Asturias emplea drones contra la pesca furtiva entre la costa del Cabo Peñas a la de Moniello-Luanco.Según la Consejería de Pesca asturiana, en 2017 se encontraron en las aguas 1.754 casos de pesca furtiva y marisqueo profesional.Solo en 2017 se incautaron percebes de pesca furtiva por valor de 1,3 millones de eurosY aunque esta segunda está regulada por la legislación autonómica, la captura del percebe es ilegal. Sin embargo, desde hace unos años esta práctica está en auge y es cada vez más reincidente. ¿Problema? No solo compromete la sostenibilidad del entorno sino que supone una merma económica importante para los profesionales del sector.
El reclamo del percebe viene motivado por el elevado precio que presenta en pescadería. Para hacernos una idea, la lonja del puerto de Avilés (Asturias) subastó 8.832 kilos a un precio de 19 euros el kilo, en 2018. Esto trae como resultado que el precio final al consumidor sea ligeramente superior al doble: los mercados asturianos venden percebes entre 50 y 68 euros el kilo. Y, claro, en mitad de este contexto es donde los furtivos encuentran negocio.
Si en el mercado legal la escasa oferta incrementa el precio, los furtivos han encontrado un nicho de mercado en la hostelería. Son los restaurantes y sidrerías asturianas los que más alas dan a esta práctica al comprar los percebes baratos que les venden los furtivos. Y es que, en 2017, se incautaron más de 50.000 kilos de percebe que alcanzaron un valor total de 1,3 millones de euros, lo que se traduce en 26 euros el kilo, según las declaraciones que dio la consejera de Desarrollo Rural y Pesca a La Voz de Asturias.
La tecnología de los drones ha llegado a los operativos de vigilancia pesquera con una tarea clara: facilitar el trabajo de los equipos. Los agentes, con catalejos y prismáticos en mano, se dedican a controlar diariamente la pesca profesional, la deportiva o la furtiva. Aproximadamente una vez al mes, un dron les acompaña durante media jornada para tratar de parametrizar las prácticas no reguladas (si es que las hubiese).
Cada día, peinan la costa de Gijón hasta Avilés con el objetivo de mantener el orden y la legalidad en las aguas asturianas. Y es precisamente en mitad de este operativo tan rutinario donde el DJI Matrice 210 entra en juego al incorporarse eventualmente a los equipos de vigilancia de Llanes, Luarca y Gijón. Cabe matizar que no son los agentes de vigilancia quienes dirigen el dron, sino que están acompañados por un piloto de la empresa Aerón, que actúa como interlocutor entre la tecnología más puntera y el conocimiento de las costas de Asturias.
“Los drones son una ayuda más, pero el factor humano es imprescindible”, nos dicen. De hecho, el piloto se limita a ejecutar las directrices de los agentes e informar sobre las limitaciones y posibilidades del dispositivo. Y es que, sin la experiencia de personas como Goyo y Pablo, la presencia del dron sería completamente inútil: ellos son quienes saben a qué hora es más conveniente volar y, por experiencia, qué embarcaciones merece la pena detenerse a observar.