La falta de normalidad social impide a los arrantzales obtener buenos precios de bonito
ALBERTO ECHALUCE DV.ONDARROA
Los pescadores del Cantábrico han iniciado las primeras descargas de bonito y se han topado con la cruda realidad que los precios no son los que hubieran querido, ni tampoco las descargas reúnen el volumen del excepcional 2019. El cierre de los comedores y la lenta apertura de restaurantes está originando unos precios en el bonito mediano un tanto bajos, pero en el grande se atisba una recuperación. El mediano se ha pagado entre 3,40 y 3,59 euros-kilo. No obstante, el grande cuenta con un precio superior que demuestra también su recuperación al pagarse sobre 4,60 euros-kilo.
En primera instancia, los arrantzales aprecian que «el mercado en fresco está parado con una escasa demanda». Igualmente, entre las causas de estos menores precios están que el conservero que ha vendido sus productos a la restauración y a los comedores no está comprando el bonito en lonja debido a que estos sectores cuentan con un stock importante de latas al no haberse vendido por el cierre de aquellos negocios. «Mercancía tenemos sin poder cobrarla por el parón de la pandemia con lo que tenemos un fuerte stock de producto que nos impide adquirir la especie», señalaba desde el sector de la conserva.
Situación diferente padecen los conserveros que han venido a las grandes superficies que al haber permanecidas abiertas han conseguido importantes ventas, con lo que se espera que ahora puedan adquirir la especie en lonja.
Sin embargo los pescadores aducen «que tras una mala costera de la anchoa, los costes siguen subiendo, aunque nos queda el dato positivo que las faenas se están realizando cerca de la costa». Tampoco los arrantzales olvidan que el bonito del Norte compite «con el canario» con lo que la mayor oferta lleva a obtener un precio menor.
Este año el total admisible de capturas para toda la flota del Cantábrico se sitúa en poco más de 16.000 toneladas, una cifra acordada por la Comisión Internacional para la Conservación del Atún Atlántico (ICCAT) .
Año nefasto
De momento, los arrantzales atraviesan un mal año con malas costeras de verdel y de anchoa. En la primera especie tuvieron que parar por el decreto del estado de alarma Después desde el 20 de marzo al 20 de abril prepararon la costera de la anchoa con todas las medidas de seguridad, para evitar contagios. De hecho, los arrantzales tienen todas sus esperanzas puestas en esta costera de túnidos tras la escasa rentabilidad obtenida en las pesquerías del verdel y la anchoa.
La flota inicio las faenas después de lograr un incremento de la cuota de verdel, tras progresivos descensos y el cumplimiento de multas. Sin embargo, a los pocos días del inicio de la pesquería, los buques de cerco decidieron amarrar dada la crisis sanitaria y ante la imposibilidad de cumplir las medidas de seguridad donde conviven una media de 15 y 16 tripulantes
Y después con la reanudación de las faenas hacia la anchoa, los precios fueron muy bajos, con mes y medio en la mar, que hizo más recomendable parar para preparar la costera de bonito. Por ello, los arrantzales suspiran por conseguir los niveles de capturas y precios de los dos últimos años, en unas campañas calificadas de «excepcionales». El pasado año la campaña se cerró el día 27 de agosto. Ese día, los arrantzales llevaban capturados 14.783.057 kilos. En 2018 llegaron a pescar 16.620.680 de tope para este año.