La ingeniera guipuzcoana Arantxa Tapia repetirá en el Gobierno vasco, en el que ha ido ganando peso durante esta legislatura y del que se ha convertido en uno de los referentes más visibles, más ahora cuando asume el reto de dirigir la reconstrucción de la economía vasca tras la crisis del covid-19. Tapia volverá a dirigir la cartera de Pesca del Gobierno Vasco. Dentro del propio sector pesquero vasco recibe todo su apoyo por la gestión desarrollada en esta área en las últimas legislaturas.
En su tercera legislatura Tapia será la encargada de gestionar las áreas de Desarrollo Económico, Sosteniblidad y Medio Ambiente, esta última incluida durante los últimos cuatro años en la consejería que ha dirigido el socialista Iñaki Arriola.
Desde diciembre del 2012
Tapia accedió al ejecutivo autonómico en diciembre de 2012, en plena recesión económica, al frente de una de las consejerías de más calado en la recuperación económica, con la política industrial bajo su mando.
Apenas un segundo después de que se empezara a hablar de que el nuevo Gobierno podría tener dos vicelehendakaris, Arantxa Tapia era una de las opciones que aparecía en cualquier quiniela, lo que habla por sí solo de la alta consideración que se sabe que Iñigo Urkullu tiene de ella y del peso específico que tiene dentro del gabinete, donde compone el núcleo duro junto a Erkoreka y Azpiazu.
Nacida en Astigarraga en 1963 cuando esta localidad era un barrio de San Sebastián –se desanexionó en 1987–, y afincada en Zumaia, Tapia se ha labrado una reputación como gestora eficaz y resolutiva. A una elevada capacidad intelectual aúna plena disposición al trabajo, un contrastado don de gentes y una indudable seguridad en sí misma, propiedades que la ayudan a no temer ningún obstáculo y a sortear cualquier dificultad.
Urkullu la conoció de cerca allá por 2008, al coincidir en ‘Think Gaur 2020’, un grupo de reflexión estratégica sobre el futuro de Euskadi creado por el PNV. Cuando ganó las elecciones en 2012, no dudó en llamarla para encomendarle la tarea de pilotar la política industrial de una Euskadi en recesión azotada aún por la crisis de 2008 y con problemas de primerísimo nivel como la situación de Fagor Electrodomésticos, la crisis del acero o el conflicto del ‘tax lease’ vasco. La puso al frente de un macrodepartamento que también abarcaba Agricultura y Pesca y Turismo.
En 2016 no solo renovó su confianza en ella, sino que le añadió nuevas competencias. Desgajado Turismo en virtud del acuerdo con el PSE, asumió también el área de Infraestructuras, con el reto de dar los pasos definitivos para que pudieran culminar las obras del Tren de Alta Velocidad, proyecto que ha dejado encarrilado. La acumulación de áreas y la relevancia de estas hizo que enseguida hubiera quien la definiese como la ‘superconsejera’.
Y es que contradiciendo su apellido, Urkullu ve en ella un campo abierto de soluciones ante cualquier problema, reto o imprevisto. Adivinen en quién ha confiado más durante la crisis del coronavirus. Tapia ha sido la comisionada encargada de gestionar la desescalada.
Su habitual presencia en medios de comunicación hacen de ella una de las caras más conocidas del Gobierno Vasco y pueden dar la idea de que lleva toda la vida en política. Nada más lejos de la realidad.
Investigación y universidad
Dio el salto hace 15 años, cuando fue nombrada viceconsejera de Transportes y Obras Públicas. Tras dos años en el cargo, en 2007 pasó a la Diputación de Gipuzkoa para dirigir el departamento de Movilidad y Ordenación del Territorio. Cuando el PNV perdió las elecciones forales en 2011, Tapia fue por unos meses juntera en Gipuzkoa, hasta que en noviembre de ese año el partido la designó cabeza de lista en Gipuzkoa para las elecciones generales y fue elegida diputada en el Congreso, donde estuvo apenas un año antes de ser reclutada por Urkullu.
