Es el momento de descansar para los pescadores, de hacer vida familiar y también, en el caso de los armadores, de preparar los barcos para cuando comience la temporada, cuando pasarán toda la semana sin bajar a tierra.
–¿Cómo son estos meses de invierno para vosotros, para la gente del mar?
–Son tranquilos, descansamos, hacemos vida familiar, estamos con los amigos… Y luego los armadores nos encargamos del mantenimineto del barco, reparar un poco el motor y preparar redes, pertrechos… no te aburres.
–¿Y luego se coge el inicio de la pesca con ganas?
–Siempre está esa incertidumbre. Venimos de una serie de años bastante buenos y ahora, pues esa cosa de si será mejor o peor. Al principio cuesta arrancar.
–Y cuando empezáis, ¿cuál es el día a día?
-Empezamos con verdeles, salimos sobre las seis de la tarde y regresamos, según… Lo que pasa es que de verdel hay poca cuota y la pescamos en una semana. Y luego ya la anchoa. Sales los lunes, a las nueve de la mañana y ya de continuo hasta el viernes. Entras a puerto, descargas y sales.
–Así que dormís en el barco.
-Lo que ocurre es que últimamente aquí la anchoa ya no aparece. Hay al norte de casa, pero muy pequeña. Y la anchoa que tiene valor comercial está a la altura de Gijón. Así que salimos para toda la semana. Incluso dejamos el barco allí dos o tres semanas y volvemos en autobús. Bueno, eso si no se rompe la red o hay una avería. Los domingos por la noche salimos en autobús hasta Gijón o Santoña y luego venimos los viernes o los jueves.
-¿Toda la vida se hace en el barco o se baja a puerto?
-Pescas la anchoa y hay que ir a puerto a vender sí o sí cada día. Descargas, haces hielo, coges cajas y vuelves a salir. La gente descansa entre el ir y venir. Desde cuando arrancas del caladero a puerto es cuando la gente duerme.
-¿A cuántas millas se sale?
-Muy ancho no, lo que pasa es que entre Santander y Gijón no hay ningún puerto pesquero. Sí hay puertos, pero no hay ninguno en el que podamos entrar con nuestro barco. Está San Vicente de la Barquera, pero con la marea, no entramos. La gente no arriesga el poder quedarte varado en la arena. Entonces, lo que hacemos es ir a Santoña o a Gijón, entre tres y cuatro horas de camino desde que arrancamos hasta que llegamos a puerto.
-O sea, que las anchoas de Santoña… ¿son las que pescáis vosotros?
-Sí, bueno. Santoña tiene muy buena fama de sus anchoas por el salazón. En Euskadi también se hace, y muy bueno. En Getaria, en Mutriku, Ondarroa, Bermeo. En Hondarribia ya no. Antes había conserveras, pero dejaron de existir. La gente arran-tzale hace igual para casa, uno o dos baldes en salazón.
Mar
-¿Qué es lo mas raro que os encontráis en el mar?
-Plásticos. que nos encontramos en líneas de corriente y cuando se juntan dos corrientes el plástico se queda ahí. Si hay corriente y echas la red tienes riesgo de que se rompa, por eso lo evitamos. Hoy en día hay aparatos que miden la intensidad de la corriente y no te arriesgas. Una red vale 100.000 euros.
–¿Y para arreglarla, dónde se lleva?
-Solemos ir con dos redes y si una se rompe la mandamos en un camión. Aquí la descargan y las mujeres la cosen. Y luego la vuelves a enviar o vienes a por ella.
–Sigue siendo un trabajo que hacen las mujeres
-Sí, la mujer para el tema de las redes es muy importante. Bueno, la mujer es muy importante en la vida de un arrantzale. Al final los críos los cuidan ellas, porque estás mucho tiempo fuera. El día a día lo llevan las mujeres. Y antes, que no se paraba, se iba a la merluza, al bonito y al besugo… era mucho tiempo fuera de casa. Ella es la que administra y las rederas siempre son mujeres. Hay mujeres en la mercante, alguna que trabaja en pesca diaria, pero en lo que es bajura, no.
Rederas
-¿Hay mujeres jóvenes que se encargan de las redes?
-Sí. Son 14. Estamos luchando para que tengan un sueldo digno. Tienen años que ganan para defenderse, pero otros no. Y al final dependemos de ellas. Han traído máquinas, pero no juntan los paños igual. Ellas hacen malla por malla. Si queremos que haya rederas, tenemos que cambiar el sistema de jornal, no pueden seguir cobrando por horas…
-La pesca es una profesión de riesgo...
-Sí, y aunque de vez en cuando pasan accidentes, afortunadamente, cada vez menos. Es muy difícil que hoy en día te coja un temporal en la mar. Se aguanta fondeado capeando el temporal o si no, refugio a puerto.
–De dónde viene el nombre de tu barco?
-Es del barco que tenía la familia, dedicada a la pesca durante generaciones. No había teléfonos, sólo una radio pequeña. Cuando lo oían, el barco hacía tukutukutukutuku y de ahí, el nombre, TukuTuku.
-Una profesión unida a Hondarribia…
En la cuadrilla eramos 29 amigos y 26 fuimos a la mar. Teníamos dos en hostelería y uno en la construcción. Y ahora quedamos solo ocho. Una vez que te casas y tienes hijos, si la mujer trabaja fuera de casa es muy difícil conciliar. Así que mucha gente lo dejó cuando se casó. Tuvimos años malos para encontrar a gente, pero ahora mucha gente está volviendo a la mar.
ENTREVISTA REALIZADA POR ALICIA DEL CASTILLO
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