El Anuario de Estadísticas de Pesca y Acuicultura 2023 de la FAO confirma un punto de inflexión: la acuicultura concentra el 52,2% de la producción mundial de animales acuáticos, superando a la pesca extractiva y consolidándose como columna vertebral del suministro global. No es un repunte coyuntural sino una tendencia estructural, apoyada en volúmenes constantes y programables, especialmente en aguas continentales, que están reordenando las lógicas de aprovisionamiento también en Europa.
El informe perfila un mercado más selectivo. El consumo per cápita se sitúa en torno a 21 kg a escala global, con Asia como motor y Europa en posición consolidada. En Italia, la demanda se apoya en la restauración y en un consumidor más atento al origen y la sostenibilidad. La competencia ya no se decide solo por volumen, advierte la FAO, sino por reputación y confianza: estándares certificados, trazabilidad verificable y cadena de frío impecable.
En el frente de precios, el FAO Fish Price Index apunta a una moderada contracción tras años de tensiones, lo que mejora la visibilidad para la empresa: más margen para planificar, cerrar contratos a medio plazo y ajustar planes comerciales. Aun así, los costes energéticos y logísticos siguen siendo variables críticas; la estabilidad no está garantizada.
El tablero europeo mantiene su peso como gran nodo de intercambio. La UE continúa entre los principales importadores por valor, al tiempo que conserva capacidad exportadora en filieras de alto estándar. España e Italia lideran las compras de entrada, mientras Noruega afianza su primacía exportadora. En este contexto, puntualidad y logística del frío emergen como diferencial competitivo.
La madurez del sistema viene acompañada de mayor complejidad. La FAO subraya desafíos que requieren una gestión más fina: densidades de cría adecuadas, uso prudente de antibióticos, buenas prácticas de manejo y más investigación por especie. El objetivo deja de ser “crecer a cualquier precio” para pasar a crecer con equilibrio entre rentabilidad, impacto ambiental y confianza del consumidor.
Mirando a 2025, el informe proyecta tres ejes prioritarios: impacto climático, bienestar animal y nuevas proteínas del mar. La industria deberá innovar procesos y comunicación, mantener a raya los costes y traducir la sostenibilidad en métricas auditables. Quien lea a tiempo las señales del Anuario —y las convierta en estándares, datos y valor de marca— afrontará la transición no como un riesgo, sino como una ventaja estratégica.
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