La 29ª reunión ordinaria de la Comisión Internacional para la Conservación del Atún Atlántico (ICCAT), celebrada en Sevilla y clausurada el 24 de noviembre, dejó un sabor amargo para la flota atunera cerquera que opera sobre túnidos tropicales en el Atlántico. Pese a las expectativas generadas tras los avances logrados en 2024, la sesión terminó sin acuerdos relevantes sobre patudo, rabil y listado, los tres grandes pilares de esta pesquería. Así lo denuncia la organización de productores francesa Orthongel, que participó en la cita como observadora.
La reunión sí permitió cerrar un nuevo procedimiento de ordenación potencial para el listado del Atlántico occidental y algunos ajustes técnicos –como medidas ligadas al control del Estado rector del puerto y el registro de buques de más de 20 metros–, pero el grueso de los temas de fondo quedó bloqueado. Para Orthongel, que agrupa a los armadores de atuneros cerqueros franceses en el Atlántico y el Índico, la sesión se saldó con una oportunidad perdida para consolidar una gestión “coherente y basada en la ciencia” de los túnidos tropicales.
Uno de los puntos que más decepción ha generado entre los armadores ha sido la falta de decisión sobre el patudo (Thunnus obesus). El Comité Científico de ICCAT (SCRS) confirmó de nuevo este año que el stock de patudo del Atlántico muestra señales claras de recuperación. Sin embargo, esa mejoría no se ha traducido en un aumento, ni siquiera marginal, del Total Admisible de Capturas (TAC).
Orthongel recuerda que la flota europea, y en particular los cerqueros franceses, han hecho un esfuerzo considerable en los últimos años para contribuir a la reconstrucción del stock, reduciendo sus capturas en torno a un 50 % entre 2017 y 2021. A ojos del sector, que tras esa “dieta forzada” esperaban una ligera flexibilización, el inmovilismo de ICCAT supone un mensaje desalentador para las flotas que han cumplido con las restricciones.
“Cuando la ciencia confirma que el stock ha mejorado, no se concede ningún alivio de las medidas: ni aumento del TAC ni reducción de un moratorio que ha demostrado ser ineficaz”, lamenta el presidente de Orthongel, Xavier Leduc, que considera que la falta de coherencia “mina de forma permanente a las flotas cerqueras europeas y a los miles de marineros y trabajadores que dependen de ellas”.
Otro de los frentes sensibles fue la gestión de los dispositivos de concentración de peces (DCP o FADs, por sus siglas en inglés), herramienta central de la pesquería cerquera tropical. La esperanza de Orthongel pasaba por una reducción del actual moratorio de 45 días sin pesca con FADs, a la luz de la mejor situación del patudo y de la ausencia de evidencias científicas claras sobre la utilidad real de una veda tan larga.
La propuesta de la Unión Europea, que abogaba por aliviar parcialmente esa restricción, no logró el consenso necesario en el seno de la Comisión. El resultado: el moratorio de 45 días se mantiene intacto.
Según Orthongel, esta decisión ignora el fuerte impacto socioeconómico que la medida tiene tanto sobre la flota cerquera europea como sobre la industria transformadora de África occidental, fuertemente dependiente del suministro de túnidos tropicales congelados procedentes de estos barcos. La organización subraya que se trata de una restricción “desproporcionada” y recuerda que, sin evidencias sólidas de beneficios biológicos, un sacrificio de esta magnitud es difícil de justificar ante las tripulaciones y las comunidades costeras que viven de la actividad.
El rabil o atún de aleta amarilla (Thunnus albacares) fue otro de los grandes ausentes en el capítulo de decisiones. A pesar de que el TAC se viene superando de forma reiterada en los últimos años, los miembros de ICCAT (Partes contratantes y Partes, Entidades u Organizaciones pesqueras no contratantes colaboradoras, CPC en la jerga de la organización) no lograron ponerse de acuerdo sobre un esquema de reparto de la cuota de rabil.
Para Orthongel, el reparto del TAC entre las distintas CPC es una condición imprescindible para garantizar el respeto de los límites de captura y preservar un stock que, aunque todavía se encuentra en buen estado, empieza a acumular señales de presión. Sin una asignación clara por países o bloques, el TAC sigue siendo, en la práctica, una cifra de referencia sin un mecanismo efectivo de cumplimiento colectivo.
“Cuando advertimos del riesgo de superar el TAC de rabil y de la necesidad de una asignación entre CPC, nada cambia. Y cuando la situación se deteriora, siempre son las mismas flotas –las más controladas y reguladas– las que pagan el precio”, denuncia Leduc, en alusión a las reducciones aplicadas en el pasado sobre la flota europea para contribuir a la reconstrucción del patudo.
En el caso del listado (Katsuwonus pelamis), la 29ª reunión de ICCAT sí dejó un avance, aunque limitado: se adoptó una recomendación que abre la puerta a un futuro procedimiento de ordenación para el stock del Atlántico occidental. Se trata de un paso técnico necesario para evolucionar hacia un enfoque de gestión basado en reglas predefinidas, en línea con las estrategias de “harvest control rules” que promueven los científicos.
Orthongel reconoce la importancia de este movimiento, pero insiste en que el conjunto de la “Subcomisión de túnidos tropicales” tenía una agenda mucho más amplia, que incluía también la evaluación de estrategias de gestión para el listado tanto en el Atlántico occidental como en el oriental. Desde la perspectiva de la organización, el escaso resultado alcanzado está muy por debajo de lo que el sector esperaba tras un año de trabajo técnico y negociaciones.
Más allá de las cuotas y las vedas, la nota de Orthongel lamenta que cuestiones cruciales de control y cumplimiento ni siquiera hayan llegado a debatirse con profundidad en Sevilla. La agenda previa incluía asuntos como la documentación electrónica de capturas, el refuerzo del sistema regional de seguimiento de buques (VMS), mecanismos de inspección en el mar y el aumento de la cobertura de observadores a bordo.
Sin embargo, en una reunión dominada por los debates sobre el atún rojo, estos temas quedaron relegados. A juicio de la organización francesa, la falta de avances en este terreno retrasa la puesta en marcha de medidas proporcionadas y equitativas para garantizar el cumplimiento de las normas, la calidad de los datos y la lucha contra la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada (INDNR).
El balance final que hace Orthongel de la cita de Sevilla es claro: una sesión “decepcionante” para los túnidos tropicales, en la que la Subcomisión dedicada a estas especies “no fue capaz de tomar ninguna decisión” sobre cuestiones que, a juicio de la organización, resultan esenciales para los cerqueros franceses. NOTA DE PRENSA Orthongel – ICCA…
“Nos vamos de esta sesión verdaderamente decepcionados”, resume Xavier Leduc. El presidente de la organización denuncia un patrón que, a su juicio, se repite: cuando la ciencia alerta de un problema y pide ajustes, las reducciones recaen sobre las flotas mejor reguladas; cuando esas mismas flotas hacen el esfuerzo y el stock mejora, las medidas no se alivian y el sacrificio no se ve recompensado.
Orthongel reclama “una gestión coherente, basada en la ciencia y aplicada de manera equilibrada a todas las CPC”, y advierte de que la falta de equidad erosiona la confianza del sector en el sistema de gobernanza internacional.
De cara al futuro inmediato, la organización francesa deposita sus esperanzas en las próximas reuniones intersesionales de la Subcomisión de túnidos tropicales. Confía en que, en un clima de “respeto mutuo, sentido común y sin dogmatismos”, se pueda recuperar el terreno perdido en Sevilla y avanzar en decisiones concretas antes de que la situación se complique tanto para el recurso como para las flotas que dependen de él.
El mensaje final de Orthongel es doble. Por un lado, alerta de que la inacción o el bloqueo político pueden poner en riesgo tanto la sostenibilidad de los stocks tropicales como la viabilidad económica de la flota cerquera europea y de las industrias asociadas en África y Europa. Por otro, insiste en que existe margen para una gestión responsable, basada en el asesoramiento científico, que reparta de forma más equitativa el esfuerzo de conservación y que ofrezca visibilidad a medio plazo a los armadores que cumplen las reglas.
Mientras tanto, Sevilla quedará para la flota de túnidos tropicales como una cita en la que las grandes decisiones volvieron a posponerse. Y el reto de conciliar conservación, justicia entre flotas y seguridad jurídica para el sector sigue pendiente para los próximos meses en la mesa de ICCAT.
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