El Anuario MSC 2025 confirma que el 78% de las capturas globales de pescado blanco cuentan ya con certificación sostenible y marca el rumbo hacia 2030 en un mercado que mueve más de seis millones de toneladas al año.
El Marine Stewardship Council (MSC) ha publicado su Sustainable Whitefish Yearbook 2025, un informe que radiografía el estado global del pescado blanco y su impacto en el mercado, la sostenibilidad marina y la seguridad alimentaria mundial. El documento pone en valor que el 78% de las capturas de pescado blanco ya están certificadas con el sello azul de pesca sostenible, consolidando a este grupo de especies como pilar de la estrategia internacional hacia 2030.
El pescado blanco, que agrupa especies como bacalao, abadejo de Alaska, merluza, eglefino, hoki, fletán o gallineta, constituye una de las mayores reservas de proteína animal de bajo carbono en el planeta. Según el MSC, en 2024 se certificaron más de 6 millones de toneladas, cifra que garantiza un suministro estable a más de 60 países.
La categoría es pionera en el programa MSC desde hace 25 años y ha sido modelo para que otras pesquerías –desde el atún hasta el marisco– siguieran el camino de la certificación. Hoy, más de la mitad del volumen global de productos pesqueros certificados corresponde al pescado blanco.
El crecimiento de la certificación ha sido posible gracias al esfuerzo combinado de flotas, científicos, gobiernos y ONG. En los últimos cinco años, las pesquerías de pescado blanco certificadas han cerrado 147 condiciones de mejora, lo que se traduce en menor impacto sobre ecosistemas y especies vulnerables, reducción de capturas accidentales (bycatch) y mayor trazabilidad.
El informe recalca que la certificación no es un objetivo puntual, sino un proceso constante de mejora. Desde 2001, las pesquerías con artes de arrastre de fondo certificadas han implementado 935 mejoras ambientales, 136 de ellas solo en los últimos tres años.
El Yearbook 2025 subraya la creciente importancia de la innovación tecnológica. Modificaciones en las artes de pesca, como las “raised sweeps” en Alaska –cables que reducen hasta un 90% el contacto con el lecho marino– o sistemas acústicos de rastreo, muestran cómo pequeños cambios generan grandes impactos positivos.
La digitalización de datos en tiempo real, la inteligencia artificial y la cooperación con centros científicos permiten optimizar la pesca, minimizar descartes y garantizar un abastecimiento trazable. “La certificación MSC no es solo una etiqueta, es una promesa de origen responsable”, resume el informe.
El anuario recoge casos de éxito de pesquerías que han mantenido certificación durante más de 15 años, como:
Un caso paradigmático es el de la granadera naranja en Australia (orange roughy), cuya pesquería colapsó en los años 90 tras capturas excesivas. Tras décadas de investigación, control y cooperación entre industria y autoridades, la población se ha recuperado hasta obtener la certificación MSC en febrero de 2025.
El documento también analiza el comportamiento comercial. Más del 60% de los productos certificados son congelados, lo que refleja el peso del consumo de conveniencia. Países como Alemania, Francia, Reino Unido y Estados Unidos lideran el mercado en volumen de productos etiquetados, mientras que cadenas como Lidl, Aldi, Carrefour, Tesco, Findus o McDonald’s encabezan la lista de comercializadores.
La resiliencia del sector se ha demostrado en un contexto de inflación y crisis de suministros: las ventas de pescado blanco congelado y refrigerado han mantenido su fortaleza, consolidando la percepción del producto como asequible, saludable y versátil.
El MSC se ha fijado un objetivo ambicioso: lograr que un tercio de las capturas mundiales de pesca extractiva estén certificadas en 2030. Para alcanzarlo será necesario sortear desafíos como:
El anuario destaca avances en la valorización de subproductos, como el proyecto español “Resaltun” (Hijos de José Serrats y AZTI), que transforma la salmuera del atún en agua reutilizable y biocombustible. También se enfatiza la lucha contra el “ghost gear”, redes y aparejos perdidos que siguen capturando fauna marina: iniciativas en Sudáfrica y otros países fomentan su recogida y reciclaje.
En el plano social, el informe respalda la implementación del Reglamento europeo contra el trabajo forzoso (2027) y subraya la importancia de garantizar condiciones laborales justas en toda la cadena de suministro.
El Sustainable Whitefish Yearbook 2025 dibuja un panorama optimista: el pescado blanco certificado no solo asegura la viabilidad económica de miles de comunidades pesqueras, sino que se convierte en pieza clave para la seguridad alimentaria global y los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas.
El mensaje es claro: la sostenibilidad no es una moda, sino la base de la supervivencia del sector y de los océanos. Y el pescado blanco, con su peso en el mercado y su historial de innovación, es la prueba más visible de que la pesca responsable es posible.
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