Una prueba genética cambiará la lucha contra la pesca ilegal por medio de un nuevo dispositivo PCR que acelera los controles de productos del mar. El dispositivo promete ser un cambio radical en la lucha contra la pesca ilegal y el fraude alimentario.
En Estados Unidos, los funcionarios pesqueros están a punto de equiparse con una tecnología revolucionaria: un dispositivo de PCR rápido que puede identificar más de 100 especies de peces en solo unas horas en el puerto. Esto significa no sólo una ofensiva sin precedentes contra la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada, sino también una oportunidad concreta para reducir el fraude alimentario que aún socava la transparencia y la trazabilidad de la cadena mundial de suministro de pescado.
Detrás de esta innovación están la Oficina de Aplicación de las Leyes Pesqueras de la NOAA y la Universidad Internacional de Florida, quienes desarrollaron y probaron el dispositivo en condiciones reales. La herramienta ya demostró su potencial durante una prueba en el Puerto de Newark en noviembre pasado, identificando más de 27 toneladas de pescado capturado ilegalmente o mal etiquetado. Un resultado que habla por sí solo y que anticipa un cambio de ritmo en la gestión de las importaciones de pescado en Estados Unidos.
Hoy en día, sin esta herramienta, identificar correctamente las especies requiere realizar inspecciones visuales minuciosas y, en casos dudosos, enviar muestras a laboratorios especializados. Un proceso largo, que ralentiza el movimiento de mercancías y deja lugar a errores. Sin embargo, con el nuevo dispositivo PCR bastarán unas cuantas muestras insertadas en el sistema para obtener resultados fiables en tiempo real. El secreto está en los marcadores genéticos: cada especie reacciona químicamente de forma única, lo que permite a los inspectores desenmascarar fraudes o violaciones directamente en el campo.
El proyecto de ley también promete fortalecer el SIMP, el Programa de Monitoreo de Importaciones de Mariscos, que ya está en marcha en Estados Unidos para garantizar la legalidad de las importaciones de especies de alto riesgo como el atún. Estamos hablando de cifras enormes: solo en 2023, más de 773.000 toneladas de productos del mar por un valor de 6.430 millones de dólares pasaron por Estados Unidos a través del SIMP, y el atún por sí solo representó aproximadamente la mitad del total. Mejorar los controles significa no sólo garantizar la legalidad del producto, sino también proteger un mercado de valor estratégico.
El objetivo final es hacer que estas pruebas genéticas sean cada vez más accesibles, para que se conviertan en una parte integral de los procedimientos rutinarios en los puertos y puntos de inspección. Con esta evolución tecnológica, Estados Unidos pretende convertirse en líder en trazabilidad del pescado, enviando un mensaje contundente a los mercados internacionales: quienes se centren en la transparencia siempre tendrán una ventaja competitiva.
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