El sector pesquero europeo ha solicitado a la Comisión Europea que aborde el proyecto de transición energética de su flota de manera no simplista, sino analizando en profundidad las posibilidades reales del uso de combustibles y fuentes de energía neutros en carbono en los buques pesqueros, teniendo en cuenta factores como el propio desarrollo tecnológico actual de estos, la infraestructura necesaria para su suministro, la financiación para abordar estos cambios, la seguridad a bordo o la necesidad de modificar el tamaño de los buques para albergar nuevas formas de propulsión. Sobre este particular, el sector apunta que las actuales limitaciones de capacidad de los buques que establece la Política Pesquera Común (PPC) obstaculizan este objetivo y son contradictorias con la estrategia de la UE para abordar esta transición.
El sector, representado por Europêche, organización de la que forma parte la Confederación
Española de Pesca (CEPESCA), responde así a la consulta pública hecha por la Comisión
Europea (CE) para definir una estrategia de transición energética del sector pesquero y
acuícola que está en preparación para 2023.
En su respuesta, el sector también cree que es necesario definir adecuadamente el año de
referencia para medir las reducciones. De hecho, apunta Europêche, si bien la Organización
Marítima Internacional (OMI) lidera la iniciativa para limitar un 50% las emisiones del
transporte marítimo en 2050, respecto a 2008, el sector pesquero, además de no estar
cubierto explícitamente por este organismo, ya ha reducido ostensiblemente sus emisiones
desde 1990, año que solicita como referente.
De hecho, y según los datos analizados y comunicados por la UE desde la firma del Acuerdo
de Kioto de 1992, el sector ha reducido casi a la mitad las emisiones de gases de efecto
invernadero (GEI) frente a las de 1990, año base para los acuerdos sobre el cambio climático.
Igualmente, se ha reducido un 59 % la potencia del motor en comparación con ese mismo
año y las nuevas tecnologías aplicadas han permitido un crecimiento continuo de su
eficiencia energética (ratio proporcional del combustible utilizado para realizar sus
capturas). Además, el sector recuerda la reducción permanente de la flota europea, que
actualmente tiene operativos 65.000 buques (75% con menos de 12 metros), frente a
103.800 en 1996 o 81.600 en 2018.
Seguridad, espacio y rentabilidad
Según aduce el sector pesquero europeo, las energías de cero emisiones, además de por
disponibilidad, rentabilidad y existencia de la red de distribución y las infraestructuras
portuarias necesarias, han de analizarse también desde el punto de vista de la seguridad
para las tripulaciones y no pueden suponer un riesgo añadido al ya implícito a la actividad
pesquera. Así, el sector alude a que la mayoría de las fuentes de combustible alternativas no están en la forma líquida actual (diésel), sino en estado gaseoso y, por lo tanto, más
inflamable, lo que constituye un mayor peligro para la seguridad.
Igualmente, el sector afirma que estas fuentes de energía también requieren mayor espacio para la instalación de nuevos motores y tecnologías de propulsión, lo que “choca” con las restricciones de capacidad en la UE en términos de arqueo bruto. Este problema, señala Europêche, se agrava en el caso de barcos pesqueros pequeños, por lo que, a juicio del sector, esta estrategia de la UE requeriría una revisión.
En este sentido, el sector cree que la definición “inadecuada” de la capacidad pesquera en la PPC, no solo es un obstáculo a la modernización de la flota, sino también para las mejoras sociales y de seguridad. De hecho, apunta el sector, el espacio destinado a cocina,
camarotes, aseos o zonas de ocio, es independiente del dedicado al almacenamiento de
pescado y, por tanto, a su capacidad pesquera.
Sobre las alternativas de propulsión, el sector señala a la CE que carece de instrucciones de
los proveedores o de responsables políticos sobre en qué tecnologías invertir y recuerda
que muchas fuentes de combustible alternativas solo se encuentran en fase de prueba y no
son adaptables a los buques que operan durante períodos más largos en el mar. Por lo
tanto, solicita crear un grupo de expertos (científicos, ingenieros navales y expertos de la
industria) para asesorar sobre las diferentes alternativas disponibles e identificar las óptimas para cada segmento de la flota. Además, apunta Europêche, las nuevas tecnologías ofrecen una autonomía limitada (5 a 6 horas), insuficiente para un día completo de pesca (hasta 12- 14 horas), sin mencionar las mareas más largas.
Este comité también debería contemplar el impacto que puede tener la mejora del diseño y
la eficiencia del buque o la utilización de otras tecnologías y áreas de mejora (buques
asistidos por vela, hidrodinámica mejorada, cambios de mecanismos mecánico-hidráulicos
por eléctricos o uso de materiales ligeros en la construcción).
Según el sector, esta estrategia europea también ha de considerar los ahorros de
combustible y, consecuentemente, de reducción de emisiones (entre un 5% y un 50%,
apunta) que implica la optimización de la gestión pesquera. En este sentido, recuerda que
las empresas pesqueras llevan trabajando durante décadas con la comunidad científica para
mejorar el diseño y la eficiencia de los aparejos y se han logrado muchos avances en muchas técnicas de pesca innovadoras para aumentar la selectividad, reducir el contacto y / o arrastre del fondo marino, y reducir las emisiones de GEI y el uso de combustible.
Europêche también considera esencial crear un fondo específico para el proyecto de
transición energética y ver cómo el Fondo Europeo Marítimo, de Pesca y Acuicultura
(FEMPA) y otras fuentes de financiación pueden apoyarlo. Más aún, apunta, teniendo en cuenta que el 86 % de la flota pesquera de la UE es de pequeña escala y las tecnologías
innovadoras y las alternativas a los combustibles requerirán costes y volúmenes elevados.
Sin embargo, dice el sector, actualmente el fondo Horizonte Europa no tiene una
convocatoria específica para la pesca. Además, existen fuertes limitaciones de financiación
en el marco del nuevo FEMPA, ya que solo concede porcentajes bajos de ayuda para
inversiones de flota y las subvenciones están condicionadas por el tamaño de los buques.
Igualmente, dice Europêche, dada la falta de fuentes alternativas de combustible, los
posibles impuestos al gasóleo pesquero no impulsarán ninguna transición hacia la
descarbonización, sino que penalizarán al sector, bastante penalizado ya por los altos
precios actuales del combustible. Por ello, y según los pescadores, hasta que las nuevas
tecnologías de propulsión estén disponibles comercialmente y el marco legislativo permita
la modernización, instalación y uso de dichas tecnologías, la UE no debe introducir
impuestos sobre el combustible utilizados para las operaciones de pesca.
El sector recuerda que actualmente la crisis provocada por la guerra en Ucrania obliga a las
empresas pesqueras a destinar entre el 25% y 50% de sus ingresos al combustible y que
muchas pesquerías han estado inmovilizadas recientemente en los puertos ya que las operaciones de pesca se volvieron inviables debido al aumento de estos costes.
Por último, Europêche también recuerda la formación adicional requerida para adoptar
nuevas tecnologías y cómo la financiación pública, actualmente centrada en proyectos de
investigación y desarrollo tecnológico, también debería dedicar presupuesto a este fin.
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