Cuando se acerca una reunión internacional sobre pesca y océanos, se publica un informe de una ONG para crear un sentido de absoluta urgencia para limitar la pesca. Con el apouo los llamados datos científicos extravagantes, es habitual denunciar la pesca colectiva con todo el daño que hace hacia su desarrollo.
Ejemplo está en las recientes declaraciome de Isabelle Autissier sobre el peso del fitoplancton y las algas para producir el oxígeno que consumimos (90% en lugar de 50%); el mito de la ausencia de peces en los océanos en 2050, que se reitera continuamente, aunque durante mucho tiempo es reconocido como exagerado por los propios autores; los cálculos improbables de WWF y UICN para estimar el valor financiero del capital natural.
Otro ejemplo, Paul Watson, que minimiza la reproducción de peces por medio de focas; el peso de las redes de pesca en desechos plásticos sobreestimados en G7; el estudio engañoso del UFC Que Choisir en vísperas del Consejo Europeo sobre cuotas de pesca; la afirmación de que «el 55% de los océanos está sujeto al impacto de la pesca» de un estudio en el que el resultado cambia dramáticamente de acuerdo con el tamaño de los cuadrados observados … Temas a menudo tratados por el navegante de forma crítica sin considerar sus fatales consecuciencias.
Todo ello hace que la opinión pública «imbuida de un catastrofismo le hace incapaz de recibir mensajes positivos antes tener una idea correcta». En particular, se ha logrado un progreso considerable en la restauración de recursos en muchos países desarrollados. «Todavía hay mucho camino por recorrer, pero si desea encontrar esperanza, es mejor reconocer los éxitos y los avances»., señalan pescadores franceses, un poco hartos de las noticias negativas que corren sobre esta profesión.
