El uso racional de los recursos pesqueros y su explotación sostenible son el principal reto al que se enfrenta en este momento la industria de conservas de pescado y marisco para asegurar la disponibilidad futura de alimentos. El sector ya no puede ignorar aspectos como la I+D+i para la optimización en el consumo de agua y energía, el reaprovechamiento de materias primas, o la eficiencia en los procesos productivos, si quieren una implantación efectiva de la economía circular para salvaguardar el medio natural del que dependen: el mar.
La industria española de procesado y conservas de pescado y marisco contabiliza una cifra de negocio superior a los 6.000 millones de euros y los 20.300 puestos de trabajo, según cifras de Anfaco-Cecopesca, la patronal de fabricantes del sector, que cuenta con unas 250 empresas asociadas, y que destaca que este “es un sector pionero en iniciativas de sostenibilidad, al ser consciente de la necesidad de una interacción respetuosa con el entorno, el mar y sus gentes, como sustento principal de su éxito empresarial”.
“El respeto por el medio ambiente mediante una actividad responsable es sin duda el pilar básico de nuestra competitividad”, señala en este sentido a Compromiso Empresarial Juan Vieites, secretario general de Anfaco-Cecopesca.
En este sentido, Vieites destaca el compromiso sectorial, más allá de las iniciativas particulares -que también existen-, y pone como ejemplo la elaboración en 2020 de su Estrategia de Valor Compartido, una herramienta de medición de impacto creada con el fin de demostrar objetivamente la contribución al desarrollo sostenible de este sector y basada en los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas (ODS).
“Tenemos la convicción de apostar por un cambio sistémico industrial que permita contribuir con nuestra actividad a solventar retos como el cambio climático o la pobreza, creando estructuras justas y sostenibles en el tiempo”, asegura el responsable de Anfaco-Cecopesca.
En lo que se refiere a los grandes retos en materia ambiental que se le presentan actualmente al sector, como la contaminación por plásticos de los océanos o la proliferación de la basura marina derivada de los residuos de la actividad pesquera, Vieites señala que se trata de una problemática “que hay que abordar desde todos los puntos de la cadena de valor: pesca extractiva, acuicultura, y transformación y distribución”.
“Pero la concienciación es el principio fundamental y en ese sentido se están dando pasos significativos que incluyen jornadas de recuperación de plásticos y otras basuras tanto en litorales como en la pesca de bajura y altura, jornadas informativas dentro del sector y en escuelas y asociaciones de consumidores, o la búsqueda de estrategias de valorización de estas basuras y la evaluación de su incidencia en el medio marino, entre otras”.
Asimismo, defiende, “el sector de la transformación de productos marinos ha demostrado históricamente cierta precocidad en el desarrollo de infraestructuras productivas para la mejora en la eficiencia en el uso de los recursos pesqueros”.
“Desde hace décadas las empresas de este sector han creado compañías o líneas productivas en sus propias instalaciones para el aprovechamiento de los materiales de desecho procedentes del fileteado para la producción de harinas y aceites de pescado, que son utilizados en la producción de piensos animales y piscícolas”, explica Vieites.
Para impulsar este tipo de iniciativas, el Centro de Tecnologías Avanzadas de Investigación para la Industria Marina y Alimentaria de Anfaco-Cecopesca, con 5.800 m2 destinados exclusivamente a investigación e inaugurado en 2016, apoya a las empresas innovadoras del sector para ejecutar y validar, a distintas escalas, sus desarrollos en este ámbito, a través de convocatorias como la Green Deal, gracias a la que ya se está trabajando en tres propuestas de proyectos para dotar al sector de modelos demostrativos de tecnologías y procesos que sirvan para abordar los retos actuales y futuros en materia de economía circular.
CYTMA (Centro de Tecnologías Avanzadas de Investigación para la Industria Marina y Alimentaria). Foto: Anfaco-Cecopesca
En la misma línea, el sector conservero trabaja en el packaging sostenible, protegiendo los envases de las conservas fundamentalmente con papel o cartón -materiales fácilmente separables por el consumidor- y que permite gestionar de manera sencilla su reciclaje. También los propios envases metálicos de las conservas son de materiales como hojalata, aluminio o vidrio, todos sostenibles y cuyos residuos pueden someterse a una gestión responsable.
Sin embargo, según explica Vieites, en los últimos años el sector afronta nuevos retos para crear envases más innovadores para las conservas, y en las instalaciones de Anfaco-Cecopesca ya se realiza la validación de la efectividad, en diferentes escenarios, de los bioplásticos (biofilms) en sustitución de los plásticos tradicionales.
Estos se fabrican a base de polímeros obtenidos de extractos de algas marinas, subproductos de vegetales e incluso de crustáceos. “Pero soportar tratamientos térmicos agresivos como la esterilización (fundamental antes de comercializar estos productos) no es tarea fácil, y por eso, este es un gran desafío a solventar en el ámbito del envasado”, recalca Vieites.
Parece evidente que la innovación es un pilar imprescindible para avanzar en materia de sostenibilidad en este sector y esta es una apuesta que tienen clara todas las empresas que lo integran.
El pasado mes de diciembre el Proyecto Conserval, -liderado por el Centro Tecnológico del Agua (Cetaqua) y cofinanciado por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (Feder) a través del Programa Interreg V-A España-Portugal (Poctep)-, puso en marcha su primer prototipo demostrativo ubicado en Conservas Dardo, en la localidad gallega de Vilanova de Arousa.
El objetivo: probar nuevas tecnologías de fermentación ácida para convertir las aguas residuales de la industria conservera en lo que se llama AGVs (ácidos grasos volátiles), que pueden ser utilizados como materias primas para las industrias manufactureras de biocombustibles o bioplásticos.
Previamente a este prototipo se realizaron varios ensayos en laboratorio utilizando como sustrato aguas procedentes de la cocción de atún, mejillón y un mix de productos del mar para definir las mejores matrices residuales y testear las condiciones óptimas de operación.
En esta parte del proyecto también forman parte en la investigación la Universidad de Santiago de Compostela, a través de su Grupo de Biotecnología Ambiental (BioGroup), y la Universidad de Oporto (Portugal), representada por su Facultad de Ingeniería (FEUP), que está desarrollando tecnologías de separación y purificación de AGVs mediante membranas y procesos de adsorción.
Además de este proyecto, Conserval está trabajando con Anfaco-Cecopesca en la valorización de los subproductos generados en el proceso de transformación de las conservas, como las cabezas, las pieles o las espinas del pescado, para obtener hidrolizados proteicos y aceites de pescado con alto contenido en Omega 3, muy demandados por las industrias farmacéutica y cosmética.
De esta forma, “los restos de túnidos se convierten en la materia prima principal con la que se está trabajando, al ser el producto que más se procesa en las industrias de conservas, tanto en Galicia como en el Norte de Portugal, las dos áreas en las que se centra este proyecto, cuyo desarrollo está previsto hasta abril de 2022”, aclara Vieites.
Planta piloto de Anfaco-Cecopesca. Foto: Anfaco-Cecopesca
A pesar de que las empresas del sector de transformación de productos marinos suelen estar asentadas en lugares en los que el agua no supone un problema, “el camino hacia modelos más sostenibles y de circularidad, junto con el escenario más complejo que se vislumbra debido a fenómenos como el cambio climático, hace que la reutilización de agua se haya convertido en uno de los principales retos del sector para asegurar los procesos productivos en situaciones de carestía del recurso”, alerta Vieites.
En su opinión, la principal barrera para abordar este reto tiene que ver con la legislación higiénico-sanitaria, que impide el uso de las corrientes tratadas y regeneradas en aquellos procesos en contacto con alimentos. “Es probable que, en un futuro escenario más complicado, estas limitaciones desaparezcan, junto con el desarrollo de tecnologías de tratamiento para la reutilización de estas aguas que puedan ser económicamente asumibles por las empresas”, añade.
Por el momento, existen otro tipo de aplicaciones menos exigentes en cuanto a la calidad del agua y que también permiten el reciclaje de determinadas corrientes de proceso, como el riego de zonas verdes, el uso en equipos de refrigeración o la limpieza de suelos en las propias instalaciones.
Además, en materia de aprovechamiento del agua Anfaco-Cecopesca trabaja también en la recuperación del contenido de proteínas y grasas procedentes de determinadas corrientes ricas en estos componentes, como las aguas de cocción de atún, en lugar de su eliminación y antes de ser vertidas.
“La proteína y grasa recuperadas pueden ser empleadas en la fabricación de piensos e incluso, bajo determinadas condiciones de higiene, podrían ser empleadas para el consumo humano, puesto que ya se ha demostrado lo adecuado de estos componentes, por ejemplo, para alimentar a los alevines de trucha”, apunta Vieites.
Desde Opagac, la Organización de Productores de Atún Congelado, su director gerente, Julio Morón, señala que, “afortunadamente, la demanda de pescado procedente de pesquerías responsables no deja de crecer”, como demuestra el hecho de que, según un estudio de la consultora Deloitte, en los dos últimos años el 76% de los consumidores españoles afirma haber modificado sus hábitos de compra hacia productos pesqueros responsables desde el punto de vista social y ambiental.
El 76% de los consumidores españoles afirma haber modificado sus hábitos de compra hacia productos pesqueros responsables desde el punto de vista social y ambiental.
Por ello, “el principal reto del sector atunero en 2021 será trasladar al mercado el mensaje de que pescar y producir atún de una manera sostenible implica proteger, también, a los trabajadores y garantizar las mejores condiciones laborales”.
Para responder a esta demanda, los consumidores españoles dispondrán en 2021 de un 40% más de latas de atún con el sello Atún de Pesca Responsable (APR) de Aenor en los lineales de los supermercados, respecto a la oferta de 2020.
Este sello es una iniciativa de la flota atunera española para garantizar la trazabilidad del atún que captura desde la actividad en alta mar hasta el enlatado en las plantas conserveras.
Esta certificación -bajo laNorma UNE 195006 de Atún de Pesca Responsable- asegura el control de la actividad pesquera, las buenas prácticas a bordo de los buques, el control marítimo y sanitario y el cumplimiento de las condiciones sociales y de seguridad en el trabajo. El objetivo es ofrecer al consumidor la opción de elegir entre productos sostenibles y responsables.
En junio de 2019, las marcas Isabel y Campos fueron las primeras en España en comercializar producto con el sello APR, con el objetivo de aplicarlo a toda su gama de conservas de atún de forma progresiva.
Este 2021, Isabel, cuya producción total ya cuenta con el certificado APR, espera poner en el mercado más de 40 millones de latas con este distintivo, un 33% más que en 2020. Por su parte Campos, que ha cerrado 2020 con 1,3 millones de latas APR, prevé aumentar un 169% esta cifra en 2021, hasta los 3,5 millones de unidades de cinco referencias distintas de atún.
Y es que, las empresas del sector, como es el caso de Grupo Calvo, defienden que “es posible crear valor para el negocio, para la sociedad y para el planeta, a través de una gestión empresarial basada en la responsabilidad”.
Porque “podemos hacer las cosas mejor”, señala esta empresa familiar. Para ello cuentan con lo que denominan Objetivos Públicos de Compromiso con vistas a 2025 y basados en tres grandes áreas: océanos, medio ambiente y personas.
A nivel de transparencia, Calvo también se ha comprometido a que su grado de avance sea verificado por un tercero independiente y a publicar estos resultados en su web.
Según su último Informe Anual de Sostenibilidad, en 2019, con más de 100.000 toneladas de productos vendidos –y el 100% de su atún certificado como APR- el Grupo destinó 510.000 euros a acción social y 4,6 millones se invirtieron en materia de innovación.
El Grupo Calvo cuenta con sus Objetivos Públicos de Compromiso con vistas a 2025, basados en tres grandes áreas: océanos, medio ambiente y personas. Foto: Grupo Calvo
“La mayor parte de nuestra materia prima proviene de los océanos y es nuestro deber contribuir a una adecuada gestión de sus recursos y a la protección de la biodiversidad”, defiende la compañía que, en este sentido ha diseñado seis objetivos dirigidos a reducir su impacto en el medio marino, entre ellos, la trazabilidad total de sus productos, la gestión de los residuos, o la implantación de una flota más sostenible.
En materia ambiental sus objetivos se centran en mejorar el consumo de agua y energía y reducir los residuos a vertedero. A nivel personas Calvo trabaja en el fomento de la presencia de mujeres en los puestos directivos e intermedios, el aumento en las horas de formación, la reducción de accidentes laborales, o las auditorías de todos sus proveedores.
Por su parte, el Grupo Nueva Pescanova cuenta con su Programa de Actuación Responsable (PAR) que se estructura sobre cuatro planes generales: Un planeta común, Las personas primero, Producto excelente y Crecemos juntos con las comunidades, así como 12 planes específicos asociados a los aspectos materiales definidos en su Informe de Materialidad.
En la misma línea el Grupo cuenta con la certificación de su actividad pesquera y del aprovisionamiento de sus materias primas de origen pesquero y acuícola a través del Programa de Sostenibilidad ‘Pescanova Blue’, que incluye un sistema de reconocimiento de evidencias de sostenibilidad, entre ellas las certificaciones por referenciales reconocidos internacionalmente por Global Sustainable Seafood Initiative (GSSI), el referencial privado de pesca sostenible del Grupo Nueva Pescanova cuyo cumplimiento es verificado externamente por Bureau Veritas, los proyectos de mejora pesquera (FIPs) y los perfiles científicos de la plataforma FishSource.
En lo que se refiere a su apuesta por la innovación, el grupo está construyendo actualmente en la localidad gallega de O Grove el Pescanova BioMarine Center, un centro de I+D+i en acuicultura que, según explican, “marcará un punto y aparte en el estudio de la acuicultura en nuestro país en materia de nuevas técnicas de investigación sobre genética, nutrición y salud, así como sobre sostenibilidad y nuevas especies de cultivo”.
Este centro contará con 4.000 m2 dotados de la última tecnología, convirtiéndolo en el primer centro privado de este tipo en España y uno de los tres más importantes de Europa.
Este mes de enero el Grupo anunció que continúa, por segundo año consecutivo, en el Ranking Merco RyGC de empresas en materia de responsabilidad y buen gobierno corporativo en España, un estudio que selecciona el top 100 de estas compañías a través de la opinión de 1.141 directivos, 8.300 ciudadanos y un amplio grupo de expertos en RSC y análisis financiero, además de periodistas, analistas y responsables de asociaciones de consumidores, entre otros. Nuevo Pescanova ocupa el puesto 11 entre las empresas de alimentación, una posición que ya logró en el ranking de 2019.
Rianxeira, es la gama de conservas sostenibles del grupo Jealsa. Foto: Jealsa.
La economía circular parece ser otro reto ineludible para esta industria, tal como demuestran compañías como el fabricante de conservas de pescado y marisco Jealsa, que hace un año ya anunció la puesta en marcha de un innovador sistema de economía circular que le permite aprovechar el 100% de la materia prima proveniente del pescado que llega a sus instalaciones.
“Se trata de una cuestión de responsabilidad: buscar el máximo aprovechamiento a las partes del pescado que no se destinan a las conservas”, afirma en este sentido Ángeles Claro, directora de su Programa de Responsabilidad Social Corporativa que denominan We Sea.
“Hemos implantado un ecosistema de valorización pionero dentro de la industria a través del que diferentes empresas reciben diariamente las materias primas que transforman en productos de alta calidad para diferentes industrias como la acuícola, la de alimentación animal e incluso la de ingredientes funcionales”, explica la responsable de RSC de Jealsa, que comercializa marcas como Escurís o Rianxeira y Pet Select, de alimentación de mascotas.
También destina parte de su producción a subproductos como harinas y aceites de pescado (30%), que son consumidos por el sector acuícola y demás industrias afines.
El 20% del total que produce esta corporación se destina a nuevos procesos de valorización a través de la compañía Valora Marine Ingredients, que fabrica, junto a diferentes centros de investigación, productos de origen natural destinados a industrias como la farmacéutica o cosmética entre otras.
Según explica David Cabanelas, director de Valora Marine Ingredients, “se trata de un ecosistema de valorización único en la industria, desde el que se trabaja constantemente en la búsqueda de nuevos horizontes para el uso integral de los recursos, algo que está en el ADN de la compañía”.
Para ello, Jealsa colabora con diferentes organismos como el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), a través del Instituto de Investigaciones Marinas de Vigo (IIM-CSIC) o el Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI), que apoya su proyecto de economía circular con una ayuda cofinanciada por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (Feder) a través del Programa Operativo Pluriregional de Crecimiento Inteligente.
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