La acuicultura española se compone en estos momentos de 5.100 establecimientos de acuicultura distribuidos en prácticamente todas las Comunidades Autónomas, que dan trabajo a más de 40.000 personas, entre empleos directos e indirectos. Este sector se caracteriza por ofrecer alimentación sostenible. En nuestra nutrición es importante apostar por alimentos saludables, pero debemos ir más allá. No podemos quedarnos únicamente en aquello que es beneficioso para nosotros, también debe serlo para el medioambiente. Por esta razón, y aunque siempre queda mucho por recorrer y mejorar, el pescado de acuicultura español juega un importante papel a la hora de conseguir que nuestra alimentación mediterránea progrese adecuadamente, creando un hábito de vida saludable.
Su característica es también los nutrientes que aporta. La ingesta de especies de acuicultura es una aliada de una alimentación sostenible, equilibrada y saludable. Constituye una importante fuente de nutrientes,proteínas y de Omega 3. Aunque es cierto que el pescado de acuicultura tiene más grasa, esta es grasa saludable. Así lo asegura AINIA en su estudio comparativo de la calidad nutricional de varias de nuestras especies de pescado frente a las mismas de otros orígenes. Todo ello, se traduce en que el pescado de acuicultura tiene un mayor contenido en Omega 3, que favorece la reducción del colesterol “malo” y el correcto desarrollo del sistema nervioso. Además de tener propiedades antinflamatorias, mejora nuestra concentración y nos ayuda a recuperarnos de esfuerzos físicos intensos.”
Si una cosa está clara es que los recursos naturales del planeta se están agotando. El primer paso es reconocer que son tan valiosos como limitados y es ahí donde radica la razón de ser de la acuicultura: aumentar la obtención de productos acuáticos haciendo un uso eficiente del medio. De hecho, debemos afrontar un incremento de la demanda alimentaria con esta limitación. Según el informe de Seguridad Alimentaria de la FAO en 2020, 690 millones de personas en el mundo sufren los efectos del hambre, un problema que se intensifica ante el aumento de la población mundial que, según se calcula, llegará a los 9.700 millones de personas en 2050.
La respuesta pasa por repensar la forma en la que producimos alimento, donde entra en juego la acuicultura como una solución que apuesta por la alimentación del futuro.
Para ello, es preciso analizar especie por especie. En principio, la dorada. Aunque esta especie debe su nombre a la marca dorada situada entre sus dos ojos, su sabor bien se puede asociar con elementos de enorme brillo como el oro o el Sol. Este pescado de acuicultura marina es criado en el Mediterráneo, en la costa atlántica andaluza y en las Islas Canarias, destacando la Comunidad Valenciana como principal cultivador, con cerca de 8.000 toneladas anuales. Se calcula que cada hembra es capaz de poner 2 millones de huevos por cada kilo de su peso!
Las doradas son alimentadas primero con microorganismos (zooplancton) y luego con piensos naturales, y se crían en viveros flotantes en el mar o en estanques (intermareales/esteros) en tierra. La dorada es una especie muy versátil en tu dieta. Si eres deportista y fan de la alimentación sana, la dorada no puede faltar en tu menú semanal, pues es una especie baja en calorías y rica en proteínas.
Por lo que respecta a la lubina, otra especie principal, los romanos la denominaban “lobo del mar” debido a la voracidad con la que atacaba a sus presas. Aunque ya escritores y filósofos de la Edad Antigua encontraron en esta especie inspiración para sus escritos, la devoción profesada por la lubina llega hasta nuestros días, en los que es la protagonista indiscutible de las mesas de Navidad. Los ejemplares de lubina de acuicultura de España, como la dorada, se crían principalmente en el Mediterráneo, en la costa atlántica andaluza y en aguas canarias.
Esta vez, es la región de Murcia la que encabeza el cultivo con un 34% del total nacional. Son alimentadas en viveros y estanques, primero con microorganismos vivos (zooplancton) y más tarde con piensos de origen natural, hasta que alcanzan el peso idóneo para llevarlas al punto de venta. Ir a la pescadería y comprar lubina significa invertir en salud. Es una especie con poca grasa, mucha proteína y una importante fuente de Vitamina B para nuestro organismo, vital para el sistema digestivo.
Otro producto que constituye una joya para el paladar es también la corvina y también en sentido literal, pues los otolitos de sus oídos son utilizados como talismán y en collares. La corvina es también un amuleto para las sociedades de pescadores de la Comunidad Valenciana, pues en esta región se sitúan las principales granjas de cultivo de corvina de nuestro país. Su método de cultivo es muy similar al de la dorada y la lubina. Primero, son alimentadas con microorganismos vivos y luego con piensos de origen natural, hasta que alcanzan un peso de entre 1 y 4 kg. Al ser un pescado blanco, tiene un número reducido de calorías y un nivel alto de proteína.
Por otro lado, el rodaballo es posiblemente uno de los peces más reconocibles a la vista. Su figura redonda y plana lo hacen inconfundible. Por su sabor delicado y la jugosidad de su carne es un deleite para el paladar. Esta delicia es cultivada en aguas gallegas, lugar donde se produce el 99% del rodaballo de acuicultura en España. La tradición del cultivo de rodaballo gallego se remonta a finales del siglo XX. Desde entonces y hasta el día de hoy, criadores gallegos y acuicultores han dedicado su vida al cultivo de este manjar. La reproducción de esta especie se desarrolla en centros de reproducción donde las hembras ponen ¡hasta 1 millón de huevos por cada kg de peso! A partir de este momento se alimentan con microorganismos vivos durante su primer mes y, más tarde, con piensos de ingredientes naturales. Este pescado es rico en vitamina B, así como en minerales como el potasio, bueno para regular la presión arterial, y en fósforo, imprescindible para la buena formación de los huesos. Además, también aporta proteínas y otros nutrientes que tu cuerpo necesita.
Otras especies de importancia son la anguila. Las incógnitas sobre esta especie llegan hasta nuestros días pues todavía nos queda mucho por aprender de este animal que nace y muere en agua salada, pero vive en agua dulce. De hecho, su cultivo está
condicionado a la captura de angulas silvestres, su cría. Y es que, ¡sin angulas no hay anguilas! Pero, si hay algo que sí sabemos, es que la Comunidad Valenciana es la mayor productora de esta especie. Tanto amor le profesan en la zona levantina que la anguila se ha convertido en la protagonista de uno de sus platos estrella, las anguilas con patatas. O, como ellos dirían, el all i pebre. Por lo que respecta al atún rojo, España es el segundo país en cultivo de atún rojo de acuicultura del mundo, solo por detrás de Japón. Se trata de uno de los pescados más ricos en Omega 3 y que, además, contiene más proteína que la carne, acumulando 23 g por cada 100g.
En cuanto a la trucha, es la protagonista de la acuicultura en los ríos españoles. Su cultivo no es ninguna novedad, pues se remonta a 1866, cuando se empezó a criar para la repoblación de los ríos. La trucha es una de las especies más asentadas en la
geografía española, pero su cría se concentra en Castilla y León, que cultiva más de 5.000 toneladas.
Junto a ello, las huevas de esturión, más conocidas como caviar, ¡son la joya gastronómica de agua dulce!. Su cotizado sabor hace que sean también conocidas como “manjar negro”, término que incluso mencionó Cervantes en el famoso El Quijote. En 2006 se prohibió la exportación de caviar de pesca para proteger a las
especies que lo producen, así que en la actualidad todo el caviar que se consume en el mundo proviene de acuicultura. Es un gran ejemplo de cómo la acuicultura puede ayudar a que sigamos disfrutando de lo que nos gusta manteniendo la biodiversidad. Por último, en las granjas de cultivo de la acuicultura de España, no solo se crían especies para nuestra alimentación. También para la nutrición de los peces y moluscos está el fitoplancton, que constituye el aporte de nutrientes que los alevines necesitan para su correcto desarrollo.
Sus usos no terminan aquí, también son utilizados para cosmética de origen vegetal pues tienen efecto antioxidante y antiarrugas, e incluso tiene un enorme potencial en el campo de los biocombustibles.
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