El ajuste al alza devuelve oxígeno a la mayor pesquería monoespecífica del mundo y estabiliza las previsiones globales de harina y aceite de pescado para 2025
El Gobierno de Perú ha decidido incrementar de forma significativa la cuota de captura de anchoveta en la zona norte-centro del país, tras recibir nueva evidencia científica sobre el estado del recurso. El Ministerio de la Producción (PRODUCE) ha fijado finalmente el total admisible de captura (TAC) en 1,63 millones de toneladas, muy por encima de la cuota provisional de 500.000 toneladas con la que se abrió la temporada a principios de noviembre.
La decisión llega después de que el Instituto del Mar del Perú (IMARPE) completara un nuevo informe técnico en el que confirma condiciones biológicas más favorables de lo previsto inicialmente. En la primera temporada del año, la cuota había alcanzado los 3 millones de toneladas, y en 2024 se situó en 2,51 millones, por lo que el recorte provisional había encendido las alarmas en un sector clave para la economía peruana y para el suministro mundial de harina y aceite de pescado.
“Al inicio de noviembre establecimos una cuota provisional de 500.000 toneladas para poder comenzar la temporada mientras IMARPE completaba sus estudios verificando el estado del recurso”, explicó el ministro de la Producción, César Quispe Luján. “Hoy, con esa evidencia científica sobre la mesa, PRODUCE fija la cuota final en 1.630.000 toneladas, lo que refleja una población de anchoveta saludable y una gestión pesquera responsable”, subrayó.
La prudencia inicial de las autoridades se apoyaba en una serie de factores oceanográficos adversos: anomalías térmicas positivas, cambios en los vientos costeros y la intrusión de aguas superficiales subtropicales más cálidas y salinas, condiciones que pueden desplazar los cardúmenes, alterar su distribución por tallas y comprometer el reclutamiento.
Para verificar si esos riesgos se mantenían, IMARPE puso en marcha la Operación EUREKA LXXVII, una campaña oceanográfica y pesquera realizada entre el 4 y el 6 de noviembre con buques equipados para recopilar datos tanto ambientales como biológicos. El resultado del crucero científico fue un parte relativamente tranquilizador: el instituto concluyó que las condiciones habían pasado a ser “ambientalmente neutras” para la anchoveta en la zona norte-centro, lo que abrió la puerta a un TAC muy superior al provisional.
“Cada temporada de pesca en Perú se define a partir de estudios rigurosos de nuestros investigadores de IMARPE. Gracias a ese trabajo, el Estado puede fijar cuotas responsables que garanticen la sostenibilidad del recurso y del ecosistema”, remarcó el ministro Quispe Luján al anunciar el nuevo límite de captura.
La anchoveta peruana está considerada la mayor pesquería comercial de una sola especie del planeta por volumen de descargas. De su buen o mal año dependen en gran medida los precios y la disponibilidad de harina y aceite de pescado en los mercados internacionales, insumos esenciales para la acuicultura, la ganadería y otros sectores.
El ajuste al alza del TAC ha sido recibido con alivio por la industria de ingredientes marinos. La organización internacional IFFO (Marine Ingredients Organization) destacó que la nueva cuota permitirá mantener relativamente estables las previsiones globales de producción de harina y aceite de pescado en 2025. “Esta cuota está muy por encima del límite provisional fijado el 1 de noviembre y confirma un enfoque basado en la ciencia en la mayor pesquería monoespecífica del mundo, que en un año medio aporta alrededor del 20 % de la harina de pescado mundial”, señaló el director de Investigación de Mercado de IFFO, Enrico Bachis.
Según las proyecciones de la entidad, la producción mundial en 2025 se mantendría en torno a 5,6 millones de toneladas de harina de pescado y entre 1,2 y 1,3 millones de toneladas de aceite de pescado. Hasta septiembre de 2025, la producción acumulada de harina había crecido un 8 % respecto al mismo periodo de 2024, impulsada por incrementos de actividad en la mayoría de regiones salvo el Atlántico Norte. En el caso del aceite de pescado, el aumento acumulado era del 6 %, con la mayoría de países en positivo, salvo España y el propio Perú, lastrado precisamente por la incertidumbre en la anchoveta.
La secuencia de decisiones de PRODUCE ilustra la tensión permanente entre cautela biológica y presión económica. Un TAC demasiado bajo impacta de inmediato sobre flotas, plantas de procesamiento, empleo y recaudación fiscal; uno demasiado alto puede comprometer el estado del stock y erosionar la credibilidad del modelo de gestión peruano, a menudo presentado como ejemplo de pesquería regulada con base científica.
En esta ocasión, el Gobierno optó por un enfoque escalonado: abrir la temporada con una cuota reducida mientras se recopilaba más información sobre la distribución, biomasa y estructura por tallas del recurso; y, a continuación, ajustar al alza el TAC hasta 1,63 millones de toneladas una vez confirmadas condiciones ambientales más benignas.
A corto plazo, la decisión alivia la incertidumbre de la cadena de valor —armadores, plantas de reducción, exportadores y compradores internacionales— y reduce el riesgo de una fuerte volatilidad en los precios de la harina y el aceite de pescado. A medio y largo plazo, sin embargo, la clave seguirá estando en la capacidad de IMARPE y PRODUCE para leer con precisión un océano cada vez más cambiante.
El caso de la anchoveta norte-centro se ha convertido en un termómetro de la resiliencia de las pesquerías frente al cambio climático y la variabilidad oceánica. Episodios de El Niño más frecuentes o intensos, olas de calor marinas y alteraciones en los vientos costeros pueden modificar en pocas semanas el cuadro que describen los modelos y obligar a correcciones rápidas en el esfuerzo de pesca.
En ese contexto, campañas como la Operación EUREKA LXXVII y la decisión de condicionar la cuota definitiva a sus resultados muestran hasta qué punto la flexibilidad adaptativa se ha vuelto imprescindible en la gestión pesquera. El reto para Perú será mantener ese equilibrio entre aprovechar un recurso que sostiene miles de empleos y exportaciones millonarias y garantizar que la mayor pesquería monoespecífica del mundo siga siendo, ante todo, una pesquería sostenible.
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