Los barcos de arrastre pelágico de Irlanda y Francia ya están en nuestros mares. De hecho la actividad de las embarcaciones de la flota vasca de bajura en la campaña del bonito suele estar condicionada por la presencia de pelágicos franceses e irlandeses. Igualmente, se critica la calidad de las descargas de esta flota que no tiene ningún parecido con las que desarrollan la selectiva flota cañera del Cantábrico.
Los arrantzales vascos recorren las aguas del Golfo de Bizkaia y Cantábrico a la búsqueda de cardúmenes de atún blanco y los pelágicos no hacen sino perseguir a los pesqueros de bajura para aprovecharse de su labor de localización de túnidos. “La actividad de los buques pelágicos resulta muy perjudicial para nuestra flota. Ellos no pierden tiempo en buscar pescado y se limitan a seguir a nuestros barcos. Largan sus redes durante la noche e infligen un serio castigo a los bancos de atún. Así, a la mañana siguiente el pescado ha desaparecido y tenemos que volver a empezar”, expresan los arrantzales
En más de una ocasión, las embarcaciones vascas estuvieron faenan junto decenas de pelágicos y se ven obligados a abandonar la zona para dirigirse hacia el este. Curiosamente, horas después de que los patrones vascos decidieran poner rumbo a nuevas zonas de pesca, los buques pelágicos franceses e irlandeses hacen lo propio y navegan en misma dirección, siguiendo la estela de los barcos de Bizkaia y Gipuzkoa.
Por encima del perjuicio que la actividad de la flota pelágica provoca a los barcos de bajura vasca y del Cantábrico, los arrantzales reclaman a la Comisión Europea medidas para controlar la actividad de los buques franceses e irlandeses que participan en la pesquería del atún blanco. Los pescadores vascos denuncian la elevada cantidad de pescado que la flota pelágica arroja al mar. “La flota pelágica faena sin control. Nuestros arrantzales ven cómo arrojan grandes cantidades de pescado muerto al mar. Se trata en su mayoría de bonito joven que no puede ser comercializado por el deplorable estado en el que se encuentra. Se quedan con el pescado grande, que a pesar de presentar unas condiciones pésimas -aplastado, en muchos casos sin piel, roto- puede ser comercializado para la industria conservera”, denuncian los arrantzales vascos.
La política pesquera comunitaria presenta entre sus objetivos la reducción de los descartes -capturas accidentales- que provoca la actividad pesquera de la flota europea. Durante este año 2017, la reglamentación comunitaria permite un descarte del 6% del total capturado. “El volumen de descartes que provoca la actividad de la flota pelágica francesa e irlandesa en la campaña de bonito es muy superior al permitido por Bruselas. Y eso sin entrar en otras especies como los delfines que mueren atrapados en sus redes. Reclamamos la adopción de medidas como pudiera ser el embarque de observadores para controlar la actividad de los pelágicos”, muestran con preocupación los arrantzales. “Todos nuestros barcos -añaden- capturan los bonitos uno a uno de manera artesanal y el descarte es cero”.
La campaña de pesca de atún blanco-bonito del norte va camino de cumplir el tercer mes de actividad desde que los primeros buques vascos zarparan hacia el Atlántico a finales de mayo. Los cardúmenes de bonito no han entrado de lleno en las aguas del Cantábrico y Golfo de Bizkaia y los lances de pesca han ido a cuenta gotas, con un descenso del 25 por ciento en las capturas con respecto al año pasado.
En 2016 el Ministerio de Pesca obligó a la flota a suspender la pesquería de manera prematura por haber consumido la cuota. Nunca hasta entonces se había producido una prohibición por tal motivo. Los barcos se vieron obligados a amarrar el 5 de octubre. Posteriormente los arrantzales supieron que Madrid había cedido 1.200 tn. de cuota de bonito a la flota pelágica francesa. Así, mientras la flota del Cantábrico permanecía amarrada en puerto, los pelágicos franceses continuaron pescando bonito a pocas millas de la costa vasca con la cuota cedida por España.
Desde tiempo atrás los arrantzales vascos que participan en la pesquería del bonito muestran su asombro y preocupación por la aparición de dos superarrastreros pelágicos llegados desde el norte de Irlanda. Se trata de dos embarcaciones de 65 metros de eslora y 13 metros de manga, dimensiones muy superiores a las de cualquiera de los buques de la flota del Cantábrico que participan en la costera de bonito, cuya eslora máxima no supera los 36 metros y en muchos casos apenas alcanza los 20 metros. “Son auténticas máquinas de pescar con una capacidad extractiva impresionante”, aseguran preocupados desde el sector de bajura.
Se estima que la flota de buques de arrastre pelágico que participa en la pesquería de atún blanco-bonito del norte está compuesta por cerca de 32 unidades de bandera francesa e irlandesa. Estas embarcaciones faenan en pareja. Cuatro de ellas proceden de Irlanda y el resto de la costa occidental de Francia.
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