El ministro Luis Planas ha acudido a la capital comunitaria para trasladar al comisario de Pesca, Karmenu Vella, la inquietud del sector, que demanda desde hace años más flexibilidad con las «especies de estrangulamiento» y en la normativa de descartes. Toda la flota europea tendrá que cumplir los descartes cero a partir del 1 de enero del 2019. La obligación de desembarco se aplicará a todas las pesquerías para esa fecha. Sin excepción. A Bruselas no le importa que la flota no dispongan de cuotas para especies como el eglefino. Si superan el cupo asignado, tendrán que amarrar, con todos los perjuicios que eso acarrea. «Es importante buscar fórmulas para que una flota como la española, que tiene una variedad de pesquerías y de intereses tan grande, puedan seguir faenando con eficacia y rendimiento», demandó Planas. «La preservación de los stocks tiene que ir unida a la sostenibilidad social y económica de nuestros pescadores. Necesitamos disponer cuanto antes de soluciones», exigió Planas. Es la plegaria que repite la flota desde el 2013, cuando se aprobó la nueva política común de pesca (PCP).
Y la respuesta de Bruselas sigue siendo la misma: ya hay suficientes herramientas de flexibilidad. No lo ve así Planas, que quiere «ir más allá» de las restricciones que soporta la flota desde la adhesión de España a la UE. Otra de las batallas que libran los pescadores gallegos con los burócratas europeos tiene por protagonista la merluza ibérica. Los sucesivas rebajas de cuota no han servido para recuperar un stock que los científicos consideran sobreexplotado. Pese a ello, Planas cree que hay margen para un recorte menor que el propuesto por Bruselas: «Quizás pueda haber una apertura para el mes de diciembre, estamos aún en septiembre», anticipó el ministro. Caladeros en pugnaSáhara occidental, Malvinas y Gran Sol.
Los tres son caladeros de enorme importancia para la flota española Armadores y pescadores siguen pendientes de la ratificación del nuevo acuerdo con Marruecos y del resultado de las negociaciones con los británicos en torno al brexit. Dos frentes abiertos que Bruselas y Madrid tratan de cerrar. «La lectura del acuerdo con Rabat respeta plenamente el contenido de la sentencia del Tribunal de Justicia de la UE […] Están en juego los intereses de nuestra flota», insistió Planas ante las dudas que despierta su legalidad en la Eurocámara.
Los cuatro barcos gallegos no podrán volver al Sáhara si esta no da luz verde. También pende de un hilo el futuro de la flota en las aguas británicas. No solo para los buques de pabellón español, también para los que portan la «Union Jack» con capital gallego. «España realiza un volumen de capturas muy importante allí. Es un asunto fundamental», sostuvo Planas antes de aplaudir al negociador europeo, Michel Barnier, que ha condicionado la apertura del mercado pesquero de la UE al acceso de la flota comunitaria a aguas británicas.
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