que se mantiene un acceso «limitado y determinado según las normas de base de algunas embarcaciones de algunos Estados miembros, también a veces según algunas especies», indica el CNPMEM.

Esto se debe al reconocimiento de actividades tradicionales, que ya existían antes del establecimiento de la política pesquera común.

Por ejemplo, los pescadores franceses tienen derecho a acceder a una quincena de zonas situadas en las 6-12 millas en aguas británicas.

Los dirigentes británicos denunciaron este principio de las 6-12 millas y ya no desean permitir estas actividades tradicionales, en vigor desde hace décadas o incluso siglos.

Pero varios gobiernos europeos critican esta posición ya que quieren mantener estos principios básicos para repartir las reservas pesqueras, establecidos desde 1964 con la Convención de Londres.

Reanudadas las negociaciones

Las negociaciones posbrexit entre el Reino Unido y la Unión Europea se reanudaron en Londres, en un intento de superar las «importantes divergencias» que persisten, en una semana decisiva dado el poco tiempo restante.

«Contento de estar de nuevo en Londres», el negociador jefe europeo, Michel Barnier, dijo en un tuit «redoblar los esfuerzos» en busca de un acuerdo para el que se requiere «respetar la autonomía europea y la soberanía británica», «sólidas garantías de competencia justa» y un «acceso recíproco a la pesca y su mercado».

Ambas partes consideran que mediados de noviembre es la fecha límite para alcanzar un acuerdo que pueda ser ratificado a tiempo y entre en vigor el 1 de enero.

Ese día finaliza el período de transición posbrexit en que se encuentra actualmente el Reino Unido desde su salida oficial de la UE, el pasado 31 de enero. A falta de un acuerdo, una ruptura brusca socavaría aún más las economías europeas, ya muy debilitadas por la pandemia de coronavirus.

«Esta es posiblemente la semana más importante que hemos tenido en las negociaciones del Brexit desde esta época del año pasado, cuando tratamos de cerrar un acuerdo de retirada, que fue tenso y difícil», dijo a la radio pública RTE el ministro irlandés de Relaciones Exteriores, Simon Coveney.

«Estamos realmente en la recta final y creo que verán un gran esfuerzo esta semana para tratar de encontrar un modo de cerrar esto que sea aceptable para ambas partes», agregó.

El primer ministro británico, Boris Johnson, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, hablaron por teléfono el sábado.

«Se han hecho algunos avances, pero persisten graves divergencias», sobre todo con respecto a la pesca, una cuestión muy sensible, dijo la responsable europea. Downing Street coincidió en que las diferencias siguen siendo «significativas» en el tema pesquero y en las reglas de competencia leal.

El ministro de Medioambiente, George Eustice, dio a entender el lunes que Londres podría flexibilizar su postura acerca del acceso europeo a los ricos caladeros británicos.

«En lo que respecta a la pesca, siempre hemos estado dispuestos a adoptar un enfoque razonable, considerando en particular acuerdos que podrían abarcar dos, tres años por ejemplo», dijo al canal Sky News.

En este contexto, la Cámara de los Lores –cámara alta del parlamento británico– vota el lunes por la tarde el proyecto de Ley de Mercado Interno.

Armonizando el comercio posbrexit entre las cuatro naciones que forman el Reino Unido, este texto revoca parte de los compromisos adquiridos por Londres en el acuerdo de divorcio respecto a la frontera entre la provincia británica de Irlanda del Norte y la República de Irlanda, país miembro de la UE.

Los Lores podrían infligir un revés al gobierno de Boris Johnson, por considerar que esta abierta violación de un tratado internacional pone en peligro la reputación y la credibilidad del Reino Unido.

El presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden, ya advirtió en septiembre que toda amenaza al frágil proceso de paz en Irlanda sería un obstáculo para el acuerdo de libre comercio que Londres quiere alcanzar con Washington. «No podemos permitir que el acuerdo del Viernes Santo, que trajo la paz a Irlanda del Norte, se convierta en una víctima del Brexit», advirtió Biden, que tiene raíces irlandesas.

Pero el ejecutivo británico insiste en que la nueva ley «trata de proporcionar claridad y seguridad jurídica y proteger el mercado interno del Reino Unido, pero sobre todo de respaldar el acuerdo de Belfast (…) no de socavarlo», al proteger los intereses de los norirlandeses unionistas, según Eustice.

Problemas sin acuerdos

En el caso en que Londres y Bruselas no alcancen un acuerdo comercial posbrexit, el ejecutivo británico ya no tendría que reconocer las actividades tradicionales y podría decidir quién tiene derecho a acceder a sus aguas.

Según el derecho internacional, el mismo país costero decide los porcentajes de totales admisibles de captura (TAC) en función de la cantidad de reservas en el mar.

No obstante, el derecho internacional exige a los británicos que «cooperen con otros Estados con los que comparten» reservas pesqueras, recuerda el CNPMEM.

«Reino Unido tendrá dos opciones: considera que sus TAC podrán ser pescados por toda su flota o decide que su flota no está capacitada para pescar una pequeña parte de estos TAC», añade.

Si se diera esta segunda opción, entonces Londres podría dejar las especies que sobran en el agua o permitir que las capturen pescadores de otros países.

Los pescadores daneses esperan con ansia un acuerdo sobre el Brexit

En el puerto danés de Thyboron el cielo está gris, como el estado de ánimo de los marineros en cuanto se menciona la palabra Brexit. Casi todos sus 2.000 habitantes conocen a alguien cuyo sustento depende de las capturas en aguas británicas.

Desde hace unos años el barco de Tamme Bolt, a la cabeza de una tripulación de diez personas, pesca cada vez más en aguas británicas, siguiendo las migraciones de los peces en el mar del Norte. Si no se puede acceder, «perderemos un tercio de nuestros ingresos» y quizá yo tenga que despedir a empleados, se queja este hombre que ronda los 50 años.

Al igual que él, entre los 300 miembros de la asociación pesquera local, la más grande del país, muchos realizan entre el 10 y el 70% de sus capturas (bacalao, arenque, lanzón …) en las ricas aguas británicas del mar del Norte. La «Tina Jeannette», un arrastrero de 247 toneladas, sólo pesca en ellas.

Las negociaciones son complicadas. Los británicos quieren recuperar el control exclusivo, lo que genera una gran preocupación entre los pescadores «continentales», desde el Atlántico hasta el mar del Norte, pasando por el canal de la Mancha.

«En realidad toda la cadena está amenazada por las consecuencias negativas de un Brexit duro», resume el director del puerto de Thyboron, Jesper Holt Jensen. Toda la comunidad se vería afectada: en el distrito de Lemvig, al que pertenece el puerto, el 5% de los puestos de trabajo dependen de la pesca.

Si no hay acuerdo, las pérdidas podrían ser considerables: hasta 10 millones de coronas para los habitantes locales, 1.000 millones (134 millones de euros, 159 millones de dólares) a nivel nacional, estima Alfred Fisker Hansen, el presidente de la asociación.

Se acerca la fatídica fecha del 1 de enero en la que los acuerdos dejarán de aplicarse. Por el momento es imposible predecir nada.

En Thyboron, gran parte de las capturas en aguas británicas se transforma en pienso para peces de piscifactoría.

Es el caso de «999», una gran empresa de harina y aceite de pescado, cuyo director general, Jes Bjerregaard, insiste en que «un buen Brexit sería un Brexit donde sigamos como hoy».

Entretanto «estamos a la espera de las conclusiones (de las negociaciones) y luego tomaremos las acciones necesarias para minimizar una pérdida potencial», explica.

El tiempo apremia, recuerda el empresario.

Una preocupación que comparte Nordsotrawl, que fabrica redes de pesca para arrastreros.

En un gran edificio junto al muelle, con vistas a los barcos amarrados que se preparan para salir al mar, los empleados trabajan en un pedido para un barco noruego.

Tejen redes de colores brillantes mientras charlan. De fondo suena la radio local. Ninguno sabe lo que les depara el futuro.

«Tendrá un gran impacto en la flota pero también en nosotros», declara el jefe de Nordsotrawl, Flemming Ruby, hijo de un pescador.

Sin acceso a aguas británicas, «podemos ir a otro lugar, pero es lo mismo para los otros barcos», recalca Tamme Bolt. «Los pescadores noruegos, daneses, alemanes y holandeses corren el riesgo de encontrarse en pequeñas zonas y eso nunca es bueno», lamenta.

¿Y qué pasaría con los pescadores británicos, muy partidarios del Brexit? Según Alfred Fisker Hansen serán incapaces de explotar su riqueza pesquera.

«No creo que tengan la flota para capturarlos, no tienen la industria para transformarlos y esperemos que tampoco tengan el mercado para venderlos», comenta con ironía.

Los pescadores quieren un acuerdo duradero.

«Necesitamos un acuerdo a largo plazo que no tengamos que renegociar cada año, porque eso sería agotador para todo el mundo», afirma el representante de los pescadores.

Con la vecina Noruega, que no es miembro de la UE, el Reino Unido alcanzó un acuerdo parcial a finales de septiembre, basado en cuotas y acceso mutuo a las zonas de pesca. Pero será objeto de discusiones cada año.

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