La apertura de la campaña costera de langostino patagónico en Argentina, una de las citas clave para la industria pesquera nacional y para los mercados internacionales de marisco, ha quedado en suspenso tras ofrecer la primera prospección científica resultados “decepcionantes” en términos de abundancia del recurso. Las autoridades pesqueras, en coordinación con el sector, han optado por demorar el inicio de la temporada en tierra y supeditar cualquier decisión a un segundo estudio previsto para mediados de noviembre, con el objetivo de evitar una explotación prematura de un stock bajo presión.
El langostino patagónico (Pleoticus muelleri), conocido comercialmente como Argentine red shrimp, es el principal producto estrella de la flota de Chubut y uno de los mariscos más cotizados en Europa y Asia. La temporada de pesca costera —especialmente vinculada al puerto de Rawson— suele funcionar como motor económico para empresas, plantas de procesamiento y cientos de tripulantes. Esta vez, sin embargo, las señales biológicas han obligado a pisar el freno.
De acuerdo con la información trasladada por fuentes del sector y recogida en medios especializados, la primera campaña de evaluación científica detectó densidades de langostino inferiores a las necesarias para justificar la apertura inmediata de la pesquería costera, lo que llevó a recomendar el retraso de la temporada.
Lejos de interpretarse como un gesto meramente administrativo, la decisión se enmarca en una lógica de precaución biológica en un contexto especialmente delicado:
En este escenario, el segundo relevamiento científico programado para noviembre se vuelve decisivo: permitirá comprobar si el langostino se concentra en cantidades y tallas adecuadas en las áreas habituales de la pesquería costera o si, por el contrario, persiste la baja abundancia y se impone mantener o ampliar las restricciones.
El retraso de la apertura tiene efectos inmediatos sobre la cadena de valor:
No obstante, tanto científicos como parte del empresariado reconocen que abrir con baja abundancia sería un riesgo mayor: capturas poco rentables, mayor presión sobre concentraciones reducidas, impacto sobre reproductores y un daño reputacional si se percibe una gestión cortoplacista del recurso.
La situación actual vuelve a poner en el centro varios debates conocidos en la pesquería de langostino patagónico:
Mientras se aguardan los resultados del segundo estudio, el mensaje que sale de la costa patagónica es ambivalente: preocupación por una temporada que arranca con el freno de mano puesto, pero también la constatación de que cuidar el langostino hoy es la única forma de garantizar que siga siendo el corazón económico de la región mañana. La próxima decisión sobre la apertura no solo se medirá en toneladas, sino en la capacidad de Argentina de demostrar que puede equilibrar urgencia económica y sostenibilidad en uno de sus recursos marinos emblemáticos.
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