La Comisión Europea ha presentado sus propuestas para la firma y conclusión de los acuerdos comerciales con Mercosur y México, dos pactos que prometen transformar la geografía del comercio agroalimentario europeo y que tienen un impacto directo en el sector pesquero y acuícola.
El acuerdo con Mercosur –que integra a Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay– dará lugar a la mayor zona de libre comercio del planeta, con más de 700 millones de consumidores. Para la industria pesquera europea, el pacto implica la reducción de aranceles y el acceso a un mercado en expansión donde los productos transformados, en conserva y congelados de origen europeo ya cuentan con nichos de consumo en crecimiento.
Según estimaciones de Bruselas, las exportaciones agroalimentarias europeas podrían incrementarse hasta en 49.000 millones de euros anuales, una cifra que refuerza el atractivo de esta apertura.
El acuerdo renovado con México eliminará las últimas barreras que aún limitan las ventas de productos europeos. Para el sector pesquero, la medida supone una oportunidad de penetrar con más fuerza en un mercado que demanda referencias de alto valor añadido, especialmente productos transformados que destacan por su calidad y diferenciación.
México, socio histórico de la UE, representa un destino donde la clase media urbana está en aumento y busca alimentos seguros, con garantías de trazabilidad y origen certificado.
No obstante, las oportunidades también llegan acompañadas de riesgos. La entrada en Europa de materias primas a menor coste procedentes de países con estándares diferentes en sostenibilidad y seguridad alimentaria podría intensificar la competencia interna.
Las pymes pesqueras y acuícolas europeas serían las más expuestas a esta presión, al tener menos capacidad de adaptación frente a grandes operadores internacionales.
Expertos del sector coinciden en que la clave para mantener la competitividad está en reforzar lo que hace único al modelo europeo:
Solo así las empresas podrán defender su posición frente a competidores que basan su fortaleza en costes más bajos.
La Comisión Europea sitúa estos acuerdos en un marco global de inestabilidad geopolítica, en el que Bruselas busca diversificar socios estratégicos y reducir la dependencia de proveedores únicos.
La ratificación definitiva de las intesas corresponde ahora al Parlamento Europeo y a los Estados miembros, que deberán pronunciarse en los próximos meses. Hasta entonces, la cadena de valor pesquera europea observa con expectativa, consciente de que el futuro de sus relaciones comerciales con América Latina está en juego entre la promesa de nuevos mercados y el reto de preservar su competitividad interna.
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