El Ministerio para la Transición Ecológica ha catalogado más de 7.500 kilómetros cuadrados de aguas territoriales españolas como «zona de uso prioritario para la energía eólica marina» o «zona de alto potencial» para el desarrollo de esta tecnología. En muchas de esas zonas, donde el recurso eólico es mucho mayor que en tierra firme, las soluciones flotantes serán las elegidas. Y la industria eólica española está muy bien posicionada para desarrollar esos parques flotantes, que tendrían mucho menor impacto visual que los terrestres, y también menor impacto ambiental que los parques marinos cimentados. La Asociación Empresarial Eólica (AEE) acaba de publicar «Preguntas frecuentes sobre la eólica marina en España». Aquí van las respuestas.
«España dispone de la cadena de valor completa* del sector eólico con muchas empresas nacionales ya involucradas en proyectos de eólica marina desarrollados en el extranjero. Por ello, España tiene la oportunidad de convertirse en un hub industrial y de desarrollo tecnológico en eólica marina, especialmente de tecnología flotante». Lo dice la AEE en su documento «Preguntas frecuentes sobre la eólica marina en España». En él, da muchas pistas sobre el futuro inmediato de la eólica marina y, sobre todo, muchos datos sobre el presente. Ahora mismo, por ejemplo, en las aguas territoriales del Viejo Continente hay 25.000 megavatios de potencia eólica instalada (2.900 fueron erigidos el año pasado, el Año del Covid, lo que denota la madurez y la robustez de un sector capaz de sortear hasta el fenómeno más extraordinario, una pandemia global que afectó y sigue afectando a la logística en todo el mundo). Pero esos 25.000 megavatios (25 gigas) son solo el principio. El Plan Estratégico Europeo en Tecnologías Energéticas (SETPlan) ha adoptado como objetivo consolidar el liderazgo global de la Unión Europea (UE) en energía eólica marina, y, hace solo unos meses, la Comisión Europea aprobaba la Estrategia Europea de Energías Renovables Marinas, estableciendo objetivos de más de sesenta gigavatios (GW) en 2030 y trescientos gigas para 2050.
Horizontes inabarcables
El mercado es formidable. Reino Unido, Alemania, Dinamarca, Holanda, Bélgica y Francia lo saben, y por eso son las naciones que encabezan la clasificación europea de potencias eólicas marinas. Sí, un mercado formidable, y cada vez más vasto. Porque si hasta ayer eran las aguas someras (de escasa profundidad) las únicas capaces de acoger aerogeneradores marinos, ahora la tecnología flotante está abriendo horizontes sencillamente inabarcables. Lo cuenta la AEE en su documento: la eólica marina -explica- opera con aerogeneradores más potentes que la terrestre; y, además, la eólica marina flotante, que puede alejarse más de la costa (hasta colonizar aguas muy profundas) está sometida a vientos mucho más poderosos que los que agitan los aerogeneradores próximos a tierra firme. «La flotante -explica AEE en su informe- implica además mayores factores de capacidad que la tecnología de cimentación fija, al tener disponible un recurso eólico más intenso y de mayor constancia». Así, por ejemplo, en el caso de Hywind, el pionero parque flotante, en aguas escocesas, el factor de capacidad del año 2020 ha sido del 57,1%, mucho mayor que el factor de capacidad de la eólica marina de Reino Unido de cimentación fija, que tiene un factor de capacidad del 40%, y, así mismo, mucho-mucho mayor que el 24% de la eólica terrestre.
Según AEE, el 80% del recurso eólico marino en Europa se encuentra localizado en aguas de más de 60 metros de profundidad. Y la situación actual de la tecnología de eólica flotante «ya permite hoy en día -aseguran en la asociación- la instalación de grandes parques comerciales» en aguas con esas profundidades. Es más, concretamente en Canarias, ahora mismo sería más barato generar electricidad con un parque eólico marino flotante que producir esa electricidad tal y como lo hacen, es decir, quemando combustibles fósiles (diésel, gas, fuelóil). Según el Anuario Eléctrico de Canarias, el coste medio de la generación en el archipiélago en 2019 se situó en los 152,45 euros. Pues bien, los costes de los proyectos comerciales flotantes -señalan en AEE- oscilan en la actualidad entre los 80 y los 100 euros el megavatio hora, es decir, que generar un megavatio hora en una plataforma eólica flotante es mucho más barato que hacerlo en tierra firme en una central térmica de fuel como las que tiene Endesa en Canarias. Eso, sin entrar en los números de la eólica marina de cimentación, que viene arrojando números extraordinarios: 44 euros el megavatio hora en subastas de 2019, cuando apenas cinco años antes, en 2014, las subastas estaban en los 150 euros (entre la fecha de adjudicación y la puesta en servicio del parque suelen pasar entre cuatro y seis años).
Volviendo otra vez la mirada al norte, ya hay varios países que cuentan con parques eólicos marinos flotantes en el Viejo Continente, como Reino Unido (treinta megavatios, 30 MW), Portugal (25 MW) y Noruega (3,6 MW), y también hay naciones que están ahora mismo desarrollando proyectos que pondrán en servicio en los próximos 3 años, como Francia (113,5 MW), Noruega (88 MW) y Reino Unido (48 MW). Muchos gobiernos, en todo caso, tienen claro que la eólica marina, sea cimentada al lecho, sea flotante, es parte clave de la solución al desafío energético en el que estamos metidos. «Como referencia -señala la AEE en su informe-, Italia, el país con menores objetivos en eólica marina, plantea 900 MW de offshore a 2030, con unas condiciones de viento muy inferiores a las de España». El Gobierno español sin embargo no especifica objetivo eólico marino alguno en su Plan Nacional Integrado de Energía y Clima, lo que contrasta poderosamente con la actividad del sector eólico nacional, que no solo ha protagonizado, junto a otros actores internacionales, la revolución eólica que ha tenido lugar a escala global a lo largo de las tres últimas décadas, sino que, además, en lo que a la marina se refiere, es extraordinariamente activo. Ahora mismo existen numerosos conceptos de energía eólica flotante que están siendo desarrollados en diferentes regiones, Europa, Estados Unidos y Japón a la cabeza. Pero se da la circunstancia de que España es el país en el mundo con el mayor número de tecnologías desarrolladas (9 de 34 a principios de 2021). [Junto a estas líneas, tecnologías de cimentación fija; más abajo, algunas de las soluciones flotantes con las que la industria ya está trabajando].
España tiene, como se dijo al principio, más de 7.500 kilómetros cuadrados de aguas que la Administración ha catalogado como de alto potencial o prioritarias para el desarrollo de proyectos offshore. Se trata de aquellas zonas en las que (1) el recurso eólico es «idóneo para la explotación comercial», pues alcanza valores superiores a los 7,5 metros por segundo de velocidad de viento a 100 metros de altura (en el caso de la península) y a 140 metros de altura en el caso de Canarias; (2) la profundidad no supera los 1.000 metros; (3) “a ser posible, se encuentran próximas a una zona en tierra con las infraestructuras eléctricas adecuadas para la evacuación de la energía generada”; y (4) no se encuentran en zonas identificadas por la Dirección General de Biodiversidad como incompatibles.
Más de 7.500 kilómetros cuadrados, en fin, en los que cabe mucha eólica marina, buena parte de la cual (sino toda) va a ser flotante. Porque resulta que tanto en torno a la península como en las aguas que rodean el archipiélago canario el mar gana profundidad muy rápidamente, y las soluciones elegidas van a ser necesariamente flotantes. Entre otras cosas, y además, porque el turismo manda mucho en el país y la prioridad será seguramente evitar impactos (visuales o de cualquier otro cariz) en ese sector.
La industria eólica nacional siempre lo ha tenido claro y por eso apostó muy pronto por desarrollar soluciones flotantes, que permiten llevarse los aerogeneradores mar adentro, lejos de la mirada de los bañistas, a zonas además en las que el recurso es mucho mayor que junto a la costa o tierra adentro. Los nuevos emplazamientos a los que la tecnología flotante va a llegar presentan -explica AEE en su informe- factores de capacidad elevados «que pueden superar las 4.000 horas equivalentes, y que permiten una disminución sustancial del impacto ambiental y visual» (para comparar, baste decir que un parque eólico terrestre medio se mueve en torno a las 2.000 horas).
O sea, que estamos ante un recurso, el viento, mucho mayor (según AEE, entre un 30 y un 50% mayor); un recurso que el sector va a poder encontrar en un área mayor (el mar abierto va lógicamente mucho más allá del horizonte que se otea desde la costa). La eólica marina además puede emplear máquinas (y las está empleando) mucho más potentes (estamos hablando de aerogeneradores de quince megavatios, cuando los más potentes en tierra firme apenas superan los cinco o seis); y puede así mismo abordar parques mucho-mucho más grandes: «actualmente -recoge AEE en su informe-, los proyectos marinos llevados a cabo en Europa tienen una potencia que va desde los 200 MW hasta los 1.220 MW, con una tendencia a instalar mayores potencias debido a los beneficios de las economías de escala y a la evolución tecnológica».
Y la AEE lo tiene muy claro: (1) «la situación actual de la tecnología de eólica flotante ya permite hoy en día la instalación de grandes parques comerciales», y (2) «España tiene la oportunidad de convertirse en un hub industrial y de desarrollo tecnológico en eólica marina, especialmente de tecnología flotante».
De todo ello habla en «Preguntas Frecuentes sobre la Eólica Marina en España», documento que publicó ayer y en el que contesta a las cuestiones principales, relativas a los objetivos que puede y debe abordar esta tecnología, su potencial, el impacto económico, un análisis de las diferentes soluciones disponibles (tanto de cimentación a lecho como flotantes), los elementos que componen un parque eólico offshore, los beneficios económicos del desarrollo de la eólica marina para España, el análisis de su impacto ambiental, sinergias con otras actividades, etc.
En el horizonte -perfila la Asociación-, muchos potenciales beneficios. Para empezar, empleo. Según el «Informe sobre la economía azul de la UE de 2020», de la Comisión Europea, los empleos en el sector de la eólica marina (210.000) suponen ya el 51% del total del empleo soportado por el sector eólico en su conjunto. Para empezar.
Empleo en el sector, directamente, pero también en otros sectores estratégicos de la economía española: construcción naval y astilleros; ingeniería civil y consultoría; industria de la construcción (grandes infraestructuras, metálicas y de hormigón); industria marítima auxiliar; gestión portuaria; universidades e institutos de investigación; equipamiento eléctrico…
Elevado impacto socio-económico, pues, y bajo impacto ambiental. La Asociación Empresarial Eólica incluye en su informe varias referencias muy interesantes. Son estas.
1. Greenpeace UK ha publicado recientemente «A Green Recovery. How we Get There», un documento en el que considera como primera prioridad política el conseguir que la eólica marina sea la columna vertebral del sistema eléctrico de Reino Unido, con al menos 40 GW instalados en el país para 2030. Entre las medidas que proponen en dicho informe AEE destaca esta: “dar clara prioridad a la eólica marina en el uso del espacio marítimo, por delante de la extracción de combustibles fósiles y de arenas, y de la pesca, y requerir al estado designar sustancialmente más espacio marítimo para la energía eólica de la propuesta actual».
2. El apoyo de Greenpeace a la eólica marina se ha mostrado también en Italia, donde ha sido una de las organizaciones firmantes del «Manifiesto para el desarrollo de la energía eólica marina en Italia, de conformidad con la protección del medio ambiente y el paisaje». Firman también ese manifiesto Legambiente (asociación ambientalista italiana), ENAV (Asociación Eólica Italiana) y Kyoto Club. En el documento en cuestión los firmantes exponen su interés en la difusión de la eólica marina, y piden la revisión significativamente al alza de los objetivos del Plan Nacional de Energía y Clima italiano en esta tecnología, actualmente en 900 MW para 2030 (el plan español no precisa una potencia eólica marina objetivo a alcanzar en esa fecha).
3. En Australia, país donde todavía no existe eólica marina, Friends of the Earth ha realizado una propuesta del marco legislativo para permitir el despliegue de esta tecnología, y ha reiterado en numerosas ocasiones la necesidad y urgencia de que esta legislación sea aprobada. Friends of the Earth Australia incluso está recogiendo firmas para pedir al Gobierno acelerar la creación de este marco legislativo que permita la aprobación y subsecuente construcción de parques eólicos marinos.
4. Oceana, la mayor organización internacional centrada exclusivamente en la conservación de los océanos, la protección de los ecosistemas y las especies amenazadas también ve como positivo el desarrollo de la eólica marina, habiendo pedido en numerosas ocasiones que España siguiese el paso de países más avanzados en esta tecnología como Dinamarca. De esta manera, han reclamado el apoyo al impulso de la eólica marina, llegando a pedir la instalación en España de un mínimo de 1.000 MW de eólica marina.
España dispone de la cadena de valor completa del sector eólico -concluye AEE-, y tiene la oportunidad de convertirse en un hub industrial y de desarrollo tecnológico en eólica marina, especialmente de tecnología flotante: «la promoción de la actividad tecnológica e industrial de la energía eólica marina flotante en España contribuirá a la mitigación de los efectos del cambio climático a través del desarrollo de una energía limpia y conllevará un impacto macroeconómico positivo, derivado de la creación de empleo cualificado, aumento de las exportaciones y crecimiento del PIB nacion.
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