La piscicultura hors-sol —también conocida como acuicultura en sistemas controlados— despierta cada vez más interés en zonas urbanas y periurbanas, donde la falta de espacios acuáticos, los riesgos climáticos o los predadores dificultan el cultivo tradicional en estanques o jaulas. Se presenta como una opción “limpia” y flexible, pero según advierten expertos, exige un alto nivel de preparación técnica y una sólida planificación económica para ser viable.
A diferencia de un estanque, donde los peces se benefician de un ecosistema parcialmente autosuficiente, en los sistemas hors-sol el ambiente es totalmente artificial y controlado. Esto obliga al productor a gestionar cada parámetro del agua: temperatura, oxigenación, niveles de amoníaco o nitritos, entre otros.
Para ello, se requieren equipamientos especializados como bombas, aireadores, sistemas de difusión de oxígeno, filtros mecánicos y biológicos, lámparas UV y, en los casos más avanzados, sistemas de recirculación (RAS). Estas tecnologías permiten densidades de producción más altas, pero también implican fuertes inversiones iniciales y un consumo energético significativo, que en muchos casos demanda soluciones híbridas como paneles solares o grupos electrógenos.
Otro de los grandes retos es la nutrición. En un estanque, los peces complementan su dieta con algas, insectos y materia orgánica. En un sistema hors-sol, en cambio, el productor debe aportar el 100 % del alimento, el cual debe ser completo, balanceado y de alta calidad.
Esto convierte a la alimentación en el primer costo operativo y reduce el margen de error: una ración mal formulada afecta rápidamente al crecimiento, la salud de los peces y hasta a la calidad del agua. En muchos países, la dependencia de alimentos importados encarece aún más la actividad.
Según la ingeniera agrónoma Khadidiatou Bakhoum, especialista en halieútica y acuicultura, la piscicultura hors-sol no debe verse como una versión simplificada de la cría en estanques: “Es un sistema intensivo y tecnológico, que ofrece ventajas de compacidad, higiene y cercanía a los mercados, pero que exige competencias técnicas rigurosas y un modelo económico robusto”.
Para los emprendedores bien formados y con capacidad de inversión, puede convertirse en una vía eficaz, especialmente en contextos urbanos o en nichos de producción especializada. No obstante, no es accesible para todos sin preparación: requiere asegurar agua, energía, equipamientos y alimentos de calidad.
En un contexto de creciente presión sobre los recursos naturales y de expansión demográfica, este modelo podría ayudar a garantizar proteína de pescado en zonas con poca disponibilidad de cuerpos de agua. Pero, como concluye Bakhoum, la piscicultura hors-sol se sostiene en un principio esencial: “Ya no se depende de la naturaleza, sino de la tecnología y de la capacidad de gestión del productor”.
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