El coronavirus tiene amenazado el futuro de los pescadores de Tarragona.La imposibilidad de respetar las medidas de prevención y la caída del precio del pescado, las principales causas. Los pescadores de L´Ametlla juzgan este el peor año de su histora, entre los temporales del Gloria y el coronavirus. Aseguran que no pueden garantizar las medidas necesarias en sus puestos de trabajo para evitar el contagio. A esto, se suma la caída de los precios del pescado debido al cierre de restaurantes. Así es la situación que está viviendo este colectivo. No pueden más. No lo soportan más. El sector lleva días pidiendo al gobierno central poder acogerse al procedimiento de Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) al no cumplir las normas de prevención. Ayer, la Confraria de Pescadors de Tarragona informaba a los armadores que ya tenían el permiso para despedir temporalmente a sus trabajadores, según Diari de Tarragona
Los pescadores no pueden respetar las medidas de prevención, como por ejemplo, la distancia de seguridad entre empleados. Las embarcaciones son pequeñas y en la mayoría de ellas van entre 5 y 15 marineros. Además, la tarea propia del oficio también imposibilita la separación entre ellos. «El trabajo se concentra en la popa del barco. Nos pasamos las cajas unos a otros y escogemos el pescado todos juntos. No hay otra manera de hacerlo», explica Andreu Domènech, armador de una embarcación del arrastre. Con la humedad y el agua del mar, las mascarillas acaban deteriorándose y los guantes se rompen al tocar la red. «Hay marineros que tienen miedo y que no quieren correr el riesgo de contagiarse. Nosotros lo entendemos», añade Domènech.
El precio del pescado cae
A la falta de seguridad se suma la caída en picado del precio del pescado. Los restaurantes y la mayoría de los comercios están cerrados y, por lo tanto, la demanda ha bajado considerablemente. «En un día normal podríamos llegar a hacer unos 3.000 euros, estos días no pasamos de 1.000», explica Domènech. «Si a esto le sacamos la gasolina y la seguridad social de los trabajadores, nos quedamos sin nada», apunta este armador, quien reconoce que la situación es insoportable.
Por poner un ejemplo, la gamba de Tarragona va, normalmente, a 60 euros el kilo. Estos días, se está vendiendo a 30. «El marisco y el pescado más caro se lo quedan los restaurantes. Estos días están cerrados, por lo tanto, apenas tienen salida», comenta Domènech. Fuentes de la Confraria de Pescadors de Tarragona aseguran que los precios han bajado hasta un 80%.
Por todo ello, el sector pide poder acogerse a un ERTE, es decir, despedir de manera temporal a los marineros. Finalmente, parece que ayer les dieron luz verde. Todavía no se sabe a cuántos trabajadores acabará afectando esta medida. «Hay muchos que no quieren embarcarse. Y lo entendemos. Arriesgan su salud a cambio de nada, ya que la mayoría de embarcaciones no sacan beneficios», explica la secretaria de la Confraria, Rosa Sans, quien añade que el viernes ya dejaron de salir 11 de la 24 barcas del arrastre que hay en Tarragona. «Un auténtico desastre», apunta la secretaria.
Xavi Vizcarro es otro armador. En su embarcación van dos tripulantes. «Intentamos ponernos muy separados. Uno en la cocina y el otro en el puente. No nos juntamos ni para comer», explica. El mayor miedo de Vizcarro es que esta situación se alargue hasta el mes de mayo, momento en el que empieza la veda. La parada biológica de la pesca del arrastre dura mayo y junio. «Si se empalma una cosa con la otra significará que en los próximos tres meses y medio no entrarán ingresos en la empresa», asegura Vizcarro, quien no deja de pensar en los armadores. «Los marineros irán al paro. ¿Pero, y nosotros? ¿De qué viviremos?», se pregunta.
El sector de la pesca lleva años aguantando temporales importantes que han hecho replantear el oficio. Esta situación le está sobrepasando.