La campaña de pesca de atún rojo (Thunnus thynnus) en el Mediterráneo occidental ha comenzado oficialmente en la medianoche del domingo 25 al lunes 26 de mayo, pero lo ha hecho marcada por la incertidumbre y la cautela. La flota de cerco europea, compuesta por embarcaciones de Francia, Italia y España, ya se encuentra faenando al sur de las Islas Baleares, una de las zonas tradicionalmente clave para la localización de grandes bancos de esta especie.
Sin embargo, más allá del tiempo, lo que verdaderamente inquieta a la flota es la falta de información clara sobre la talla y abundancia de los bancos de atún rojo en esta temporada. Los pescadores buscan concentraciones homogéneas de peces, condición necesaria tanto para cumplir con los parámetros técnicos de captura como para garantizar la rentabilidad de las operaciones.
El atún rojo es una especie emblemática y altamente regulada, cuyas poblaciones estuvieron al borde del colapso hace apenas dos décadas. Gracias a los planes de recuperación impulsados por la ICCAT (Comisión Internacional para la Conservación del Atún Atlántico), el stock ha mostrado señales de recuperación, permitiendo aumentos progresivos de las cuotas en los últimos años. No obstante, la presión sobre el recurso y la necesidad de una pesca selectiva y controlada siguen siendo máximas.
Las condiciones meteorológicas durante los días previos han sido un factor decisivo. El viento sostenido y las temperaturas frescas llevaron a que muchos armadores franceses, principalmente de la región de Languedoc, esperaran hasta el último momento para hacerse a la mar. No fue hasta el sábado 24 de mayo, justo un día antes de la apertura oficial de la campaña, cuando la mayoría de los barcos zarparon rumbo a los caladeros.
Cada campaña es monitoreada de forma estricta, con observadores a bordo, trazabilidad obligatoria y controles electrónicos para verificar el cumplimiento de las cuotas asignadas. Francia, España e Italia comparten buena parte del total permitido en esta zona del Mediterráneo, y cooperan en las zonas de pesca mediante el despliegue conjunto de medios logísticos y técnicos.
Con la campaña recién iniciada, las expectativas son contenidas. Las primeras jornadas de búsqueda son clave para determinar si la biomasa esperada está presente y en qué condiciones. Cualquier anomalía en el comportamiento migratorio del atún o en el patrón de distribución de los bancos puede tener un efecto directo en el éxito de la temporada.
Por el momento, los buques permanecen atentos, esperando las señales del mar y de sus ecosondas. En paralelo, las organizaciones de productores, las autoridades nacionales y las plataformas científicas siguen de cerca el desarrollo de la campaña, conscientes de la delgada línea entre la recuperación sostenible y la sobreexplotación.
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