Con 40 años, Manuela Leal se ha convertido enser la primera mujer en presidir la Cofradía de Pescadores de Conil, la más antigua de Andalucía, y recibió en 2020 la medalla de oro de la provincia de Cádiz. Es hija y nieta de pescadores y esto del mar lo lleva en la sangre. “Desde pequeña le pedía a mi padre irme con él en el barco. Yo me he criado aquí y siempre me han respetado. Ahora soy la presidenta pero sigo yendo a la mar. Algún conflicto hay de vez en cuando, pero el que mucho ladra, poco muerde”, cuenta Manuela entre risas, con la seguridad y naturalidad que otorga el saber que ese puerto y ese mar es como su segunda casa.
Manuela no le tiene miedo. Una vez sufrió un incendio en su barco y salió ilesa gracias a la rápida actuación de los marineros que se encontraban haciendo la almadraba. “Yo salgo al mar y estoy tranquilísima, sin agobios. Al mar no hay que tenerle miedo, hay que tenerle respeto”, explica.
Este mes solo ha salido siete días. “El oficio depende del temporal y cada semana es una aventura”, cuenta Manuela desde el bar del Puerto Pesquero de Conil. Es un día de invierno soleado, frío y sopla fuerte el viento de levante. No puede ir a faenar pero no por ello su actividad cesa. Además de estar al frente de la Cofradía, preside la Asociación de Productores Pesqueros, la entidad que la gestiona, y también es presidenta de la Asociación de Mujeres del Mar Torre Castilovo, una agrupación de patronas, armadoras y pescadoras que “navegan hacia la igualdad del sector pesquero”.
«Yo salgo al mar y estoy tranquilísima, sin agobios»
Manuela trabaja, en el mar y fuera de él, por mejorar un oficio que cree que está abocado a la extinción: “No tenemos relevo. Es un trabajo duro que no lo quiere la gente, es inestable y no hay un sueldo fijo”. Sin embargo, Manuela lucha cada día por mejorar las condiciones de su sector, especialmente para los pescadores de su pueblo. La Cofradía cuenta con 55 barcos y da empleo directo a 200 trabajadores. Estos pescadores profesionales salen a unas 12 o 13 millas por la zona próxima a Conil y su oficio se caracteriza por usar artes de pesca tradicionales, como el palangre, la red de breca y la pesca de pulpo con chivo, además de contar con una veda para acotar las zonas de pesca. Con el palangre pescan especies más exclusivas y de restauración, como el bocinegro, la urta, la dorada, el pargo o la corvina. Con la red, “pescados de batalla” como la breca o el sargo.
«Hay una economía sumergida grandísima y gente con mucho poder»
Otro problema al que se enfrentan relacionado con el cambio climático es el del alga invasora. “Hemos pasado rachas malas porque donde quieras que ibas solo había algas. Si hay algas no hay pescado y las artes se rompen”. También algunos peces ahora parecen distintos, “a veces viene algo que sabe lo que es pero lo ves un poquillo raro y dices, “a esto le pasa algo”, explica Manuela mientras pone cara de asombro recordando estos hallazgos.
Cuando Manuela llega a casa, come lo que tiene a mano, pero para el fin de semana “nada como una brótola o un salmonete frito, acompañado de un buen picadillo con tomates de Conil”, culmina entre risas la primera mujer presidenta de la Cofradía de Conil.
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