El conflicto bélico en Ucrania está causando un fuerte impacto en la economía europea y mundial. El sector de la logística y el transporte marítimo está sufriendo directamente las consecuencias de la invasión rusa y sus repercusiones ya se empiezan a dejar sentir en nuestros bolsillos.
Tal y como explica Jesús Martínez Marín, profesor de Logística y coordinador del grado universitario y director del máster oficial en logística, cadena de suministros y negocios marítimos de TecnoCampus Mataró, el primer efecto de la guerra en el sector logístico es que “se ha disparado el precio del combustible”. Esto se debe principalmente a las sanciones impuestas a Rusia, el tercer exportador de petróleo del mundo tras Estados Unidos y Arabia Saudita.
Como consecuencia, el precio de la gasolina y el diésel ya ha empezado a subir, y llenar los dipósitos de los vehículos ya cuesta hoy casi 20 euros más que hace un año. Esto impacta claramente en el coste del transporte de mercancías y supondrá que se produzcan recargos en la logística, explica Martínez. La situación podría ser todavía más preocupante en el caso de que Estados Unidos y Europa impongan nuevas sanciones, lo cual comportaría en una mayor inflación y un freno al crecimiento económico.
También la producción de europalets – los armazones de madera que se utilizan para mover la carga de mercancías, se verá afectada por la guerra, pues tal y como explica Martínez, la producción de estos palets está muy centrada en la zona de Ucrania y Rusia.
Según la Asociación Europea de Paletería (EPAL), la producción de Europalets está actualmente suspendida en muchas fábricas de Ucrania y prácticamente no se está exportando madera desde el país para la fabricación de packagings y palets, lo que puede causar problemas de escasez y retrasos, así como un aumento de la demanda de palets usados o reparados. A todo ello hay que sumarle también el hecho de que pueden darse faltas de distribución de la madera que se importa de estos países.
La guerra impacta también en el transporte por carretera y mar, puesto que muchas rutas comerciales pasan por los territorios ahora enfrentados, explica el profesor de logística del TecnoCampus, que asegura que “muchos transportistas tienen miedo de que ataquen infraestructuras o rutas”. Sin ir más lejos, dos días después del inicio de la guerra, un carguero japonés fue alcanzado por misil ruso frente a las costas de Ucrania.
Algunos países, entre ellos España, han pedido a la UE que cierre todos los puertos marítimos a embarcaciones con bandera de Rusia, una medida que ya ha adoptado el Reino Unido.
Asimismo, la falta de conductores de camiones originarios de Ucrania, Rusia y Bielorrusia puede conllevar también retrasos en el transporte de materiales y palets.
En lo que se refiere al transporte por aire, Rusia ha cerrado su espacio aéreo a más de 35 países, por lo que cualquier avión de mercancías que pasa por zona rusa tendrá que buscar otra ruta, gastando más combustible para poder volar.
Otro problema es el de la carga refrigerada. “Solamente Rusia importó cuatro millones de toneladas de productos frescos por mar en 2021, el 40% de los cuales eran plátanos, procedentes principalmente de Ecuador. Tanto Rusia como, en menor medida, Ucrania, son importantes actores del mercado Reefer (contenedores frigoríficos)”, explica Martínez, que indica que juntos, ambos países son los responsables del 4,5% del total de tráficos refrigerados que se mueven por mar cada año.
Según la consultora Drewry, alrededor del 50% de este volumen de plátanos enviados a Rusia llega en portacontenedores equipados con contenedores Reefer, que equivaldrían a una media de dos buques refrigerados a la semana, volúmenes que suelen más elevados en la primera parte del año.
Solamente Rusia y Ucrania concentran en torno al 30 % de la producción global de trigo, por lo que la guerra está afectando a la distribución de este producto y otros como el maíz, la soja o el girasol.
Como consecuencia, el precio del trigo se ha disparado un 40% y ya se empiezan a detectar los signos de escasez en productos como el aceite de girasol. Transportar estos productos desde Rusia o Ucrania es mucho más difícil, así como realizar pagos a Rusia debido a las sanciones impuestas por Occidente.
La conclusión de todo esto es que se va a producir un aumente del flete marítimo -el coste asociado al transporte de un contenedor de un puerto a otro- y de los costes en general.
“Estamos en una situación que recuerda a la época de la Guerra Fría”, explica Martínez, en lo que se refiere al aumento de precio del combustible o al recargo de guerra que se paga para asegurar la circulación en zonas cercanas al conflicto.
Los impactos más acentuados de la guerra de Putin en las exportaciones hortofrutícolas comenzarán a sentirse pronto, debido al sobreabastecimiento de productos en los mercados tradicionales. “El pago de la carga que está en tránsito, siempre en dólares estadounidenses, lo que complicará incluso más las transacciones para los operadores logísticos”, explica Martínez. De hecho, las líneas que prestan servicios directos hacia el Mar Negro se han detenido de inmediato con motivo de la guerra, lo que supone todo un desafío logístico para la carga que ya está navegando a bordo de esos buques.
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