A pesar de más de una década de esfuerzos normativos bajo la Directiva Marco sobre la Estrategia Marina (DMEM), la mayoría de las aguas europeas siguen lejos de alcanzar el Buen Estado Ambiental (BEA). Así lo concluye un estudio internacional coordinado por AZTI en el marco del proyecto europeo #GES4SEAS (Horizon Europe), cuyos resultados han sido publicados en la revista científica Conservation Letters.
Se trata de la primera evaluación integral de los 11 descriptores ambientales definidos por la estrategia comunitaria –que incluyen biodiversidad, pesquerías, contaminación, basura marina, ruido submarino y especies invasoras, entre otros– en todas las regiones marinas de la UE.
El diagnóstico es contundente: las presiones humanas –desde la sobrepesca y la contaminación hasta los efectos del cambio climático– continúan actuando de manera acumulativa, sin que las medidas actuales hayan logrado frenar su impacto. En muchos casos, los planes nacionales se han mostrado fragmentados o poco eficaces, lo que compromete la recuperación de ecosistemas clave.
“El futuro de la salud de nuestros mares no puede depender del azar geográfico ni del compromiso político de cada país”, advierte Ángel Borja Yerro, investigador de AZTI y coordinador del trabajo.
La relevancia del estudio ha llevado a la Comisión Europea a contactar con el equipo investigador, con el fin de presentar esta metodología a expertos nacionales y explorar su aplicación como herramienta de seguimiento y evaluación en los próximos ciclos de planificación.
El informe subraya que la biodiversidad marina es esencial no solo para la sostenibilidad de la pesca y la acuicultura, sino también para funciones críticas como la regulación climática y la generación de empleo en la llamada economía azul.
Si no se corrigen los fallos estructurales detectados, la UE podría ver comprometidos tanto sus compromisos internacionales en materia de clima y biodiversidad como el futuro de sectores dependientes del mar.
El estudio refuerza la urgencia de invertir más en ciencia aplicada, mejorar la gobernanza marina y poner en marcha acciones coordinadas y ambiciosas que trasciendan las fronteras nacionales. Solo de este modo, señalan sus autores, será posible revertir una tendencia que amenaza la resiliencia de los ecosistemas europeos y, con ello, el bienestar de millones de ciudadanos que dependen de ellos.
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