Entre las 1.880 toneladas de residuos que el proyecto Mares Circulares ha extraído del mar durante sus primeros cinco años en funcionamiento se encuentran incluso lavadoras o vallas de obra, aunque la gran mayoría es basura plástica como envases de chucherías o aperitivos -incluso de hace tres décadas- y aparejos de pesca, lo cual se explica porque las recogidas se realizan en caladeros. Y es que todo lo que se usa en tierra puede acabar siendo basura en el mar. La clave es, según explica la directora general de Calidad Ambiental, Sostenibilidad y Cambio Climático de la Xunta de Galicia, Sagrario Pérez Castellanos, cambiar el concepto de ‘basura’ por el de ‘reciclaje’ con el objetivo de que todo sea cíclico y avanzar en la economía circular de los residuos.
Así lo ha expuesto la especialista durante la presentación este jueves en Baiona (Pontevedra) del balance del primer lustro en marcha del proyecto Mares Circulares, promovido por Coca-Cola con la colaboración del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación y diversas organizaciones medioambientales. Tras cinco años, la iniciativa ha recogido y clasificado 1.880 toneladas de basura de las costas, fondos marinos y cuencas durante 456 actuaciones en todo el litoral de la Península Ibérica y 81 intervenciones en reservas marinas y otras áreas protegidas.
En concreto, de las 1.880 toneladas de residuos recogidas tanto en playas y entornos acuáticos como en fondos marinos, el 81% y el 72%, respectivamente, fueron residuos plásticos. De ese total, 19,6 toneladas correspondieron a plástico PET, el empleado en las botellas. En cuanto al resto de los residuos recogidos, en el caso de las playas y entornos acuáticos, el 5,61% corresponde a residuos higiénico-sanitarios (como por ejemplo toallitas que se tiran al inodoro), el 3,26%, a vidrio; y el 3,08%, a metal. En cuanto a lo extraído de los fondos marinos, el segundo tipo de residuos recogidos corresponde a fracciones de metal (15,77%), seguido de vidrio (4,95%) y ropa/textil (3,51%).
El Mediterráneo va camino de convertirse en «una sopa de microplásticos»
Todos estos residuos han sido recogidos por más de 34.000 personas voluntarias, muchas de ellas escolares y pescadores que, al tiempo que pescan, en sus redes también capturan basura que devuelven a tierra y depositan en los contenedores específicos que el proyecto ha habilitado en los 17 puertos implicados en el programa. Uno de ellos es el Puerto de Bueu. Desde allí, el presidente de la Cofradía de Pescadores San Martín de Bueu, José Manuel Rosas, con 50 años faenados a la espalda, afirma que para los pescadores «es fundamental que nuestro medio de vida esté en las mejores condiciones. La cultura está cambiando, ya nadie tira prácticamente nada, pero aún se siguen viendo plásticos y otros residuos. Esto hay que cambiarlo a pasos de gigante». «Si concienciamos a la gente de que es mejor traerlo a tierra que tirarlo al mar, conseguiremos tener un mar cada vez más limpio. Si todos tuviéramos un poco de cariño a lo que nos da de comer, mejor sería para todos», agrega el pescador.
De recoger y categorizar los residuos que los pescadores descargan en el puerto se encargan los biólogos Juan Pablo Pérez y Rubén Rodríguez, de la asociación Vertidos Cero, integrante del programa. En uno de los muelles de la pesquera localidad gallega, Rodríguez explica que una vez en tierra, separan los residuos y los registran en una aplicación móvil que recopila la información y la transmite para analizar su procedencia, estacionalidad, impacto, grado de degradación y reciclabilidad. Relata que la basura es ‘pescada’ de forma pasiva durante las salidas de los barcos, principalmente de arrastre pero también de bajura (125 cada año). La adhesión a este programa es voluntaria, si bien «cuantos más lo hacen, más se suman». La información recabada «se incorpora a las bases de datos de Coca-Cola y al Ministerio, que los incorpora de forma de complementaria a los programas de seguimiento de las basuras marinas», indica.
La directora de Sostenibilidad de Coca-Cola, Carmen Gómez-Acebo, ha explicado junto a uno de los 17 bancos que se han realizado con plásticos no PET (restos de redes, bolsas o film muy degradado y mezclado) recuperados del fondo del mar, que el objetivo de la compañía es que «cada vez nuestros envases tengan menos impacto medioambiental». La multinacional se ha marcado como objetivo que para el año 2030 el 100% de sus envases se realicen enteramente con plástico reciclado.
El programa Mares Circulares, en el que también participan la Asociación Chelonia, la Fundación Ecomar y la entidad portuguesa Liga para la Protecção da Naturaleza, se sustenta sobre tres pilares. En palabras de Gómez-Acebo: «Lo urgente, que es la intervención recogiendo residuos en playas y puertos y la conservación de reservas marinas, que se realiza a través de voluntarios; lo importante, que es la labor de sensibilización y formación de la ciudadanía para fomentar el reciclaje yendo a ayuntamientos y colegios; y la tercera parte se ocupa de fomentar la economía circular a través de la información para generar iniciativas que den solución al problema».
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