El recorte del 25 % del valor medio de las capturas que los pesqueros comunitarios capturan en aguas británicas y que la UE ha cedido para seguir teniendo acceso a esos caladeros del Gran Sol durante cinco años no afecta a especies importantes como la merluza, rape y gallo que mantendrán la clave de reparto, al igual que la xarda o verdel, el jurel y el lirio o bacaladilla.
Esta es la principal base que mantiene el ministro de Pesca Luis Planas , para decir que «es un buen acuerdo» y que afirmó horas después de la firma del acuerdo manteniendo que «la flota española continuará con su actividad en aguas británicas en condiciones similares a las actuales». Frente a ello, España paga peaje en 17 de los 32 recursos pesqueros para los que tiene cuota, con el que dejaba traslucir que no entrarían ni el verdel, el jurel, ni la bacaladilla.
Los «stocks» del sur se libran
Igualmente, quedan fuera especies de aguas profundas, como el besugo, el alfonsino, el sable negro o el granadero. E incluso en poblaciones de gran relevancia económica para Galicia el impacto de la cesión es limitado. Es el caso de la merluza del norte, de la que España mantendrá su cuota hasta el 2026, en que bajará apenas un 1 %. Y en el caso de otras especies de interés, como el rape y el gallo, mantienen, igual que la merluza, «la clave de reparto establecida», que, a decir del ministerio, «cubre las necesidades del sector pesquero». Eso sí, al final del período transitorio dispondrá de un 2,5 % menos de posibilidades de pesca de gallo en la zona VII (del 30 % pasará al 27,5 %) y un 2,2 % menos en la zona VI.
En el caso del rape, la pérdida es distinta en función de la zona en que se captura, pero se mueve entre el 0,24 % y el 0,76 % al alcanzar el final de período de adaptación de cinco años y medio.
Por lo que más interés mostró el Reino Unido fue por la maruca. Y ahí la flota española perderá un 1,74 % en el 2026, pasando del actual 27,56 % al 25,82 %.
A modo de resumen, el ministerio indicó que unos 70 buques faenan habitualmente en aguas británicas y son los siete arrastreros que faenan al oeste de Escocia los que tienen una mayor presencia en aguas del Reino Unido. En total, en aguas británicas de Gran Sol, la flota española captura unas 8.000 toneladas, por un valor de casi 32 millones de euros. Estas cifras en capturas y valor económico suponen un 1 % respecto al total de la flota española.
Esto hizo manifestar a Planas que el acuerdo alcanzado entre la UE y el Reino Unido «es un buen acuerdo, que dota de estabilidad y seguridad jurídica al sector pesquero». No obstante, la visión del ministro no coincide con la del sector. Cinco años y medio no es un plazo adecuado. Si bien respira aliviado, no oculta su preocupación por las consecuencias que la desconexión británica tendrá sobre la política común de pesca y en la futura estabilidad relativa.
El acuerdo post-brexit que, según un exultante Boris Johnson, venía «lleno de pescado» no lo estaba tanto como querían sus comunidades pesqueras, en las que se habla de decepción. Según informa Colpisa, el capítulo pesquero exigió una última noche en blanco a los equipos negociadores. Se necesitó para cubrir las hojas de cálculo en las que adjudicaron porcentajes de capturas de especies en diferentes caladeros y que se plasman en los anexos del pacto. Pero las cifras no son del agrado ni de EUFA, molesta por la reducción de capturas y, sobre todo, por la falta de garantías sobre el futuro tras el período de transición. Como tampoco lo son para la Federación Nacional de Organizaciones de Pescadores en el Reino Unido, que habla de «desilusión, traición y furia» tras conocer el acuerdo. «La mejor oportunidad de un futuro diferente y mejor en una generación ha sido despilfarrada», afirmó en un comunicado, por más que espera que las negociaciones anuales futuras les permitan corregir esas hojas de cálculo.
Según David Henig, director general en el Reino Unido del grupo de estudios de Economía Política Internacional, la UE gana en el balance del acuerdo, porque «protege el mercado único con las condiciones de competencia justa más exigentes nunca vistas en un tratado internacional, protege el acuerdo de retirada y también a las flotas pesqueras de la UE».
El Gobierno gallego creyó haber sufrido un dejà vu al conocer la valoración que el ministerio hizo del acuerdo que guiará las relaciones pesqueras en el post-brexit. Le pareció volver a la semana pasada, cuando Planas calificó de satisfactorio el resultado de un reparto de cuotas en Bruselas del que sector pesquero volvía trasquilado. Como entonces, para la Xunta, la reacción del Gobierno central «sobre o resultado das negociacións é demasiado triunfalista, pouco realista e curtopracista». La conselleira de Mar, Rosa Quintana, y su equipo, mantuvieron ayer un encuentro telemático con los representantes gallegos en la Alianza Europea de la Pesca (EUFA), Jesús Lourido e Iván López, para analizar el acuerdo y coincidieron en decir que «supón un duro golpe para o sector, ao reducir as súas posibilidades de pesca hasta o 2026». Y la pérdida puede que no se acabe ahí, puesto que a partir de esa fecha habrá una nueva negociación con el Reino Unido para definir la relación de los siguientes ejercicios y, obviamente, «todo aquilo que se perde agora non se poderá recuperar no futuro, polo que as súas consecuencias son máis devastadoras».
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