A días de la próxima Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Océanos, que se celebrará en Niza del 9 al 13 de junio, el debate sobre la sostenibilidad marina se intensifica en Europa. En un contundente artículo publicado por EUobserver, los excomisarios europeos Maria Damanaki y Virginijus Sinkevičius lanzan un llamado a la acción urgente: eliminar la pesca de arrastre en las áreas marinas protegidas (AMP) como paso imprescindible para que el nuevo Pacto por los Océanos de la Unión Europea sea algo más que una declaración de intenciones.
El pacto, presentado como piedra angular de la política marítima europea, podría marcar un antes y un después en la conservación marina. Pero, según los excomisarios, no bastan los compromisos simbólicos: es necesario que se traduzcan en normas vinculantes, aplicables y efectivas.
Damanaki y Sinkevičius reconocen que la UE cuenta con una base legal sólida, como la Política Pesquera Común y el Plan de Acción para el Medio Marino. Sin embargo, subrayan que el verdadero problema radica en la débil implementación de estas normativas por parte de los Estados miembros. En muchas AMP, la pesca de arrastre —altamente destructiva para los hábitats marinos— continúa permitida, lo que socava la confianza pública y desacredita los esfuerzos de conservación.
“El pacto será una promesa vacía si no se acompaña de medidas concretas y sanciones claras frente a los incumplimientos”, advierten.
Los datos son alarmantes: más del 90% de las aguas marinas europeas están sometidas a presiones antropogénicas severas, incluyendo sobrepesca, transporte intensivo y explotación industrial. Para los firmantes del editorial, esto no solo pone en riesgo la biodiversidad marina, sino también el futuro económico y social de miles de comunidades costeras.
“Un océano degradado no solo es una amenaza ambiental, es una vulnerabilidad estratégica”, afirman, aludiendo al impacto potencial sobre la economía azul y la seguridad alimentaria.
El momento geopolítico es clave. En ausencia de liderazgo claro por parte de otras potencias mundiales, la UE tiene la oportunidad de posicionarse como referente global en la gobernanza oceánica. La entrada en vigor del Pacto por los Océanos durante la cumbre de Niza permitiría a Europa enviar un mensaje inequívoco: el desarrollo económico y la protección del mar no son objetivos incompatibles.
Los excomisarios insisten en que el sector pesquero debe ser parte activa del cambio. Piden un entorno regulatorio estable y justo, donde el respeto por las reglas no sea un obstáculo, sino una ventaja competitiva. Instan también a los transformadores, compradores y asociaciones a respaldar una transición hacia una pesca más selectiva y menos destructiva.
“El verdadero desafío no es escribir nuevas leyes, sino tener el coraje de aplicarlas”, concluyen Damanaki y Sinkevičius. Solo con medidas concretas, medibles y obligatorias, como la prohibición del arrastre en AMP, será posible proteger efectivamente los ecosistemas marinos y asegurar la viabilidad a largo plazo del sector pesquero europeo.
El Pacto por los Océanos es una oportunidad histórica. Pero sin liderazgo político, ambición real y responsabilidad compartida, seguirá siendo una promesa incumplida en un mar cada vez más amenazado.
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