La directora general de FEDEPESCA reclama bajar el IVA, recuperar la cultura culinaria y adaptar la pescadería tradicional a una sociedad “cada vez más vaga y distraída”
Celeiro volvió a poner foco en el último eslabón de la cadena pesquera: el comercio minorista tradicional. En las Jornadas Técnicas del Puerto de Celeiro, la directora general de FEDEPESCA, María Luisa Álvarez, ofreció una intervención tan contundente como cargada de datos sobre el presente y el futuro de las pescaderías de barrio y del consumo de productos pesqueros en los hogares.
Álvarez dirige una organización que agrupa a 6.200 comercios especializados en toda España, que dan empleo a más de 20.000 personas, con una misión clara: prestigiar al sector, mejorar su competitividad y apostar por la innovación. FEDEPESCA ha sido reconocida con el Premio Alimentos de España, y la propia Álvarez recibió en 2024 la Encomienda al Mérito Pesquero del MAPA. Además, dirige FedePesca, la asociación provincial de pescaderos de Madrid. “Es una entidad inquieta, siempre probando proyectos nuevos e imaginativos que abren camino a otros”, se recordó en su presentación.
Desde ese bagaje, la responsable del sector mayorista y detallista puso el dedo en la llaga en tres grandes cuestiones: relevo generacional, representatividad del comercio tradicional y una reivindicación que lleva años defendiendo: la bajada del IVA del pescado. “Todavía no se ha conseguido —subrayó el moderador—, pero ojalá llegue por el bien del consumidor y de toda la cadena de valor”.
Álvarez partió de un diagnóstico socio-demográfico. España roza ya los 50 millones de habitantes, de los cuales en torno al 15% es de origen extranjero. “Los españoles estamos dejando de practicar nuestra dieta pesco-mediterránea y quienes llegan traen su propia cultura gastronómica, que no adoptan la nuestra automáticamente. Hay que pensar en ellos, en cómo hacerles llegar nuestros productos”, advirtió.
El mapa de los hogares también ha cambiado:
“Queremos ser eternamente jóvenes y mantener hábitos juveniles durante más tiempo. Eso afecta a cómo comemos”, apuntó.
Uno de los conceptos que más subrayó fue el de “comensalidad”. Para Álvarez, la dieta pesco-mediterránea no es sólo una lista de alimentos, sino “un estilo de vida basado en lo que comemos y en cómo lo comemos”.
“Tradicionalmente comíamos en compañía; eso se está abandonando a marchas forzadas”, lamentó. Hoy mandan el tupper en el trabajo y las cenas descoordinadas:
“Cada miembro de la familia cena por su cuenta, con su tablet. La comensalidad, que es un gran cohesionador social, se está perdiendo”.
La directora de FEDEPESCA fue muy crítica con el papel del marketing alimentario. Puso el ejemplo del salmón noruego, cuyo éxito atribuyó a “años de inversión constante en comunicación e imagen país”, pero amplió el foco hacia la industria de los ultraprocesados:
“El marketing nos está educando. Nos vende que cocinar es una pérdida de tiempo, que lo guay es estar muy ocupado y que los frescos son un rollo porque hay que ir a comprarlos y cocinarlos”.
Ese discurso, impulsado por grandes corporaciones que fabrican productos ultraprocesados, “está calando y mucho”, advirtió.
Entre los datos que sacudieron a la sala, uno ya casi tópico pero no por ello menos significativo: en España hay más mascotas que niños.
FEDEPESCA ha decidido convertir esa realidad en oportunidad:
“Este año hemos lanzado a nuestras pescaderías la venta de productos pesqueros para mascotas. Hay una empresa española que hace una gama magnífica sólo a base de pescado, y está funcionando muy bien”.
“Tenemos que vender productos para toda la familia —añadió— y hoy la familia también son las mascotas. Los supermercados llevan años haciéndolo; ¿por qué no la pescadería tradicional?”.
Álvarez enlazó otros tres fenómenos que compiten directamente con los alimentos frescos:
Paradójicamente, cuando se pregunta al ciudadano cómo le gustaría comer, la respuesta casi unánime (93,4%) es: frescos, de temporada y locales. “Queremos unas cosas y hacemos otras. Hemos perdido la voluntad del esfuerzo para alcanzar nuestros propios objetivos”, resumió.
Los datos de consumo que manejó la directora general son preocupantes:
“Se ha roto el canal educativo gastronómico de una generación a otra. Nadie enseña a los niños a comer pescado ni a cocinar”, advirtió. Fuera del hogar, el consumo crece, pero poco: unos 4–6 kilos por persona y año entre restauración y delivery, porcentajes inferiores a otros alimentos.
En paralelo, los platos preparados se han disparado un 514% en 20 años, hasta casi 17,2 kilos por persona y año, prácticamente el mismo volumen que el conjunto de productos de la pesca.
El canal de pescadería tradicional, explicó, está aguantando mejor que la media, pero sufre una sangría silenciosa:
“Perdemos puntos de venta no tanto por la competencia como por falta de relevo generacional. Los propietarios no han querido que sus hijos se quedaran y para muchos empleados ser autónomo hoy es casi heroico. Es un trabajo exigente y poco valorado”.
En este contexto, la reivindicación de bajar el IVA del pescado se convierte, para Álvarez, en cuestión de coherencia sanitaria y social.
Citó la nueva pirámide alimentaria 2025, que incorpora explícitamente la cocina, la actividad física, la sociabilidad y el consumo de productos locales y sostenibles, y un gran estudio internacional sobre ultraprocesados que califica estos productos como “una de las amenazas más urgentes para la salud pública en el siglo XXI”.
“Ese trabajo plantea gravar determinados ultraprocesados y liberar de impuestos los alimentos mínimamente procesados. Y el pescado está ahí, en el grupo de los alimentos de verdad. Con argumentos así, lo del IVA tenemos que conseguirlo”.
La directora de FEDEPESCA recordó que España gasta más de 26.000 millones de euros al año en enfermedades ligadas a la mala alimentación y que el absentismo laboral podría costar unos 33.000 millones.
“Cuando me dicen que el pescado es caro, yo respondo: caro es perder la salud. Eso sí que es caro”.
El diagnóstico de Álvarez es duro, pero no pesimista. “Nos estamos volviendo vagos, muy vagos”, dijo sin rodeos, aludiendo a que el 47% de los españoles asegura que no tiene tiempo libre.
En esa realidad, resumió, el sector de la pesca lucha en dos frentes:
A ello se suma una “gran desconexión emocional” con el producto:
“Los niños ven una merluza y les parece un bicho raro; un pulpo les parece un diplodocus. Ya no se sabe de dónde sale lo que comemos”.
Pese al panorama, María Luisa Álvarez sacó pecho de la capacidad de adaptación del comercio tradicional. FEDEPESCA impulsa el concepto de “pescadería gastronómica”:
“Algunas pescaderías están haciendo cosas apabullantes. A pequeña escala, sí, pero os aseguro que esos negocios van bien”, aseguró.
Su mensaje final fue doble. Por un lado, a las administraciones, para que actúen con políticas coherentes: educación alimentaria, comedores escolares saludables, combate a la desinformación y, sobre todo, rebaja del IVA a los productos pesqueros. Por otro, al propio sector y a la ciudadanía:
“La identidad culinaria es parte de nuestra cultura. Cocinar empieza a ser un acto de resistencia. Yo cocino todos los días y lo vivo como la mejor inversión en mi salud y en mi felicidad. Si queremos un mar vivo y una pesca con futuro, también necesitamos cocinas vivas y consumidores conectados con lo que comen”.
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