CONTAMINACIÓN DE ECOSISTEMAS
La Agencia de Seguridad Alimentaria (AESAN) ha alertado en distintas ocasiones de la presencia en diferentes pescados de mercurio, un metal pesado que puede ser muy tóxico. Sobre todo en el atún rojo, el pez espada y los tiburones tintorera y marrajo, todos ellos peces predadores, de gran tamaño y longevos.
La realidad es que casi siempre que hablamos de toxinas en el consumo de pescado nos referimos al mercurio. Sin embargo, el pescado que ingerimos diariamente también alberga otras toxinas que a menudo pasan más desapercibidas. Como los plásticos. Estas toxinas han sido detectadas recientemente en bancos de sardinas, anchoas y merluzas capturadas en el Mediterráneo tras el análisis exhaustivo llevado a cabo por investigadores del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEACSIC) en colaboración con el Institut de Ciències del Mar (ICM-CSIC) y el Instituto Español de Oceanografía (IEO-CSIC), que encontraron alta concentración de plastificante en más de 55 muestras de sardinas, anchoas y merluzas pescadas en distintos puntos de la costa mediterránea, desde Alicante hasta Girona.PUBLICIDAD
Según este estudio la sardina es la que acumula una mayor cantidad de plástico, seguida por la anchoa y la merluza y, aunque los autores del mismo aclaran que su consumo no debe afectar a la salud humana, sí que advierten que estar expuestos a este tipo de toxinas no es sano. «Los seres humanos recibimos el impacto de estos plastificantes por distintas vías, principalmente la alimentación y la respiración«, explica la investigadora Ethel Eljarrat.
La sardina es la que más
El daño de los plastificantes no es tan directo sobre el ser humano como sobre el ecosistema marino, que sigue recibiendo una alta cantidad de residuos a diario. Según el Ministerio de Transición Ecológica, España arroja 126 toneladas de plástico al mar cada día, la mayoría objetos de usar y tirar.
Es urgente reducir el plástico en el medio marino, para que los peces que después comemos tengan menos agentes tóxicos y disminuya el peligro para la salud humana. Para ello, la futura ley de residuos pretende recortar los utensilios de un solo uso prohibiendo algunos y obligando a pagar por otros.
Sólo así podrán seguir conservándose especies como las sardinas y los boquerones, que en la costa oeste del Mediterráneo, empieza a contemplarse en menores proporciones, fruto de la presión pesquera, el aumento de la temperatura del mar y la presencia de contaminantes como los plastificantes.
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