La pesca de gamba rosada (Aristeus antennatus),captura por excelencia de las barcas de arrastre de Palamós, se acerca a la sostenibilidad. El plan de gestión de este codiciado crustáceo impulsado por los propios pescadores e iniciado en mayo de 2013 ha sido prorrogado otros cinco años por el Ministerio de Agricultura y Pesca tras comprobar que ha sido un éxito. Cada vez se pesca menos gamba pero de mayor calibre, lo que aumenta los beneficios y reduce el impacto ambiental.
Los pescadores detectaron en 2005 una alarmante disminución de las capturas, así como del tamaño de las gambas, por lo que impulsaron un paquete de medidas para revertir la situación. Empezaron a aplicarlas en 2008 y, cinco años más tarde, una orden ministerial convirtió en norma las condiciones a cumplir para pescar la gamba con arte de fondo. El plan ha sido un éxito. Los pescadores capturaron en 2017 96 toneladas de gambas, 19 menos que en el año anterior y 46 menos que en 2013. Los ingresos, sin embargo, han crecido y el año pasado se situaron en 3,6 millones respecto a los 3,2 millones de 2016.
La pesca de gambas pequeñas generaba un doble perjuicio, económico y de sostenibilidad. Estas piezas son las que se venden más baratas y su captura pone en riesgo, al impedir su reproducción, el futuro de la especie.
La publicación en el BOE esta semana de la prórroga del plan de gestión otros 5 años ha sido muy bien recibido. El presidente de la cofradía Antoni Albalat afirma que están “muy satisfechos porque confirma que se está trabajando en la dirección correcta”. “El plan ha funcionado y ha estabilizado esta pesquera”, asegura. En el mismo sentido se ha manifestado el responsable de la Cátedra de Estudios Marinos de la UdG, Joan Lluís Alegret, quien además ha apuntado que están trabajando “para extenderlo al resto de barcas de arrastre del puerto, que van al pescado y a la cigala”.
Este plan pionero, que ya aplica las normativas que prevé establecer la UE para toda la flota de arrastre del Mediterráneo, se aplicaba inicialmente a 23 embarcaciones, ahora 16, dedicadas a la gamba con puerto base en Palamós y regula la actividad en siete caladeros, de los que en cinco sólo entran estas embarcaciones. Con la regulación se pretende adecuar el esfuerzo pesquero de la flota al recurso de la gamba y minimizar el impacte ambiental sobre el fondo marino. Entre otras medidas, el plan ha supuesto la reducción del tiempo de pesca de 12 a 11 horas, la veda de dos meses anuales y la progresiva reducción de la pesca en aquellas zonas susceptibles de estar sobreexplotados y tener mayor presencia de crustáceos juveniles.
Para reducir el impacto sobre el substrato marino, se ha sido más selectivo con las redes y sólo se permite el uso de artes de arrastre con una abertura mínima de 45 milímetros, aunque los pescadores han ido aún más allá y utilizan las de 50 milímetros. Además, todos los barcos realizaron una gran inversión para cambiar el tipo de “puertas” —las piezas que se arrastran por el fondo marino— para dejar de “arar” los fondos donde vive la gamba, a profundidades de entre los 300 y los 1.000 metros. Esto, además de un menor impacto ambiental, permite ahorrar combustible.
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