El país revalida su puesto en el Consejo de la Organización Marítima Internacional y vuelve a impulsar la candidatura de Víctor Jiménez a la presidencia del órgano ejecutivo
España seguirá en la primera línea de la regulación marítima internacional durante los próximos dos años. La Asamblea de la Organización Marítima Internacional (OMI), el organismo de Naciones Unidas encargado de fijar las reglas del transporte marítimo a escala global, ha reelegido a España como miembro de su Consejo, el órgano ejecutivo donde se toman las decisiones clave sobre seguridad, medio ambiente, digitalización y condiciones laborales en la mar. OMI
Las elecciones se celebraron en Londres, con la presencia del ministro de Transportes y Movilidad Sostenible, Óscar Puente, al frente de la delegación española. Con este respaldo, el Gobierno volverá a presentar como candidato a la presidencia del Consejo al actual presidente, Víctor Jiménez, representante permanente alterno de España ante la OMI, que ejerce el cargo desde 2021 y optará a su reelección el próximo 4 de diciembre.
“Esta elección es fruto de años de trabajo constante en el seno de la OMI y de una intensa labor diplomática en los últimos días”, subrayan desde el Ministerio, que interpreta el resultado como una confirmación del liderazgo español en la agenda marítima internacional y de la confianza del resto de Estados miembros en la capacidad de España para “tejer acuerdos y buscar consensos” en un momento delicado para el comercio mundial.
En unas breves declaraciones tras la votación, Víctor Jiménez expresó su satisfacción por el apoyo recibido y recordó que la presencia española en el Consejo permitirá seguir aportando una “visión experta y acreditada” en el diseño de un transporte marítimo “sostenible, ágil y resiliente” para el bienio 2026–2027. Según destacó, las prioridades pasan por acelerar la transición energética del sector, impulsar la adopción de tecnologías verdes, avanzar en la digitalización de procesos y reforzar la cooperación internacional en un contexto marcado por las tensiones geopolíticas y la fragilidad de las cadenas logísticas.
La directora general de la Marina Mercante, Ana Núñez, presente también en Londres, celebró la reelección de España y deseó suerte a Jiménez en la nueva carrera por la presidencia del Consejo. Núñez subrayó la importancia de mantenerse “en primera línea” en un momento en el que se están debatiendo cuestiones de fondo como las estrategias de descarbonización del transporte marítimo, la protección de los océanos o el futuro de la navegación autónoma.
La pertenencia al Consejo de la OMI no es nueva para España, pero sí estratégica. El país forma parte de este órgano desde 1973 y, desde 2001, se mantiene integrado en la categoría B, reservada a los diez Estados con mayores intereses en el comercio marítimo internacional. Es una pieza intermedia entre la categoría A —que agrupa a los diez países con más peso en la prestación de servicios marítimos a escala global— y la categoría C —que reúne a 20 países seleccionados por criterios geográficos para asegurar una representación equilibrada de todas las regiones marítimas del mundo—. En total, 40 Estados forman este “núcleo duro” desde el que se orientan las decisiones del plenario.
La reelección llega en un momento en el que el transporte marítimo vuelve a estar en el centro del tablero económico y político. Más del 80 % del comercio mundial se mueve por mar y cualquier disrupción —ya sea climática, bélica o logística— tiene efectos inmediatos en precios, suministros y estabilidad económica. En paralelo, crece la presión social y regulatoria para reducir las emisiones del sector, responsable de en torno al 3 % de las emisiones globales de CO₂, y para mejorar la protección de los océanos frente a vertidos, basura marina y otros impactos.
En ese marco, España ha tratado de posicionarse como un actor proactivo: impulsando la reducción progresiva de emisiones de los buques, defendiendo estándares más estrictos de seguridad y formación de la gente de mar, y apoyando la digitalización de los procesos marítimos —desde la ventanilla única portuaria hasta los sistemas de tráfico marítimo— como palanca para ganar eficiencia y transparencia. La continuidad de su asiento en el Consejo permitirá mantener esa línea de trabajo y, al mismo tiempo, reforzar la visibilidad de la comunidad marítima española en los debates globales.
Durante la semana de la Asamblea, la delegación española —integrada por responsables del Ministerio de Transportes y de la Dirección General de la Marina Mercante— ha mantenido una intensa agenda de contactos bilaterales con otros países y con representantes del sector. En las imágenes difundidas por el propio Ministerio se ve al ministro Óscar Puente junto a Víctor Jiménez, así como a la delegación posando ante el conjunto de banderas de los Estados miembros frente a la sede de la OMI en Londres, una puesta en escena que subraya el carácter “de Estado” de esta representación.
El reto ahora se traslada al interior del Consejo, donde España aspira a revalidar la presidencia que Víctor Jiménez ejerce desde 2021. Ese puesto sitúa al país en una posición privilegiada para moderar las grandes discusiones sobre el futuro del transporte marítimo, desde la definición de un posible precio global al carbono en el sector hasta la regulación de las nuevas rutas árticas o la seguridad de la navegación en zonas de conflicto.
En términos prácticos, el Gobierno confía en que esta presencia reforzada contribuya también a defender los intereses de la flota, los puertos y las industrias marítimas españolas, muy expuestas a los cambios normativos que se gestan en Londres. Las decisiones sobre estándares de eficiencia energética de los buques, requisitos de combustible, control de emisiones o digitalización de documentos tienen un impacto directo en armadores, navieras, astilleros, puertos y empresas de servicios marítimos de todo el país.
La nota de prensa del Ministerio de Transportes insiste en un mensaje que resume el sentido de este nuevo mandato: en un mundo lleno de incertidumbres, con conflictos regionales, crisis climática y tensiones en las cadenas globales de suministro, el transporte marítimo continúa siendo “la base que garantiza el comercio mundial”. En ese tablero, España quiere seguir jugando en la mesa donde se toman las decisiones. Y la reelección en el Consejo de la OMI, con la mirada puesta en la presidencia del órgano, es la confirmación de que, al menos por los próximos dos años, lo seguirá haciendo desde el centro mismo del puente de mando.
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