Las organizaciones alertan de que el recorte del Fondo Europeo Marítimo, de Pesca y Acuicultura dejará al sector sin recursos para modernizar barcos y afrontar los retos ambientales y tecnológicos.
El reciente anuncio de una reducción significativa de las ayudas del Fondo Europeo Marítimo, de Pesca y Acuicultura (FEMPA) ha encendido las alarmas entre los sectores pesquero y transformador en España. Las organizaciones vinculadas al mar consideran que este ajuste pone en riesgo planes de modernización, sostenibilidad y la propia viabilidad de algunas embarcaciones.
Para Javier Garat, secretario general de Cepesca, el golpe llega en un momento delicado: “Venimos de años en los que el sector ha tenido que adaptarse a exigencias cada vez mayores en materia ambiental, trazabilidad y costes operativos. Disminuir las ayudas significa frenar ese impulso justo cuando más lo necesitamos. Esperamos que esta reducción no sea la antesala de una política regresiva hacia la pesca europea”.
La propuesta de la Comisión Europea de reducir las ayudas del FEMPA (Fondo Europeo Marítimo, de Pesca y Acuicultura) de los actuales 6.000 millones a poco más de 2.000 millones de euros para el próximo marco financiero 2027-2030 ha caído como un jarro de agua fría en el sector pesquero español. Las principales organizaciones advierten de que el recorte comprometerá la renovación de la flota, la descarbonización y la competitividad de un sector que considera la medida “una apuñalada” a la línea de flotación de la política pesquera común.
El director gerente de OPP Burela, Sergio López, ha sido contundente:
“Quitar fuera la renovación de la flota es un desastre. No puedes decir que quieres proteger a tus productores y, al mismo tiempo, impedirles renovar sus barcos. Europa habla de autonomía alimentaria, pero si machacas al productor, ¿dónde está esa autonomía? Cuando dejemos de producir, dependeremos del exterior, y eso es insostenible”.
López advierte que las flotas españolas, especialmente las dedicadas al pez espada y a las especies de palangre de superficie, trabajan con márgenes cada vez más estrechos y buques envejecidos:
“Los barcos cada día son más caros de mantener. Cuesta más salir a pescar y los precios siguen bajos. La especie espada lleva dos años con precios por los suelos. Sin apoyo financiero, la renovación es imposible”.
Las estimaciones actuales reducen el presupuesto global del FEMPA en torno a un 66 %, pasando de más de 6.000 millones en el actual marco a unos 2.000 millones para el periodo 2027-2030. Para López, este retroceso es incomprensible:
“Europa no puede presumir de ser líder en sostenibilidad y, al mismo tiempo, recortar los fondos que hacen posible esa transición. Si el FEMPA desaparece, ¿cómo vamos a avanzar en descarbonización o en selectividad? Es un ataque directo a la viabilidad de las flotas europeas”.
Desde la patronal pesquera Cepesca, su secretario general, Javier Garat, coincide en el diagnóstico y considera que la medida refleja una falta de coherencia política:
“Bruselas nos exige ser más sostenibles, invertir en eficiencia energética y reducir emisiones, pero recorta los fondos que lo financian. Es una contradicción con el discurso verde de la Comisión. Europa necesita flotas modernas, seguras y competitivas; no puede pretender liderar la transición energética del mar con buques de más de 40 años”.
Desde la óptica del palangre de superficie, Joaquín Cadilla, denuncia que muchos barcos dependen directamente de estas subvenciones para invertir en mejoras. “Para nosotros, el FEMPA a veces ha sido la única herramienta que ha permitido acceder a nuevas tecnologías, mejorar eficiencia energética o cumplir regulaciones ambientales. Sin esas ayudas, nos veremos obligados a recortar o incluso abandonar proyectos esenciales. Si Europa quiere apoyar al productor comunitario no puede reducir las ayudas”.
Las cofradías costeras también expresan preocupación por el efecto cascada hacia toda la cadena. Un vocal de una cofradía de Galicia señala: “Si la flota no puede renovar motores o mejorar sistemas de refrigeración con subvención, los costes se trasladarán al producto final. Eso encarece el pescado y debilita nuestra presencia en mercados exigentes”.
Desde el plano institucional, fuentes del Ministerio de Agricultura y Pesca aseguran que la reducción responde a una redistribución presupuestaria marcada por limitaciones financieras y prioridades sectoriales. No obstante, en varios puertos españoles se han convocado reuniones urgentes para evaluar el impacto durante los próximos meses.
Para Mikel Ortiz de OPPAO, la clave está en que el recorte no sea estructural: “Si estas ayudas vuelven a reducirse año tras año, la pesca queda desventaja y en manos de los productos importados que no soportan las mismas exigencias ambientales”.
Diversos agentes del sector coinciden, como Juan Carlos Martín, de OPROMAR, en que, más allá del montante, lo que preocupa es la incertidumbre. Las convocatorias del FEMPA 2025 ya recogen partidas para transformación, comercialización e innovación, pero si los fondos finalmente llegan recortados, muchos planes quedarán paralizados.
El debate está abierto, y todos los ojos están puestos en las próximas decisiones del Gobierno y de la Comisión Europea. El temor común es que este paso atrás en la financiación de la pesca sostenible devuelva al sector a una etapa de agarrotamiento tecnológico y desventaja competitiva frente a modelos pesqueros menos regulados o menos exigidos.
Los representantes del sector confían en que el Consejo y el Parlamento Europeo corrijan el rumbo antes de la aprobación definitiva del nuevo marco financiero. Pero las sensaciones son de preocupación.
“Las pintas son malas”, resume López. “No hay escenario razonable para el futuro si no hay financiación. Está muy bien aprobar estrategias, pero sin dinero no se pueden ejecutar. Y sin flota, no hay pesca ni soberanía alimentaria”.
El gerente de la Organización de Productores de Ondarroa reclama mantener las ayudas europeas y anuncia proyectos innovadores en transformación y reducción de impacto ambiental.
El sector pesquero vasco vive con preocupación el anuncio de la reducción de las ayudas del Fondo Europeo Marítimo, de Pesca y Acuicultura (FEMPA), que pasarían de 6.000 millones de euros a apenas 2.000 en el próximo marco presupuestario 2027-2030. Desde el puerto de Ondarroa, el gerente de la OPPAO, Mikel Ortiz, advierte que esta medida “va en contra de la apuesta estratégica que la propia Unión Europea dice defender para el futuro de la pesca y la producción alimentaria”.
“Si realmente Bruselas quiere apostar por el sector pesquero como eje estratégico y como fuente de alimentos saludables, desde luego esto va en contra de esa apuesta. Estamos expectantes para saber en qué va a quedar este borrador, pero esperamos que sigan apostando por el sector como hasta ahora”, afirmó Ortiz durante su paso por Conxemar 2025.
En paralelo, Ortiz reveló que OPPAO trabaja en un proyecto piloto en dos de sus barcos para incorporar puertas voladoras, una tecnología que evita el contacto con el fondo marino y reduce el consumo de combustible.
El recorte del FEMPA, subraya Ortiz, supondría un freno a esa transformación y pondría en riesgo la continuidad de proyectos de innovación que ya están en marcha.
“Europa no puede pedir más sostenibilidad y, al mismo tiempo, quitarnos los medios para conseguirla”, resume el representante vasco.
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