La ayuda se iba a hacer respetando los límites de cuantía establecidos por la normativa de mínimos, que en el marco temporal habilitado por la Unión Europea para este episodio de crisis derivada de la guerra de Ucrania.
Esta ayuda contribuya a hacer viable la actividad pesquera y que se ha visto afectado «de manera negativa por la pandemia, en primer lugar, y más recientemente, por el incremento de los costes del carburante» lo que ha generado una situación «extraordinariamente grave que amenaza la viabilidad económica de la flota y su propia pervivencia». «La subida de los precios del gasóleo sigue repercutiendo negativamente en la rentabilidad de la flota pesquera, suponiendo un riesgo para su continuidad», según fuentes de los armadores que ven que el gasto en gasóleo supone un alto porcentaje de los costes de explotación de un barco pesquero y que no puede compensar con un mayor precio del pescado vendido.
La ayuda extraordinaria pretende socorrer a la flota para intentar paliar los costes adicionales sufridos por el aumento del precio del combustible y tratar de asegurar el mantenimiento de su actividad y de su competitividad, «estando justificada la modalidad de subvención mediante concesión directa, en tanto en cuanto hace inexistente la concurrencia competitiva».
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