El Viejo Continente verá crecer su parque eólico marino hasta los 26.000 megavatios de aquí a 2020. Esa es la previsión que ha hecho pública la asociación de la industria eólica europea (WindEurope) en el evento Offshore Northern Seas (ONS) 2018, que acaba de ser clausurado en Stavanger (Noruega). Según los datos presentados en ONS 2018 por el presidente de WindEurope, Giles Dickson, actualmente hay 17.000 megavatios instalados frente a las costas europeas, que generan el 1,5% de toda la electricidad que demanda el continente.
Incremento incesante en los últimos años (de potencia instalada), crecimiento imparable del tamaño de las máquinas (los aerogeneradores son cada vez más grandes y producen cada vez más electricidad por unidad) y caída constante de los costes de producción, instalación y/o generación del kilovatio hora eólico marino. Son las tendencias que el presidente de la asociación de la industria eólica europea, Giles Dickson, ha presentado en Stavanger (Noruega), en el marco de la Offshore Northern Seas (ONS) 2018. Según WindEurope, ahora mismo hay una cartera de proyectos eólicos marinos «que conducirá a Europa hasta los 26.000 megavatios de potencia instalada en 2020».
Sin embargo -matizan desde la asociación-, los buenos vientos no soplan en todas partes por igual. Antes al contrario: el crecimiento del parque marino europeo se está centrando casi exclusivamente en dos países -Alemania y Reino Unido-, que están en la cresta de la ola eólica (entre los dos instalaron 3.000 de los 3.100 megas de la potencia marina puesta en marcha el año pasado), mientras que en muchas otras naciones las luces son muchas menos que la incertidumbre, sobre todo más allá del año 2020.
Equinor, antes Statoil, es en un 67% propiedad del estado noruego
El encuentro marino de Stavanger ha servido también para conocer -informa WindEurope- los planes de Equinor, uno de los actores protagonistas del desarrollo de la eólica marina europea. Esta empresa (antes denominada Statoil) ha anunciado en la ciudad noruega, donde tiene su sede principal, que está barajando la posibilidad de desarrollar plataformas flotantes para instalar sobre ellas aerogeneradores con los que generar la electricidad que necesitan las plataformas petroleras (de extracción de gas y crudo) que tiene en aguas noruegas.
Según WindEnergy, el proyecto de Equinor consistiría en la instalación de hasta once aerogeneradores (de ocho megavatios cada uno) sobre otras tantas plataformas flotantes de tecnología Hywind. La electricidad que generarían esas tubinas (88 megavatios de potencia en total) serviría para atender el 35% de la demanda anual de energía eléctrica de cinco plataformas petroleras de Equinor. Denominada Statoil hasta el pasado mes de mayo, Equinor es una empresa pública (el estado noruego posee el 67% de sus acciones).
Hywind Scotland, la empresa que ha desarrollado la solución flotante para los aerogeneradores marinos, ha estado probando un prototipo durante los últimos años en aguas noruegas. Ahora -apuntan desde WindEurope-, y una vez comprobada la consistencia de su solución, Equinor, que opera el que ha sido el primer parque eólico flotante del mundo en llegar a la fase comercial, está a punto de dar un paso más en la carrera eólica marina: poner en marcha «el parque eólico marino flotante más grande del mundo».
Las previsiones que sobre el particular -las soluciones flotantes- maneja la asociación de la industria eólica europea son muy optimistas. «El proyecto de Equinor -ha dicho Dickson en Stavanger- demuestra que ya estamos entrando en la era de la eólica flotante». A la luz de la cartera de proyectos de parques flotantes existente a día de hoy, WindEurope estima que «tan pronto como en 2021» habrá, operando frente a las costas europeas, hasta 350 megavatios de potencia eólica flotante.
El encuentro de Stavanger -Offshore Northern Seas (ONS) 2018- ha sido el foro elegido por el ministro noruego del Petróleo y la Energía, Terje Søviknes, para anunciar que su gobierno está trabajando ya en dos proyectos eólicos marinos flotantes en otras tantas ubicaciones que revelará antes de finalizar el año en curso. El anuncio ha sido muy bien recibido por el presidente de WindEurope: «estas son muy buenas noticias que colocan a Noruega -junto a Escocia, Francia y Portugal- al frente del desarrollo de esta tecnología clave».
Dickson no alberga duda alguna sobre el momento tecnológico en el que se encuentran las soluciones flotantes: «la tecnología eólica flotante -ha dicho- ha superado ya la fase de la I+D; ha demostrado que funciona y que ya está lista para su despliegue». El responsable de la asociación europea ha añadido, además, que Europa tiene un potencial en ese nicho excepcionalmente elevado: Dickson ha hablado de 4.000 gigavatios, «un volumen significativamente mayor que el que sumarían los recursos potenciales de Estados Unidos y Japón».
Nuevo parque eólico en el Reino Unido
Reino Unido acaba de inaugurar el mayor parque eólico marino del mundo, Walney Extension, en pleno Mar de Irlanda, con una capacidad de 659 megavatios, suficientes para proporcionar energía a 590.000 hogares (o a una ciudad del tamaño de Málaga). Walney Extension arrebata el primado mundial al espectacular parque eólico de London Array, frente al estuario del río Támesis, pese a contar con la mitad de turbinas y ocupar una superficie sustancialmente menor (el equivalente a 20.000 campos de fútbol).
En el 2020 está prevista en todo caso la «botadura» de otro parque eólico marino aún mayor: el East Anglia One (714 megavatios), impulsado por Scottish Power, la filial británica de Iberdrola.
Aunque la madre de las centrales offshore llegará de las manos de la compañía danesa Orsted, que planea tres parques sucesivos en Hornsea, en las costas de Yorkshire, capaces de alimentar a dos millones de hogares.
Pese a los bandazos del Gobierno de Theresa May, que ha reiterado su apuesta por la nuclear con el polémico proyecto de Hinkley Point C en alianza con Francia y China, lo cierto es que las renovables siguen abriéndose paso por derecho propio en las islas británicas.
Reino Unido se ha consolidado como el indiscutible líder mundial en energía eólica offshore: siete de los diez mayores parques marinos están ya frente a sus costas. El recelo que siguen provocando los «molinos» de viento en la campiña inglesa contrasta con la firme apuesta por las turbinas en el mar, que suponen ya el 10% de la tarta energética.
La apertura de Walney Extension, frente a las costas de Cumbria y con Irlanda en el horizonte, tiene además una fuerte carga simbólica en la antesala del Brexit. La compañía Orsted ha advertido que un «no acuerdo» o una relación comercial menos ventajosa con Bruselas podrían suponer un parón en las inversiones y en el flujo de tecnología danesa y del know how español.
«Un Brexit duro o una falta de acuerdo podría causar serios problemas a las cadenas de suministro y a la libertad de movimientos de personal y de mercancías», advierte en declaraciones a The Guardian Matthew Wright, director ejecutivo de Orsted, que destaca sin embargo el compromiso del Gobierno británico para fijar un calendario de subastas de energía renovable cada dos años a partir del 2019.
Matthew Wright defendió el papel vital del Reino Unido como «laboratorio» mundial de la energía eólica marina y los avances ocurridos en apenas cinco años, tras la inauguración de London Array. «El parque de Walnery Extension marca un nuevo hito porque con la mitad de la extensión hemos sido capaces de generar más energía, gracias a la potencia de las turbinas y a su instalación en un lugar más alejado de las costas», agregó Wright.
El impetuoso avance de la eólica marina contrasta con el estancamiento de los protectos de eólica en tierra y con el relativo parón de la energía solar, que sin embargo creció espectacularmente en la última década, con una capacidad acumulada de 12.9 gigavatios (casi tres veces más que en España). Pese al recorte de las primas y las crecientes dificultades para su instalación, la fotovoltaica ha superado «picos» del 7% de la tarta energética el último año.
Otra noticia muy destacable en el último año ha sido el «apagón» del carbón. El país que fue la cuna de la revolución industrial celebró en el 2017 el primer día sin carbón y este año ha marcado el precedente de tres días consecutivos y más de mil horas acumuladas sin quemar el negro mineral, el combustible fósil que más contribuye al cambio climático.
«Estamos siendo testigos muchos cambios significativos en el panorama energético, incluido cómo y dónde se genera la electricidad», aseguró Donald Burt, director de operaciones de sistemas del National Grid (la red eléctrica nacional).
«En los últimos meses se ha superado récords en la generación de renovables, y esperamos que esa tendencia continúe, a medida que la tecnología avanza y seamos capaces de alimentar nuestra red con más energía eólica y solar»