Los científicos advierten que cada vez hay menos bacalao en el Mar de Barents, en el mar que rodea el norte de Noruega y en los alrededores del archipiélago de Svalbard
El dictamen científico de 2021, proporcionado de forma independiente por el Consejo Internacional para la Exploración del Mar (CIEM), indica que el deterioro de la población es más rápido de lo previsto. Por lo tanto, la UE está muy preocupada por el hecho de que Noruega y Rusia, sin tratar de cooperar con ninguna de las demás partes interesadas, estén tomando decisiones que conducen a una pesca insostenible de la población.
De hecho, los científicos aconsejan que, para proteger el bacalao del Ártico, las capturas se reduzcan en un 43% para 2022. Por el contrario, un plan de gestión noruego-ruso, elaborado sin la participación de las partes interesadas internacionales, prevé una reducción del 20% y, por lo tanto, no se ajusta a los dictámenes científicos.
Noruega y Rusia han optado por desviarse de la norma internacional de gestión sostenible, el llamado principio de rendimiento máximo sostenible (RMS), en la gestión de esta población en el marco de su plan de gestión bilateral. Lo más preocupante es que, desde 2017 hasta 2020, las cuotas de bacalao del Ártico fijadas por Noruega y Rusia han ignorado incluso el nivel de su plan de gestión bilateral al fijar continuamente cuotas más altas.
La UE pide a Noruega y a Rusia que cooperen en la gestión de esta población, junto con todas las partes interesadas, con el objetivo de acordar una gestión sostenible y no discriminatoria del bacalao del Ártico. Aunque la UE y Noruega tienen diferentes interpretaciones del Tratado de París que rige la gestión de la pesca en torno al archipiélago de Svalbard, juntos han garantizado una gestión estable de esta población durante más de 35 años. Como testimonio de esta exitosa cooperación, la UE habría esperado que Noruega se comprometiera con la UE antes de adoptar un cambio drástico respecto a las prácticas anteriores de gestión y asignación de cuotas.
Las recientes decisiones de Noruega y Rusia suponen un aumento de la presión sobre esta importante población de peces y un trato discriminatorio para los pescadores de la UE, que ven cómo las autoridades noruegas no reconocen sus derechos de siempre en beneficio de los pescadores noruegos y rusos. El planteamiento de fijar cuotas para que las pesquen otros Estados contraviene el derecho internacional del mar, y al fijar cuotas de pesca por encima del rendimiento máximo sostenible se corre el riesgo de que se deterioren aún más las poblaciones de peces afectadas.
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