El gestor de la red eléctrica ve en la actual sobrecapacidad de electricidad baja en carbono una ventaja competitiva y propone usarla para descarbonizar usos, reindustrializar el país y desplegar 13 GW de eólica marina de aquí a 2035.
Francia vive hoy una situación que muchos países europeos envidiarían: tiene más electricidad baja en carbono disponible de la que consume. Lejos de ver en esa sobrecapacidad un problema, el gestor del sistema eléctrico, RTE, la presenta como una “ventana de oportunidad” para acelerar la descarbonización de la economía francesa y reforzar su industria, en lugar de pisar el freno al desarrollo de las energías renovables.
El mensaje se recoge en el Bilan prévisionnel 2025-2035, el informe de prospectiva que RTE presentó el 9 de diciembre y que actualiza las perspectivas del sistema eléctrico francés para la próxima década.
Tras la crisis sanitaria y el choque energético de 2022-2023, Francia ha recuperado la producción de su parque nuclear y ha acelerado el despliegue de renovables. Solo en 2024-2025, el país alcanza un ritmo de unas 7 GW anuales de nuevas instalaciones solares y eólicas terrestres y marinas, lo que ha reforzado su capacidad de generación baja en carbono.
Al mismo tiempo, la demanda eléctrica se mantiene estable, por debajo de los niveles previos a la covid, gracias a la combinación de eficiencia energética, cambios de hábitos y el impacto de los altos precios de la energía durante la crisis. El resultado: una “abundancia de electricidad descarbonizada” que ha permitido a Francia batir en 2024 su récord de exportaciones netas de electricidad y situarse con una mezcla eléctrica ya descarbonizada en torno al 95 %.
RTE calcula que este episodio de sobrecapacidad puede prolongarse al menos dos o tres años. Pero en lugar de proponer un frenazo brusco en las inversiones, el operador señala otra vía: usar esa abundancia como palanca para electrificar rápidamente transportes, industria, edificios y nuevos usos como los centros de datos.
El informe plantea dos grandes trayectorias para el consumo de aquí a 2035:
RTE es claro: desde el punto de vista económico y climático, es mucho más eficaz activar cuanto antes el escenario de descarbonización rápida que limitar el desarrollo de las renovables para “ajustar” la oferta a una demanda casi plana.
El operador cuantifica incluso los beneficios: electrificar usos permitiría reducir a 2035 cerca de la mitad de las importaciones de hidrocarburos —unos 500 TWh menos—, de los que el 40 % se explicaría directamente por el cambio a electricidad. Eso significaría recortar una factura energética exterior que hoy ronda los 50-70 mil millones de euros al año y reforzar la soberanía energética del país.
Para sostener ese escenario de descarbonización rápida, RTE da por hecho un mix basado en dos pilares: nuclear y renovables, con un papel creciente de la eólica marina a partir de la década de 2030. El gestor trabaja con la hipótesis de alrededor de 13 GW de eólica offshore instalados en 2035, apoyando tanto la producción eléctrica como el desarrollo de cadenas industriales asociadas. (Dato citado en la prensa francesa especializada).
El informe, sin embargo, introduce matices importantes:
La otra pieza clave son las redes: RTE recuerda que el éxito de la estrategia depende de reforzar rápidamente el transporte y la distribución para conectar nuevos consumos y producciones. El operador ya ha habilitado “sitios fast track” para grandes consumidores (industria, hidrógeno, centros de datos) y, a partir de 2026, podrá priorizar los proyectos más maduros y dinámicos en el acceso a la red.
Por primera vez, el Bilan prévisionnel detalla el volumen de proyectos de descarbonización e inversión industrial que deberían materializarse para colocar a Francia en la senda rápida:
Si alrededor del 60 % de estos proyectos se concreta de aquí a 2030, la demanda eléctrica industrial podría incrementarse hasta unos 113 TWh anuales, a lo que se sumaría el aumento de consumo en hidrógeno y datacenters.
RTE insiste en que no hay riesgo de “conflicto de usos” entre estos nuevos consumos electrointensivos (hidrógeno para aviación y transporte marítimo, e-combustibles, datacenters) y la descarbonización prioritaria de transporte, edificios e industria: la capacidad de generación y la resiliencia del sistema son suficientes, siempre que se sigan reforzando las redes.
El operador recuerda que no es la primera vez que Francia vive un episodio de sobreproducción eléctrica. Entre finales de los años 80 y comienzos de los 2000, el país ya experimentó largos periodos de excedente, que se tradujeron en:
RTE propone repetir la jugada, pero esta vez con un objetivo explícito: aprovechar precios mayoristas relativamente bajos respecto a los países vecinos para atraer nueva industria, electrificar procesos y reducir drásticamente el uso de combustibles fósiles, en lugar de desperdiciar el “colchón” de capacidad deteniendo el despliegue renovable.
El mensaje central de la propuesta francesa es nítido: mientras otros países temen quedarse cortos de electricidad limpia, Francia se encuentra en una posición “estratégicamente muy ventajosa” para acelerar su transición climática y su reindustrialización apoyándose en un mix nuclear-renovables ya muy descarbonizado.
Para RTE, la prioridad a 2035 no es recortar la ambición renovable, sino poner en marcha cuanto antes un movimiento decidido de electrificación de usos, acompañado de inversiones en red y de una planificación fina de la eólica marina y el resto de tecnologías. Solo si esa electrificación no se materializa al ritmo esperado tendría sentido, según el gestor, ajustar temporalmente el despliegue de ciertas filières, siempre con cuidado de no comprometer la capacidad futura de Francia para producir la electricidad descarbonizada que necesitará el resto del siglo.
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