Noruega dará un paso definitivo en su pulso marítimo con Moscú: a partir del 1 de enero de 2026, los buques de las compañías rusas Norebo JSC y Murman Seafood quedarán totalmente excluidos de la Zona Económica Exclusiva (ZEE) noruega, según el marco sancionador activado este año y las confirmaciones trasladadas por el propio sector. La decisión culmina un periodo transitorio en el que las licencias emitidas antes de las sanciones pudieron seguir vigentes durante 2025, pero desde enero no se concederán nuevas y el acceso quedará cerrado.
La medida se enmarca en la alineación de Noruega con el paquete de sanciones aprobado por la Unión Europea en mayo y asumido por Oslo en julio de 2025. En su comunicado oficial, el Gobierno noruego explicó que el fundamento de la designación es de seguridad nacional: la UE y Noruega sostienen que ambas empresas forman parte de una campaña estatal rusa de vigilancia e inteligencia dirigida a infraestructuras submarinas críticas —como cables y otros activos estratégicos— en aguas noruegas y aliadas, con potencial para facilitar futuros sabotajes.
En la práctica, la sanción ha ido estrechando el cerco por fases. Diversos medios especializados del norte de Europa ya habían señalado que la adopción de las medidas implicaba pérdida de acceso a puertos y aguas territoriales noruegas, además de que las licencias de pesca en la ZEE no serían renovadas para buques vinculados a estas compañías. La novedad es el aterrizaje administrativo de esa tesis: desde el 1 de enero de 2026, la exclusión será completa en el caladero noruego, al quedar cancelada cualquier vía de autorización nueva.
El asunto tiene impacto directo en el Atlántico nororiental y, de forma particular, en el eje del mar de Barents, donde confluyen los intereses pesqueros y geopolíticos de ambos países. Aunque el veto afecta específicamente a dos grupos empresariales, el contexto es más amplio: Noruega considera las sanciones una herramienta para reducir el margen de actuación de Rusia en actividades “híbridas”, mientras que el sector ruso lo interpreta como un golpe a un ecosistema de cooperación histórica.
El choque ha tenido ya traducción política. Según recogieron fuentes del sector y declaraciones de la agencia federal rusa de pesca (Rosrybolovstvo), Rusia llegó a plantear represalias —incluida la posibilidad de restringir la presencia noruega en aguas bajo control ruso— si Oslo mantenía el veto. El argumento ruso es que el conflicto erosiona un sistema de gestión conjunta construido durante décadas para explotar stocks compartidos en el Atlántico Norte.
Paradójicamente, el endurecimiento sancionador convive con una realidad incómoda: Noruega y Rusia siguen necesitando acuerdos de cuotas para los grandes recursos del Barents. La semana pasada, ambos países anunciaron un pacto para 2026 con un dato que explica el nivel de presión en el caladero: la cuota total de bacalao del Ártico nororiental quedó fijada en 285.000 toneladas, el nivel más bajo desde 1991, con un recorte del 16% interanual.
Ese doble carril —cooperación por necesidad biológica y choque por seguridad— marca el tablero que entra en 2026. Para Oslo, el mensaje es de blindaje: infraestructuras críticas y control de accesos. Para Moscú, el veto a Norebo y Murman es una señal de hostilidad que puede extenderse a otros frentes, desde acuerdos bilaterales hasta el uso de puertos y aguas en el Atlántico Norte.
La Comisión Europea mantiene la veda invernal del 22 de enero al 20 de febrero…
La patronal y centro tecnológico del mar-industria (Vigo) destaca el impulso al PERTE Mar-Industria, el…
La lonja del Sella llega a subastar el “oro blanco” entre 1.100 y 1.200 euros…
Un estudio de EUMOFA compara España, Francia e Irlanda y pone el foco en el…
El acuerdo, alcanzado tras unas negociaciones “desafiantes”, eleva un 16% la cuota de eglefino y…
Los trabajadores del astillero de Zumaia, tras una tensa asamblea, aprueban una rebaja del 5%…