La eólica marina flotante española: un negocio de casi 50.000 millones de euros en España, es considerado un sector que es considerado como un sector sometido a una grave indefinición que podría perder mucho dinero si no se aprueban los Planes de Ordenación del Espacio Marítimo que fijará las políticas de acción y proyectos a implantar en el espacio marítimo. Y eso que el impacto sobre el PIB que podría tener la energía eólica marina flotante -durante el período 2025-2050- ascendería a 49.607 M€, de los cuales 40.874 M€ serían contribución de los agentes que desarrollan actividad en el sector, y 8.733 M€ se derivarían del efecto arrastre que tendría esta industria en el resto de la economía española». Lo dice (página 94) el Libro Blanco de la Industria Eólica Marina en España, que ha presentado hoy la Asociación Empresarial Eólica. 50.000 millones de euros y hasta 17.000 puestos de trabajo que podrían sin embargo quedar… en el aire.
El sector eólico nacional está preparado y no tiene problemas de financiación, pero alerta: España podría perder esta oportunidad histórica -la de liderar el desarrollo global de la eólica marina flotante- si la Administración no hace sus deberes y (1) publica de una vez por todas los Planes de Ordenación del Espacio Marítimo (para que el sector sepa dónde sí y dónde no podrá instalar sus aerogeneradores) y (2) aclara el calendario de subastas y el marco regulatorio y retributivo (o sea, cuánto cobrará una empresa por cada megavatio hora eólico marino que produzca). Todo ello y mucho más cuenta la AEE en el Libro Blanco de la Industria Eólica Marina en España, que la Asociación ha presentado hoy en Madrid. El Libro, elaborado para AEE por la consultora Deloitte, repasa los principales indicadores de impacto macroeconómico del desarrollo de la eólica marina, con un «claro enfoque» hacia la oportunidad que la tecnología y soluciones flotantes suponen, sí, para la industria eólica nacional, pero también para la naval y la portuaria.
Y es que, según AEE, España disfruta ahora mismo de una «posición privilegiada como primer desarrollador de prototipos de eólica marina flotante en el mundo», cuenta por otro lado con «unas infraestructuras portuarias con gran potencial como hubs logísticos», y cuenta por fin con una industria naval que ya lleva un tiempo «diversificando su actividad hacia la construcción de estructuras marinas y buques de apoyo a los parques eólicos marinos». Así, España ya está en condiciones -apuntan desde AEE- no solo de «abordar el desarrollo de la eólica marina en nuestras costas», sino, además, «de ser un referente internacional en tecnología de eólica marina flotante».
Ahora mismo, hay aquí hasta 15 proyectos de eólica marina (casi 5.000 megavatios) presentados a consulta pública, número significativo que demuestra el interés de los desarrolladores, y pone claramente de manifiesto la dimensión del mercado y el potencial de este sector. Estamos hablando de una quincena de proyectos que aspiran a comenzar a sumar megavatios en pos de cierto horizonte… el de los 3.000 megavatios, que ese es el Objetivo 2030 que fija para España la Hoja de Ruta de la Eólica Marina aprobada por el Gobierno hace ahora un año.
El caso es que el sector asegura (lo ha dicho hoy por activa y por pasiva) que está perfectamente preparado (industrialmente, económicamente y por experiencia adquirida en otros mercados donde la eólica marina sí ha prosperado) para emprender esa travesía: la que ha de conducir a España a esos tres gigavatios de potencia en 2030.
Eso sí, hace falta una cosa: un terreno de juego bien delimitado y unas reglas concretas para que todos los actores del sector sepan a qué atenerse. O sea, un marco.
La pelota está en el tejado de la Administración
«Es urgente disponer -dice la AEE en su Libro- de un marco regulatorio actualizado y de una planificación concreta en el medio y largo plazo, que active en los próximos meses los trabajos de desarrollo de los parques que estarán en funcionamiento en 2029». Porque el sector asegura sin titubeo que en 2029 pueden estar los megavatios que fija la Hoja de Ruta del Gobierno. Pueden… si el Gobierno hace los deberes.
Juan Virgilio Márquez, director general de la AEE: «es urgente desarrollar los Planes de Ordenación del Espacio Marítimo y un marco regulatorio específico para la eólica marina con un enfoque industrial. En paralelo, es necesario establecer un calendario/objetivos para la eólica marina que facilite la inversión y ofrezca visibilidad para el desarrollo de esta tecnología en el país”
El Libro Blanco de la Industria Eólica Marina en España lo han presentado el director general de AEE, el director técnico de la Asociación, Tomás Romagosa, y el director del Área Energía de Deloitte, Enrique Doheijo. Márquez ha abierto fuego con varios datos que sitúan a España en el concierto internacional: «en el desarrollo de la eólica marina, España ha jugado un papel fundamental en lo industrial y en lo tecnológico (…). Ahora mismo somos el primer desarrollador de soluciones flotantes. Hay en todo el mundo aproximadamente cincuenta soluciones de flotación [estructuras sobre las que se ubican los aerogeneradores flotantes] en todo el mundo. Pues bien, hasta quince de ellas han sido o están siendo desarrolladas en España, y la tecnología flotante es una solución disruptiva».
Es disruptiva porque abre espacios imposibles para la eólica fija. ¿Por qué? Pues porque a partir de determinadas profundidades no es posible (sería antieconómico) fijar los aerogeneradores al lecho marino. Sin embargo, si la solución es flotante, los horizontes al alcance de la tecnología (los vientos a cosechar) crecen extraordinariamente. Y ahí está (oteando esos horizontes) la industria eólica marina toda. Porque los mares en los que las aguas son poco profundas y en los que esas aguas están cerca de la costa (o sea, los mares en los que las máquinas pueden ser fijadas con cemento al lecho marino) son muy pocos. Así que todos los promotores están buscando ya localizaciones más alejadas de la costa donde haya buen recurso para situar allí sus aerogeneradores marinos… flotantes.
Y la Asociación Empresarial Eólica quiere aprovechar esa ventana de oportunidad, ventana que España tiene ahora mismo abierta de par en par gracias -explica AEE- a su privilegiada situación. La arriba descrita en el análisis DAFO: el sector nacional tiene experiencia vasta en eólica marina (hay muchas empresas españolas fabricando componentes para los parques eólicos marinos más importantes del mundo); tiene innovación (15 prototipos de los 50 que compiten hoy en la carrera eólica marina flotante global son Marca España); y tiene acceso a la financiación. Hay apetito por los vientos españoles, según la AEE. Por los españoles y por todos los demás. Porque es que el mercado que se abre es de dimensiones colosales. «El 85% del recurso eólico en el mar está en las aguas más profundas», ha dicho esta mañana Tomás Romagosa. El recurso además es de mejor calidad. «El régimen de viento en alta mar -explica el Libro- es más laminar que en tierra al tener una menor rugosidad superficial, conllevando ello una menor turbulencia y un factor de cortadura vertical bajo». Ello supone -continúa el Libro- una menor altura de la torre necesaria para un mismo rotor y potencia de máquina, lo que se traduce en un ahorro de material y un transporte más sencillo.
Los aerogeneradores marinos, además, pueden ser más potentes (la eólica offshore lleva ya tiempo trabajando en el entorno de los quince megavatios, mientras que en tierra firme las máquinas más ambiciosas están aún por debajo de los siete megas).
Y una ventaja comparativa más: un aerogenerador en el mar puede estar generando electricidad durante más de 4.000 horas equivalentes al año, en algunos casos más de 5.000, cuando en tierra firme estamos en el entorno de las 2.000-3.000.
Es decir, que hay mucho negocio en el mar. De ahí el apetito de los inversores. En ese sentido, AEE ha insistido hoy, en varios momentos, en que el problema no es la financiación de los parques.
«No es problema de financiación, no es problema de capacidad, no es problema de recurso. Es un tema de regulación», recalcaba en un momento dado Márquez.
Y efectivamente así parece ser, habida cuenta de la quincena de proyectos que ya tiene sobre la mesa la Administración. Las empresas no quieren perder tiempo. Porque ven negocio. Y por eso buscan localizaciones, solicitan autorizaciones, hacen mediciones…
«Este año -señalaba Márquez- se ha corrido mucho. Hace un año había algunos actores en algunos sitios. Ahora están todos los actores en todos los sitios». Porque nadie quiere perderse ni una oportunidad, ni en Canarias, ni en Galicia (nadie sabe dónde será la primera subasta).
La Asociación Empresarial Eólica (en su Libro), y el propio Márquez (hoy), han manifestado cierta confianza en que el Gobierno vaya dando pasos, desde ya, en la dirección a aclarar todos los marcos necesarios (regulatorio-administrativo, retributivo, de calendario).
«Entendemos que el Ministerio aprobará los Planes de Ordenación del Espacio Marítimo antes de fin de año», ha dicho el director general de AEE, que ha aludido en otro momento al recientemente aprobado Plan +Seguridad Energética, documento en el que efectivamente el Gobierno dice (página 100), que «la propuesta normativa se publicará antes de finalizar el ejercicio 2022». Y dice -el Plan +SE, en esa página 100- que el nuevo marco se basará en la coordinación de (1) el procedimiento de autorización de las instalaciones eléctricas; (2) el otorgamiento de derechos sobre el uso del espacio marino; (3) el acceso y conexión al sistema eléctrico; y (4) el marco de impulso a la inversión mediante instrumentos de concurrencia competitiva.
La declaración de intenciones está ahí. Ahora lo que hace falta es cumplir con el calendario: «antes de finalizar el ejercicio 2022», dice, literalmente, en la página 100 (habrá que insistir), el susodicho Plan +SE.
«Sin tener un solo parque marino -ha dicho esta mañana Márquez-, España es una referencia industrial y en desarrollo tecnológico de prototipos flotantes en todo el mundo. Tenemos Industria e Innovación. Ahora lo que necesitamos es mercado». Y para eso hace falta que las reglas del partido estén muy claras, porque los inversores son poco amigos de la incertidumbre.
El sector ha querido hoy explicitar en todo caso su puesta a disposición de la Administración -«estamos preparados» (para abordar el horizonte 3.000, año 2030)- y ha querido destacar también todo lo que puede aportar a la economía española: inversión, industrialización, empleo. Ha querido explicitarlo todo con su Libro Blanco, en el que señala los desafíos, sí, pero en el que también concreta las oportunidades. Estas son las que identifica en el plazo corto.
• Contribución directa PIB
Para el periodo 2025-2030 la aportación directa al PIB sería de 6.116 millones de euros, considerando un escenario realista en el que un 75% de las actividades se desarrollen en España. Adicionalmente, se sumarían 1.860 millones de euros relativos a las actividades como Operación y Mantenimiento, construcción de buques, etc. En total, en este periodo, la aportación del desarrollo de eólica marina supondrá 9.581 millones de euros.
• Empleo
En lo que se refiere al empleo, la eólica marina en España generará, según el Libro Blanco, hasta 7.523 nuevos empleos en el periodo de 2025-2030 (para el periodo 2045-2050 se estima un número de 17.438 profesionales especializados en eólica marina). [Véase más abajo la tabla referida al Empleo].
• Las dimensiones ambiental y social de la eólica marina
Además, AEE ha querido dejar meridianamente claro que su propuesta es sin duda conciliable con (1) la conservación del medio marino y con (2) los otros agentes que quieren usar el medio en cuestión (turistas, pescadores, tráfico marítimo…).
«Hemos renunciado al 25% de las zonas que inicialmente contemplábamos», ha dicho Márquez en un momento dado. «No podemos dejar de priorizar el necesario consenso social y de corresponsabilidad para hacer posible la convivencia de la eólica marina con otras actividades de nuestra costa», ha añadido.
«Toda la pesca artesanal es compatible con la eólica marina», ha disparado contundente en otro momento Romagosa, el director técnico de la Asociación.
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