Sector Pesquero

La flota de Palamós insta a revisar el recorte de la UE para la gamba roja

La Cofradía de Pescadores de Palamós ha alzado la voz contra la nueva restricción impuesta por la Unión Europea que recorta la cuota de captura de la gamba roja (Aristeus antennatus) en el Mediterráneo occidental. La medida, adoptada en el marco del Plan Plurianual para las pesquerías demersales, ha sido recibida con profunda preocupación por parte del sector, que la considera desproporcionada y ajena a la realidad que los marineros observan cada día en el mar.

“Este recorte nos condena a la inactividad sin necesidad. Las capturas siguen siendo estables, incluso buenas. El problema no está en la sostenibilidad, sino en una gestión que ignora los datos reales del caladero”, asegura Joan Puigvert, patrón mayor de la cofradía de Palamós, donde más de 20 embarcaciones se dedican a esta especie emblemática.

Recorte del 15% para 2025

La Comisión Europea ha decretado una reducción del 15% en el esfuerzo pesquero para la gamba roja en 2025, una medida que se suma a otras restricciones aplicadas en años anteriores. Aunque desde Bruselas se defiende que el objetivo es preservar la especie y garantizar su explotación a largo plazo, los armadores de la Costa Brava consideran que el enfoque es excesivamente rígido.

“Nos imponen límites sin tener en cuenta que nosotros mismos llevamos décadas aplicando vedas voluntarias, respetando tallas mínimas y mejorando las artes de pesca”, apunta Marta González, bióloga del Instituto de Investigación Pesquera (ICIP), con sede en Girona. “Palamós es un referente en gestión responsable. Es una flota pequeña pero muy consciente”.

Una pesquería modelo en sostenibilidad

La gamba roja de Palamós es uno de los productos más reconocidos de la gastronomía catalana y cuenta con su propia marca de calidad. Cada año, la cofradía establece una parada biológica durante los meses de primavera, suspendiendo la actividad para permitir la regeneración del recurso. También se aplican topes diarios y controles de trazabilidad desde el puerto hasta el plato.

“Esta no es una pesquería industrial descontrolada. Aquí se conoce cada barco, cada patrón y cada kilo de gamba que entra a la lonja”, remarca el chef Iker Molins, embajador del producto en ferias internacionales. “Recortar por recortar es castigar al que hace bien las cosas”.

El desajuste entre ciencia y normativa

Uno de los puntos más críticos del conflicto es la aparente desconexión entre la situación real del caladero y los modelos científicos empleados por la UE. Según los pescadores, las campañas de seguimiento del Instituto Español de Oceanografía muestran una biomasa estable, e incluso una ligera recuperación respecto a hace cinco años.

“El problema es que se toman decisiones sobre bases estadísticas demasiado amplias, que mezclan zonas muy diferentes”, denuncia Puigvert. “Palamós no es lo mismo que otras áreas del Mediterráneo donde hay sobrepesca. No se puede aplicar el mismo rasero para todos”.

Desde la Generalitat de Catalunya también se ha expresado malestar por la medida europea. El conseller de Acción Climática, David Mascort, ha pedido una revisión urgente del reparto de cuotas y mayor participación de las comunidades pesqueras en el diseño de los planes de gestión.

Consecuencias económicas y sociales

Para los pescadores, el recorte no es solo una cuestión biológica, sino también una amenaza directa a su supervivencia económica. “Si seguimos así, no podremos mantener las embarcaciones, ni pagar al personal. La gamba roja es el motor de esta flota”, lamenta Ana Villanueva, armadora del Maria Glòria, una de las embarcaciones más veteranas del puerto.

Palamós no solo vive del turismo: el puerto pesquero emplea a más de 200 personas de forma directa, sin contar la cadena de valor que va desde las lonjas hasta los restaurantes. La gamba roja es, además, un símbolo identitario de la localidad.

Llamado al diálogo

Desde la cofradía insisten en que no están en contra de la regulación ni de la sostenibilidad, pero reclaman una gestión adaptada al territorio y basada en evidencias actualizadas.

“Queremos seguir pescando dentro de 10 años, pero también queremos trabajar mañana. Lo único que pedimos es que escuchen a quienes conocen el mar porque lo pisan cada día”, concluye Puigvert.

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