El año 2020 puso patas arriba a la humanidad. Desde el pasado marzo, la pandemia por coronavirus ha arrasado, como un tsunami, a la sociedad y a la economía de todos los países del globo, sin excepción. El sector español de la acuicultura no ha sido, por supuesto, ajeno a esta situación.
Desde un primer momento, la Unión Europea y el Gobierno de España tuvieron claro que, inmediatamente después de la defensa de la salud pública, debía garantizarse a toda costa el aprovisionamiento de alimentos a la sociedad como algo esencial. En este sentido, la producción en España de alimentos de origen acuático mediante acuicultura tuvo la consideración de sector esencial y la totalidad de las empresas españolas de acuicultura se mantuvieron activas.
Sin embargo, las complicaciones operativas y la volatilidad de los mercados han sido retos difíciles de superar. Con las sucesivas olas de la crisis sanitaria los bares y restaurantes han continuado básicamente inactivos, extinguiéndose la leve recuperación experimentada durante el verano. Especialmente, ha quedado apagada la parte dependiente del turismo y esto ha tenido un impacto grave sobre el sector de la acuicultura, según el informe de la patronal Apromar.
La acuicultura mueve al año en España 348.395 toneladas con una facturación de 472 millones de euros al año, de los que 70 millones de euros se facturaron en la Comunidad Valenciana. La principal producción en España es el mejillón, con 273.000 toneladas, seguido por la lubina (22.640 toneladas), la trucha arco iris (18.856) y la dorada (14.930 toneladas. La Comunidad Valenciana es la que mayor producción concentra de peces marinos en toda España, seguida de Murcia, Canarias, Andalucía y Galicia. Este sector ha ido cayendo en picado en los últimos años en Cataluña, y hoy su producción es testimonial, en torno a las treinta toneladas al año.
La Unión Europea produjo en 2019 -último año con datos- 1,27 millones de toneladas de productos de acuicultura. Este dato supone una reducción del 1,3% respecto a los registrados un año antes, y un descenso acumulado del 12% desde el pico de producción que tuvo lugar en 1999. España es el Estado miembro de la UE con mayor volumen de producción en acuicultura, con 348.395 toneladas (21%% del total de la UE), seguido por Francia, con 205.210 tm (16,3%) y el Reino Unido, con 203.036 tm (16,1%).
España se mantiene como el mayor consumidor de pescado de Europa, ya que el 92% de los españoles ingiere mensualmente productos derivados de la pesca y la acuicultura, seguidos de portugueses y suecos, con un porcentaje del 87%, según un informe del Eurobarómetro dedicado al consumo de este alimento que Kantar TNS realiza para la Comisión Europea. El 66% de los españoles compra pescado y derivados al menos una vez a la semana, una cifra 30 puntos superior a la media europea.
Según las estadísticas de Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, la cantidad media de pescados y mariscos que consume un español al año es de 23 kilos. Esta cifra está por encima de la media mundial, que se sitúa en los 18,9 kilos por habitante y año. Sin embargo, en los últimos años se aprecia una tendencia a la baja en los parámetros globales. Durante los últimos cuatro años han disminuido los kilos por habitante y año que se consumen en España en 1,7.
A pesar de los incuestionables daños que ha dejado la pandemia de coronavirus, lo sucedido en 2020 aporta algunas lecciones que interesa reconocer. Una de ellas es la puesta en valor, nuevamente, del trabajo de los científicos impulsando el conocimiento y de la ciencia como elemento que resuelve problemas sociales tangibles.
Por otra parte, la soberanía alimentaria (es decir, la suficiente disponibilidad de alimentos en cantidad, calidad y precio) vuelve a situarse alto en la agenda política, como pilar del estado de bienestar, tras casi cien años dándose por descontado, por lo menos en el mundo desarrollado.
Pero las consecuencias del covid no han sido el único gran problema al que se ha enfrentado la acuicultura española en 2020. Debe recordarse que a finales del mes de enero de 2020 la borrasca Gloria originó un temporal de mar de una violencia inusitada, con olas y vientos inéditos, que causó destrozos severísimos en las granjas marinas basadas en viveros flotantes entre Castellón y cabo de Palos en la Región de Murcia. La recuperación de sus producciones llevará varios años y cuantiosas inversiones.
La normativa legal en el que debe desenvolverse la acuicultura sigue siendo el principal factor limitante del desarrollo de esta actividad en España. La seguridad jurídica y la previsibilidad de las autorizaciones son esenciales para incentivar la inversión privada. Sin embargo, dos cuestiones administrativas han sobresalido durante 2020.
Además, uno de los sectores más afectados por eventos extremos vinculados al cambio climático es la acuicultura marina. Solo en enero de 2020, la borrasca Gloria provocó pérdidas del 80-90% de la producción acuícola en la Comunitat Valenciana y Región de Murcia, donde se producen dos tercios de peces marinos en España. En este contexto, nace el proyecto GLORiA (GLObal change Resilience in Aquaculture) liderado por investigadores de la Universidad de Alicante con el objeto de avanzar en el establecimiento de planes de prevención y gestión de escapes.
Para ello, este equipo de expertos busca involucrar al sector productor desde el inicio, así como a las administraciones regionales y a las cofradías de pescadores, con el objetivo de disminuir las pérdidas ocasionadas por estos episodios climáticos extremos, y así mitigar el impacto socioeconómico y ambiental que pueden ocasionar los escapes. En el caso del sector pesquero, se pretende crear sinergias e involucrarlo a la hora de realizar las recapturas de los animales fugados.
Durante los doce meses de duración del proyecto GLORiA, hasta noviembre de 2021, la UA trabajará en las instalaciones de cultivo de peces de la Comunitat Valenciana y Región de Murcia para mejorar la resiliencia frente a un escenario de Cambio Global, es decir, mejorar la capacidad para resistir, absorber, adaptarse y recuperarse frente a perturbaciones del entorno.
Hasta el momento, la Comunitat Valenciana tiene autorizadas un total de 12 instalaciones de producción de peces en mar abierto, principalmente en las provincias de Alicante y Castellón, y la Región de Murcia 7 instalaciones. Son las dos comunidades con mayor producción de dorada y lubina, representando entre las dos prácticamente el 60% de la producción de estas especies a nivel nacional.
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